Crisis del coronavirus

Las claves del fracaso de Madrid y del éxito de Nueva York en la segunda ola, explicadas por un epidemiólogo de Harvard

Las calles del centro de Madrid, completamente vacías por el confinamiento del pasado abril.

infoLibre

El pasado marzo y abril, la curva de contagios por coronavirus en las ciudades de Madrid y Nueva York presentaba una evolución similar. Seis meses más tarde, las curvas actuales no pueden ser más dispares: "En septiembre, la situación está bajo control en Nueva York y es alarmante en Madrid", afirma Miguel Hernán, un profesor de Harvard que ha analizado la situación de ambas urbes a través de un hilo de Twitter

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, repite que la situación epidemiológica en la región se asemeja a la de "cualquier capital europea", pero la realidad es otra: la incidencia acumulada de la ciudad española es mucho mayor que en otras urbes como Roma, Berlín o París. Mientras Madrid hace frente a una segunda ola que preocupa a los expertos, la curva de Nueva York se mantiene plana. ¿Por qué? Hernán, epidemiólogo, apunta a diversos factores. 

Según explica este profesor de Harvard, la situación es comparable porque ambas son ciudades grandes, densas y disponen de una gran red de transporte público y muchos turistas. La primera diferencia se encuentra en el número de rastreadores: en la ciudad estadounidense hay cerca de un total de 6.000 (30 por cada 100.000 habitantes), mientras que Madrid actualmente cuenta, probablemente, "con unos 700", muy lejos de los 2.000 que debería tener para alcanzar la ratio neoyorquina de 30 rastreadores por cada 100.000 personas.

Los test son otro de los elementos que explican el contraste en la evolución de las curvas, de acuerdo con Hernán, que asegura que en la capital española no se hacen suficientes pruebas. Si en Nueva York la tasa de positividad se sitúa por debajo del 2%, en Madrid es de alrededor del 20%.

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Un factor significativo ha sido también la velocidad de la reapertura de la actividad económica, sobre todo en el sector de la hostelería. "Nueva York abrió la economía sin saturar sus hospitales y confirmó sus credenciales como un lugar serio para hacer negocios", comenta Hernán en su hilo, donde añade que las dos ciudades muestran un porcentaje similar de personas con anticuerpos.

Así, en la Gran Manzana no se permite consumir en el interior de los establecimientos: ese servicio sólo volverá a estar disponible a partir del 30 de septiembre y lo hará con un 25% de aforo máximo. En cambio, en Madrid se puede comer en interiores desde junio y con un aforo de hasta el 60%. En la ciudad norteamericana, además, se ha habilitado un número para que los propios ciudadanos denuncien el incumplimiento de las normas, además de poner en marcha un amplio dispositivo de agentes de seguridad para velar por el seguimiento de los protocolos. 

En Nueva York ya no se reportan los casos de nuevas hospitalizaciones porque, tal y como explica Hernán en su hilo de Twitter, "es tan bajo que no tiene utilidad a estas alturas de la pandemia". Aunque admite que la mala suerte siempre es un elemento que debe ser tenido en cuenta, el epidemiólogo no cree que un azar poco favorable sea la explicación a las diferencias entre Madrid y la ciudad de Estados Unidos, sino que señala a las políticas implementadas en lo relativo a la reapertura de negocios, la contratación de rastreadores y la realización de pruebas PCR.

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