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Crisis del coronavirus

El covid-19 desnuda a la universidad pública tras años de recortes y aboca a los estudiantes a un fin de curso incierto

Estela Bango

#AsíNonUSC, #vergUGRenza, #UniOviNosAbandona… hashtags como estos se han sucedido durante las últimas semanas en las redes sociales al igual que miles de mensajes de quejas de estudiantes universitarios. Sin la posibilidad de una protesta física, el medio online por excelencia para la reivindicación, Twitter, se ha hecho eco de la indignación de alumnos de toda la geografía española. Falta de comunicación y transparencia de los rectorados, calendarios de exámenes sin definir, imposibilidad de realizar prácticas presenciales, problemas de conectividad a las redes… y todo a un mes de terminar el curso en la fecha programada. Universidades que en su momento no se ajustaron al plan Bolonia y por supuesto, nada acostumbradas a la docencia virtual, se enfrentan a todo un reto. Y todo ello sumado a la situación general que vive la ciudadanía, y de la que los estudiantes no escapan, como las dificultades para concentrarse en el estudio, la incertidumbre ante el futuro y el nerviosismo del momento.

Universidades gallegas

Suspenso en conectividad

El gran problema que se encuentran las universidades de Galicia es las dificultades de seguir una docencia virtual, motivo principal por el que se convocó una huelga de estudiantes. "Nos vimos abocados a convocar una huelga porque en las tres universidades gallegas las rectorías no hacían más que incumplir compromisos como el de no ampliar el calendario académico, no nos querían escuchar en ningún momento", afirma una de las portavoces de la organización de estudiantes Anega. "Cuando salieron las medidas y vimos que estaban intentando que el curso siguiese por medios telemáticos vimos que las encuestas mostraban que gran parte del estudiantado no puede seguir así la materia –explican–. No solo la evaluación continua, sino que en el momento en que se hagan exámenes online las conexiones van a caer en picado, no solo las nuestras, también las de la universidad".

Aunque desde las universidades plantearon la opción de facilitar routers a quien tenga problemas de conexiónrouters , tal y como señala una de las portavoces de la organización, "si vives en un medio rural poco importa que te den un router si no te va a llegar la fibra óptica". Teniendo en cuenta estos problemas hay estudiantes que no van a poder aprobar el curso, por ello exigen que al menos se eliminen los requisitos de permanencia en la universidad (necesidad de aprobar un número de materias para continuar estudiando). Así lo hizo constar este sindicato en unas propuestas de mínimos que, según subrayan, "no iban encaminadas hacia la liquidación del curso". "Tuvimos reuniones con el rectorado, nos prometieron leer nuestros documentos, incluso que iban a aprobar unas enmiendas de mínimos que al final no aprobaron. Quieren dar la imagen de que están escuchando a los estudiantes y no es así", afirman desde Anega.

En la Universidade de Santiago de Compostela se planteó la posibilidad de hacer exámenes presenciales cuando fuera posible, especialmente para aquellas materias que se considerara imprescindible. Finalmente, la decisión fue la vía telemática para todas las asignaturas. "Las universidades gallegas no tienen la estructura tecnológica para realizar exámenes onlineonline y que no caiga el sistema del campus virtual –sentencia la portavoz– se ha intentado con 100 alumnos, en exámenes parciales, y no funcionó. Imagínate en un día de mayo que esté la mitad de la USC conectada".

Pero no solo los alumnos ven inviable este método de evaluación. Según denuncian, "en Medicina se filtró un audio en el que el rector estaba hablando en un cambio de clase telemático y dijo que no veía posible hacer exámenes en la plataforma porque no pueden meterse 300-400 alumnos".

Aunque señalan que hay parte del profesorado que apoya la huelga, otros ni siquiera se pronuncian en cuanto a los métodos de evaluación. Además, desde el sindicato denuncian una institución más interesada en la comunicación exterior que en la interna, hacia estudiantes y personal universitario. "Los rectores de la USC y de la UDC (Universidade da Coruña) antes de comunicar sus propuestas por canales internos y avisar a los estudiantes, lo que hicieron fue dar información en forma de exclusivas a la prensa. El estudiantado está muy enfadado", afirma la portavoz de Anega.

Discrepancias en el aprobado general

"Las universidades no quieren tomar conciencia de que el sistema de evaluación telemática es inviable para la mayoría de las universidades públicas de España. Más tarde o más temprano se van a ver abocados a tener que tomar otras medidas y esperamos que sea la liquidación del curso y no hacernos repetir el cuatrimestre el año que viene, eso ya sería una revuelta estudiantil", sentencian desde Anega. 

Muchos universitarios no se posicionan a favor de un aprobado general, ya que se pueden ver mermados los esfuerzos de algunos estudiantes para la obtención del premio fin de carrera o el acceso a ciertos másteres con una nota de corte elevada. "Una de mis amigas está haciendo Ingeniería Química y tiene un expediente brillante. Quiere el premio fin de carrera porque le van a dar un dinero que necesita, eso le impediría la posibilidad de poder adquirir esas becas –afirma Lucía Curero, estudiante de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Oviedo– objetivamente y como estudiante yo no quiero que me regalen mi carrera. A mí me da igual un 5 que un 6, pero hay gente que lleva años trabajándoselo para algo". "Lo que queremos los estudiantes es aprender y formarnos en nuestra materia. Suspender el curso con un aprobado general le quita todo el sentido –indica un portavoz de Estudiantes en Movimiento (EeM), de Granada–. Creo que sí que puede ser realista en ciertos cursos de secundaria o primaria porque los calendarios son más amoldables y en el curso siguiente se pueden recuperar ciertos conocimientos, pero tanto en los estudios universitarios como en Bachillerato no se puede poner aprobado general".

Universidad de Granada

Un plan Bolonia muy deficiente

La Universidad de Granada se encuentra en una situación similar a la de las universidades gallegas, un sistema que no es capaz de soportar una docencia virtual. "Dos días seguidos se cayó la plataforma PRADO (Plataforma de Recursos de Apoyo Docente), que es el sistema donde los estudiantes tienen tanto el material de las clases como el propio acceso a las clases online. En ese momento se generó el miedo de qué va a pasar con los exámenes. Cuando haya una prueba y esté todo el mundo conectado colapsará la página", afirman desde Estudiantes en Movimiento.

Desde la organización piden que "en la situación en la que estamos, se tenga en cuenta lo opinión del estudiantado", algo que subrayó en su momento el ministro de Universidades, Manuel Castells, y que según parece no se está adoptando en la mayor parte de las universidades. La falta de adaptación al plan Bolonia es uno de las principales causas para que esta docencia no pueda llevarse a cabo. "Nos encontramos con que ni tenemos normalizada una evaluación continua, ni los requisitos según Bolonia del número de personas por aula. En la mayoría de grados universitarios hay unas 90 personas por aula. Si las clases hubieran sido más reducidas y si la universidad tuviese los recursos que debería tener hubiese sido más fácil esa transición hacia unas clases telemáticas", sentencia uno de los portavoces de EeM.

Las relaciones con las instituciones tampoco son fáciles en esta Universidad desde la llegada del estado de alarma. "Aquí en Granada tenemos bastante relación con los órganos de la Universidad y siempre intentamos mantener una buena comunicación. Por su parte hay un continuo silencio. Desde la asociación de estudiantes se ha hecho llegar nuestras quejas, pero nos han hecho cero caso", afirma el portavoz.

Sobresaliente en ansiedad y en desigualdad de clases

A todos estos problemas, meramente académicos y organizativos, se suma la situación general provocada por la crisis sanitaria y el confinamiento, que perjudicaría gravemente el rendimiento académico de los universitarios. "El estudiante tiene estrés, ansiedad y nervios ante la expectativa de cómo avanza el curso y la situación general. Estamos viviendo algo excepcional y los estudiantes no estamos tan centrados. Creo que se tiene que trabajar con esto y, al final, también se genera una gran segregación de los estudiantes que tienen menos poder adquisitivo", denuncian desde EeM.

La clase social es otro factor fundamental a tener en cuenta en esta crisis de la que tampoco se escapan los universitarios. El miedo a perder la beca, asumir un coste desproporcionado en la próxima matrícula o no disponer de los medios telemáticos adecuados tienen el rostro de los jóvenes pertenecientes a clases más bajas. Además, tal y como señala Estudiantes en Movimiento, "no todo el mundo tiene en su casa la forma de conciliar suficiente o necesaria para seguir docencia telemática". Desde la organización estudiantil también exigen "la devolución del dinero a la gente que no pueda seguir con las clases". "Hay universitarios que no pueden seguir pagando el alquiler porque no están teniendo ingresos. La Universidad podría ceder parte de las residencias públicas, colegios mayores o algunos recursos como becas extraordinarias", señalan.

Además hay "residencias que han dejado a los estudiantes en la calle viéndose obligados a volver a sus casas". En la mayoría de estas instalaciones el pago es anual y "los meses que han cerrado parece que no los van a devolver o van a devolver la mitad aunque no están haciendo el servicio", afirman desde el EeM. Como ejemplo, subrayan el caso de una compañera de origen marroquí que estaba en "una residencia de estudiantes que ha cerrado, se ha visto en la calle y las fronteras estaban cerradas por lo que no pudo volver a su país. Se ha tenido que buscar compañeras de clase que le han abierto las puertas de su casa".

Notables iniciativas por parte del estudiantado

Desde Estudiantes en Movimiento crearon iniciativas para poder aliviar el peso que los universitarios están soportando en estos días. La creación de un banco de apuntes "para facilitar la docencia a la gente que no puede acceder a las clases" y están trabajando en una asesoría educativa "desde la que gente de cursos superiores ayuda a otros estudiantes con problemas en algunas asignaturas".

Universidad de Oviedo

Deficiente en comunicación institucional

"Los profesores van por libre, hay de todo, supuestamente tenían hasta el día 20 de abril para decirnos cómo iban a ser los exámenes, de algunos de ellos no tenemos noticias desde hace casi dos meses". Así comienza su relato J.F., estudiante de Medicina en la Universidad de Oviedo. Una de las principales quejas de estos alumnos es la falta de concreción por parte del rectorado: "Escriben mucho pero dicen bastante poco", afirma. Pero no solo los estudiantes perciben palabras vacías por parte de los órganos institucionales, la percepción del profesorado coincide. Lucía Curero, estudiante de Ingeniería Industrial Mecánica, afirma que algunos profesores manifiestan ese malestar durante las clases online. "Hasta los profesores lo mencionan en clase, 'estaba mirando el correo que me mando el rector, pero como tampoco dijo nada…'", afirmaba una de sus profesoras la semana pasada.

El día 20 de abril se informó al alumnado que se facilitarían las pautas de la evaluación, pero aún hoy se desconoce cuál va a ser el calendario definitivo para las asignaturas que, según el criterio del profesor, deben ser presenciales. "Se supone que el 20 de abril ya tendríamos una planificación. Es 27 y hay asignaturas que tengo en el aire. Entiendo que es muy difícil organizarlo, pero que tampoco nos digan una fecha cuando no la van a cumplir", protesta Lucía Curero, que también percibe que la mayor preocupación del profesorado es "preservar el hecho de hacer de manera presencial los exámenes y que no copien los estudiantes".

Tras más de una semana desde esa fecha clave, J.F. cuenta a infoLibre que "los profesores que decidieron hacer exámenes online los van a hacer en la fecha establecida". Pero quienes abogan por el examen presencial aún no cuentan con fecha, aunque sí "garantizan que no va a ser nunca antes de junio". Además desconocen si a esos exámenes se sumarán los de la convocatoria extraordinaria en las mismas fechas. "Lo que pedimos al decanato y al rectorado es que nos den una fecha concreta con bastante antelación. No nos vale que nos digan a principios de mayo que el examen va a ser en dos semanas. Evidentemente no podemos preparar la asignatura y mucho menos las cinco o seis que tenemos por cuatrimestre. Al margen de que la evaluación fuera online o presencial, que nos den una fecha concreta con un mes de antelación", afirma J.F.

A esta incertidumbre se suma la imposibilidad de examinar o realizar prácticas mediante grupos reducidos, ya que en la mayoría de universidades públicas esos grupos a los que aspiraba el plan Bolonia nunca llegaron a materializarse. "Solo en la asignatura de Materiales, somos 320 matriculados. Respetando las normas de seguridad, por muchas aulas que tenga la EPI (Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón), es inviable", afirma Curero.

Aprobado raspado en las carreras más prácticas

Y, ¿cómo se gestionan carreras eminentemente prácticas con una docencia virtual? En el caso de Medicina las prácticas en hospital quedaron canceladas una semana antes del decreto del estado de alarma por lo que J.F. cuenta con tres asignaturas en las que no pudo realizar las prácticas. Explica que "los profesores tampoco nos dicen si nos las van a hacer más tarde o no. Damos por hecho que no nos pueden suspender por no haber hecho las prácticas de hospital, pero no lo sabemos. Nuestra carrera es muy práctica y las prácticas en hospital son fundamentales para aprender".

En el caso de Ingeniería y algunas prácticas concretas, tal y como señala Lucía Curero, "las he podido seguir haciendo, pero he tenido que descargarme un programa que es piloto. En mitad de una práctica, como es una demo no te deja guardar según vas haciéndola, se me cerró y tuve que repetirla desde el principio. Como el profesor es enrollao me dio una hora más".

En cuanto a los exámenes online también hay notables diferencias. En las carreras más teóricas la aplicación de exámenes tipo test puede ser una alternativa, pero en el caso de Ingeniería evaluar los conocimientos de esta manera no es posible. "Una de las modalidades que se plantea desde la Universidad, con el fin de evitar que se copie, es poner equis tiempo por pregunta, pero no te da la opción de volver atrás. No puedes revisar el examen o si te atascas en el primer ejercicio no se puede pasar al siguiente y volver atrás. Algo que en un examen en papel es muy habitual. No te dan la libertad de poder rectificar o repasar".

Notable esfuerzo por gran parte del profesorado

La historia se complica para quienes presentan el Trabajo de fin de Grado (TFG) este año. Es el caso de M.G., estudiante de doble grado en ADE y Derecho. A esta asturiana solo le queda para terminar ambos grados el depósito y posterior presentación del TFG de Derecho en el que lleva trabajando todo el año. "Con el doble grado ya nos tenían olvidados, pero con esto del estado de alarma más aún", cuenta al otro lado del teléfono. El mayor problema con el que se están encontrando estos universitarios es la falta de respuesta por parte de sus tutores, debido a la gran carga de trabajo que está soportando parte del profesorado, y la falta de concreción en cuanto a fechas de entrega. "Antes del estado de alarma le mandaba mensajes y no tardaba nada en contestarme, ahora pueden pasar diez días sin tener una respuesta", explica. Teniendo en cuenta que el depósito de estos trabajos es en mayo, si no se ven modificados los plazos las correcciones son vitales para continuar el proyecto.

Como la mayoría de estudiantes, M.G. entiende las circunstancias del profesorado y achaca las mayores responsabilidades de este descontrol a las instituciones académicas. "A menos de diez días de que supuestamente empiecen los periodos de los TFG, no se sabe nada de fechas de prescripción, ni de depósito", lamenta M.G.

Algunos profesores se manifestaron públicamente ante la situación límite que estaba soportando el alumnado de la Universidad de Oviedo, como es el caso de Pedro Fortuny, profesor de Métodos Numéricos y Ampliación de Cálculo en la EPI. En un correo difundido por él mismo a los estudiantes al que ha tenido acceso infoLibre, hace un llamamiento al alumnado a ir "a los medios (Facebook, Twitter, Instagram, cartas a periódicos…)" y quejarse "del Rectorado y la Dirección de la Escuela por no tomar decisiones prontas y claras" y advierte de que "retrasar las decisiones es casi siempre la peor decisión".

"A mí me ha resultado tremendamente penoso que, después de que solicitáramos explícitamente el retraso de las fechas, no hayan dicho nada al respecto", explica este profesor de Matemáticas, que invita a leer esta reflexión [ver aquí] a todos los estudiantes, ya que considera que se les "está tratando como supuestos delincuentes". Añade que "este correo electrónico no es privado. Si alguien quiere citarlo puede hacerlo: soy consciente de lo que escribo y de por qué lo escribo".

Suspenso en transparencia

Otro de los mensajes más comentados de los órganos institucionales fue el porcentaje de seguimiento de la actividad docente no presencial. Aquí lo puedes leer en este documento:

Tanto Lucía Curero como J.F. y M.G. advierten de que esos porcentajes no se corresponden con la realidad de las Facultades de Ingeniería, Medicina y Economía, respectivamente. "En casi dos meses de docencia virtual no tuve ni 10 clases online. Desde la Asamblea de Estudiantes de Medicina y Ciencias de la Salud nos comunicamos con gente de todos los cursos y para nada tenemos esos porcentajes", afirma J.F.

Universidad Complutense de Madrid

Los másteres, la prueba de que los grupos reducidos son el mejor "antídoto"

La prueba de que los grupos reducidos hubieran sido más efectivos en la gestión de la docencia en esta crisis sanitaria la encontramos en los másteres. Romina Morales y Daniel Andrés estudiaron Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y ambos continúan sus estudios de posgrado en su alma mater. "Se está acostumbrado a la transmisión pasiva, es decir, los alumnos reciben pero no son una parte constructiva. Eso, al final, se transforma en opacidad, en elementos unidireccionales, es decir, yo decido por ti. En ningún momento se nos ha preguntado a nosotros cómo gestionarlo. Somos una parte activa pero, sin embargo, no tenemos ni voz ni voto", afirma Romina, que se encuentra cursando un máster en Comunicación de Organizaciones.

Su ejemplo dista mucho de la realidad de Daniel, que estudia un máster de Radio, organizado por la UCM y el Instituto RTVE-RNE. "Siempre han sido muy abiertos con nosotros, nos han dejado claro que se iban a adaptar al ritmo de trabajo del grupo", señala. Aunque ambos estudios pertenecen al mismo ámbito académico, Comunicación, el posgrado que cursa Daniel es eminentemente práctico y puramente presencial, por ello al comienzo de esta crisis el nerviosismo por parte de los estudiantes era más que entendible. "En un primer momento hubo mucho descontrol, no se sabía muy bien cómo iban a hacerlo. Mandamos un correo explicando todas nuestras dudas, lo que en ese momento nos generaba bastante ansiedad, cómo se iban a hacer las clases, las prácticas… teníamos la sensación de que íbamos a perder el año –relata Daniel al otro lado del teléfono–. Fueron muy claros diciéndonos que no tenían ni idea, que estaban intentando saber por dónde iba la UCM, por dónde RNE y por dónde el instituto de RTVE. Había que sentarnos entre todos y ponernos unos plazos. Y efectivamente en unos 15-20 días nos mandaron un calendario provisional. Venía todo bien detallado incluyendo la forma de hacer el TFM. Eso nos tranquilizó bastante".

Daniel agrega que "si todo va bien, volveremos en junio, si no entre septiembre y octubre, y haremos todas las prácticas con las que contaban al principio de curso", ya que además las instalaciones que usaban tanto los del máster de radio como los de televisión se están utilizando para hacer programas. "Ahora no tendríamos a un sitio donde volver a hacer las clases", explica.

La situación de Romina es muy distinta a la de Daniel, aunque reconoce que "no es tanto que se haya llevado mal, que también, sino que es un síntoma de lo que ya venía de atrás". "Hay una comunicación, por ejemplo, de la coordinadora del máster, luego te envía un correo parecido un profesor, luego otro parecido otro y cada uno dice una cosa distinta. Tiene que haber ahí una comunicación común y fluida, los estudiantes tendríamos mucho más que decir".

Este máster no necesita, a diferencia del de radio, una presencia física por lo que han continuado con el calendario como estaba establecido. "Nosotros tenemos suerte porque desde un inicio no había exámenes. El sistema se basa muchísimo en evaluación continua y en trabajos. Entonces eso se ha mantenido con la lógica depreciación de la calidad de la enseñanza, pero son los mismos trabajos, la misma forma de evaluar, pero con clases de peor calidad y guisándotelo un poco tú sola", afirma Romina. "En el momento en el que dos personas estemos poniendo el micro a la vez para intervenir el sistema se cae, te echa de la sesión. Hay mil problemas. La situación lleva una adaptación de dinámicas y técnicamente el sistema da para lo que da".

El cómo se ha gestionado la docencia de estos dos másteres tiene mucho que ver con el número de alumnos. 26 en el caso del máster de Radio y unos 50 en el de Comunicación de Organizaciones. En el caso de los estudios de grado las clases son mucho más numerosas, lo que complica aún más la gestión académica. Hace diez años de la "implantación total" del plan Bolonia, plan que no ha llegado a materializarse en la mayoría de universidades españolas principalmente por los recortes que impidieron la reducción del número de estudiantes por clase. Así nos encontramos con que alumnado y profesorado en plena crisis pandémica están teniendo que adaptarse a plataformas digitales que no soportan una gran afluencia, una evaluación continua sin desarrollar y grupos abismales de alumnos que quedan relegados a un mero sujeto pasivo.

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