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Casado asegura que la nueva ley de Memoria Democrática ataca el proyecto de la Unión Europea

Pablo Casado, flanqueado por Miguel Herrero y Francisco Vázquez.

El presidente del PP, Pablo Casado, dio este lunes una nueva vuelta de tuerca al argumentario con el que trata de desacreditar el proyecto de Ley de Memoria Democrática del Gobierno para sustituir a la ley de Memoria Histórica vigente desde 2007. El proyecto, proclamó en un acto organizado por su partido en el Congreso, no sólo ataca la Transición y con ella la Constitución sino que también va en contra del proyecto de la Unión Europea.

“La denominada memoria democrática”, declaró en presencia de Miguel Herrero, uno de los redactores de la Constitución de 1978, y del exalcalde y exmiembro del PSOE Francisco Vázquez, “no es sólo un intento de arrojar sombras sobre nuestra democracia”. “Es también un intento de cuestionar el fundamento del proyecto europeo mismo que es la reconciliación y la concordia entre europeos”. Tan convencido está de ello que, añadió en referencia al proyecto de ley remitido por el Gobierno al Congreso, “con las actitudes y con las intenciones que laten en esta iniciativa, la Unión Europea no existiría hoy. Y sin ella España no tendría futuro”, apostilló. 

 Para apuntalar esta idea, el líder del PP dibujó su particular visión sobre el continente. “No hace falta ser especialista en historia europea”, dijo, “para entender lo que significó aquel primer paso de 1951”, el año en nació la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la semilla de la la actual Unión, “en la tarea de instaurar la concordia entre europeos”. 

Para Casado lo ocurrido en España en la transición y en Europa en los años cincuenta fue lo mismo. “El espíritu que alentó las creación de las primeras comunidades europeas”, explicó a los asistentes a la sesión, “es el mismo que alentó nuestra reconciliación nacional alrededor de la Constitución de 1978”. No sólo eso: “Nos ayudo y nos guió. Fue nuestro mejor ejemplo. Por eso”, concluyó, “se puede establecer un vínculo estrecho entre la Constitución de 1978 y el europeísmo y por eso nuestra Constitución es europeísta y nuestra democracia lo es. Y por eso”, reprochó, “cualquier ataque a ese espíritu y a su resultado práctico es un ataque directo al europeísmo”.

¿Y en qué consiste el espíritu de concordia? Según Casado, en “evitar poner sobre la mesa aquello que se sabe que es inaceptable para el resto de interlocutores clave del sistema”.

Hay “decisiones y comportamientos que fortalecen la presencia y la relevancia de los países dentro de la Unión y que fortalecen también a la propia Unión”. Y hay “decisiones y comportamientos que debilitan a los países, que les hacen perder importancia y que incluso los convierten en un problema para Europa”, añadió en referencia a las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez.

En opinión del líder del PP, “poner en duda nuestra pertenencia a la Unión Europea existente constituye una de las más graves irresponsabilidades que se pueden cometer contra el interés de los españoles, especialmente en estos tiempos de crisis”. Y “si es grave cuestionarla retóricamente, con el desprecio de las necesidades de aquellos a quien se dice representar, peor aún es cuestionarla por la via de los hechos, ignorando los compromisos adquiridos institucionales y vulnerando los criterios de calidad democrática que explícitamente defiende y que forman parte nuclear de su acervo y de su naturaleza”. 

La Unión, explicó Casado, es “un sistema creado sobre la amarga experiencia no sólo de la guerra sino de lo que condujo hasta la guerra: radicalismos, populismos, nacionalismos y violencia política asociada a ellos”. Y también “de las cicatrices que quedan para siempre en las sociedades que los sufren”. Por eso, subrayó, la UE “no es neutral, sino que exhibe una militancia muy clara, política, económica y social. Y por tanto no todo cabe dentro de ella y no todo se puede hacer en su nombre ni justificarse apelando a ella”.

En este mismo contexto, el líder del PP volvió a acusar al Gobierno de pretender alterar la historia con el objetivo de cambiar la Constitución sin contar con su formación y reivindicó el centro, que según él fue la base del bipartidismo que siguió a la aprobación de la Carta Magna, para situarse a sí mismo en él en oposición al Gobierno y a Vox, a los que no citó por su nombre.

El "revisionismo histórico promovido hoy por el socialismo tiene ese origen y tiene ese propósito: justificar cambios constitucionales sin contar con el PP y con la parte de España a la que representa, tal y como explícitamente se le acaba de pedir, y tal y como ya se intentó con motivo del Estatut”.

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Casado criticó a “algunos sectores de la derecha dispuestos a poner en cuestión partes fundamentales del acuerdo constituyente, como el Estado autonómico o la circunscripción provincial” y a un PSOE que desde la época de José Luis Rodríguez Zapatero busca apoyo en el extremismo de unos socios que debe “fortalecer y blanquear”. 

En su opinión, ser constitucionalista no puede ser ”una nostalgia estéril envuelta en grandes palabras por lo que podría ser y no es”, de la misma manera que ser constitucionalista “no puede consistir en quedarse en la trinchera esperando la próxima descarga de deslealtad e involución”. Hace falta, reivindicó, un “constitucionalismo militante que deje de mirar por el retrovisor y mire decididamente hacia delante”.

Casado defendió que la Transición que condujo hasta la Constitución fue un proceso “transparente, escrupulosamente abierto y democrático, ejemplar”, inlcuida la elección de la monarquía parlamentaria como forma del Estado.

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