Terremoto en el tablero político

De cuatro diputados en Castilla y León a un edil en Zaragoza: así perdería el PP plazas fuertes con un pequeño movimiento 'naranja'

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en el homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

El terremoto político en Murcia, con una fuerte réplica en Madrid y suaves temblores al norte y al sur ha abierto una brecha destacable entre dos formaciones –PP y Ciudadanos– cuyo respaldo mutuo resulta decisivo a nivel municipal y regional. En las últimas horas, los líderes de ambos partidos, Pablo Casado e Inés Arrimadas, respectivamente, no han dudado en acusarse abiertamente de juego sucio. El primero, asegurando que la dirigente naranja le telefoneó tres horas después de la moción de censura en suelo murciano. La segunda, afirmando que comunicó a su homólogo a primera hora del miércoles que no habría un movimiento similar en la Asamblea madrileña. Sea como fuere, un día después del seísmo en el ambiente sigue persistiendo una cierta calma tensa. Y todos los ojos se sitúan sobre posibles movimientos del partido naranja, una formación que trata de ir capeando como puede las tensiones internas al tiempo que intenta frenar su descomposición. No es de extrañar. Sus diputados y concejales son claves para la supervivencia del PP en las autonomías que controla y la gran mayoría de sus capitales de provincia. En algunos lugares, la gobernabilidad llega a depender de uno solo de sus representantes.

Desde el Gobierno se ha hecho especial hincapié en las últimas horas en que lo ocurrido en Murcia y Madrid no hace más que revelar hasta qué punto el PP está “en la cuerda floja en todos los territorios”. Una debilidad de tal calibre que en la mayoría de comunidades y plazas fuertes a nivel local ni siquiera sería necesario un giro de Ciudadanos al completo para hacerles caer. Una simple ruptura en las filas naranjas fruto de tensiones internas podría hacer que todo salte por los aires. En Castilla y León o Andalucía, el posicionamiento de solo un tercio y un cuarto del grupo al lado de las formaciones de izquierdas quebraría los cimientos de los actuales Ejecutivos de coalición, que han dedicado las últimas horas a hacer llamamientos a la tranquilidad tras el derrumbe de los Gobiernos murciano y madrileño. Lo mismo ocurre en ocho de las trece capitales de provincia en manos de los conservadores, donde el movimiento de entre uno y tres ediles naranjas podría causar un cambio de rumbo en el Consistorio. En otros tres, es necesario o que se mueva todo el grupo de Cs o articular una aritmética parlamentaria más complicada.

De todas las regiones bajo la lupa, en la única que parece a estas horas que todo el pescado está vendido es en Murcia, donde empezaron los temblores que posteriormente se extenderían por toda la geografía nacional. En esta comunidad autónoma, todas las miradas están ya puestas en la moción de censura registrada por PSOE y Ciudadanos. Sólo con los votos de ambas formaciones, hay fuerza suficiente como para desalojar al conservador Fernando López Miras de la Presidencia autonómica. Sin embargo, a la iniciativa se sumarán también los dos parlamentarios de Podemos, lo que refuerza la ofensivaofensiva. Con el apoyo de los morados, serían suficientes cuatro de los seis miembros naranjas en la Asamblea para que la moción prosperase sin problemas. Uno menos, tres, son los parlamentarios que la suma de PSOE, Más Madrid y Podemos necesitaría en suelo madrileño para desalojar a Isabel Díaz Ayuso en caso de que la justicia permitiese que se llevaran a cabo las mociones presentadas en la región. No sería complicado recabar esos apoyos. Y menos después de todo lo vivido en las últimas horas.

Cuatro diputados en Castilla y León

En las otras dos autonomías bajo la lupa, Andalucía y Castilla y León, se vive una suerte de calma tensa, aunque por el momento los Ejecutivos se mantienen en pie. En la primera, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno (PP), y el vicepresidente, Juan Marín (Cs), coincidieron el miércoles, tras la explosión de las bombas en Murcia y Madrid, en reivindicar la “estabilidad” del Gobierno y en garantizar su estabilidad. Sin embargo, las aguas están lejos de la calma. En las filas naranjas, hay una referente dentro del Ejecutivo, Rocío Ruíz, consejera de Igualdad, que afirma ya claramente que su partido debe ser capaz de “formar gobiernos a izquierda y a derecha”. En unas resonantes declaraciones a la cadena Ser el martes, Ruiz, posible candidata a convertirse en aspirante de Cs a la presidencia de la Junta, se mostró partidaria de un gobierno “regenerador, moderno, progresista en lo social”. No eran unas declaraciones pensando en ahora, pero sí abrieron un escenario de agrietamiento de los bloques. En esta comunidad, donde la mayoría absoluta está fijada en 55 asientos, el bloque de izquierdas suma 50. Un giro de solo media decena de parlamentarios naranjas en un momento dado sería catastrófico.

En suelo andaluz, por el momento, no hay ningún movimiento a nivel parlamentario de las fuerzas progresistas. No así en Castilla y León. En esta región, a la vista de que Ayuso se había anticipado a la oposición con el adelanto electoral, los socialistas acudieron raudos al registro para presentar una moción de censura. En este territorio, donde el presidente y vicepresidente –Alfonso Fernández Mañueco (PP) y Francisco Igea (Cs)– han dado una rueda conjunta para asegurar que la estabilidad está garantizada, entre socialistas y Podemos suman juntos 37 asientos. Teniendo en cuenta que la mayoría absoluta está fijada en 41 procuradores, se necesitaría al menos el movimiento de 4 diputados naranjas. O de solo 2 si se sumaran a la iniciativa también Unión del Pueblo Leonés (UPL) y Por Ávila, una escisión del PP. Desde las filas socialistas se lleva aireando en la última semana contactos con miembros de la formación naranja. Igea trató el miércoles de zanjar cualquier tipo de debate diciendo que no se apoyaría la iniciativa. Sin embargo, hay que recordar que el grupo parlamentario está dividido entre los seguidores de Igea y el llamado sector oficialista.

Las capitales de provincia

A nivel municipal, hay tres lugares en los que un pequeño soplido que salga del partido de Inés Arrimadas tumbaría alcaldes conservadores. Es el caso de Málaga, Zaragoza y Badajoz. En las dos primeras ciudades, la mayoría absoluta está fijada en 16 ediles, mientras que la suma de PSOE y Adelante Málaga –en el primer caso– y PSOE, Zaragoza en Común y Podemos –en el segundo– se sitúa en la quincena. En Badajoz, los socialistas y Recupera Badajoz aglutinan trece asientos en el consistorio, mientras que la mayoría absoluta se sitúa en los catorce. Es decir, que el movimiento de solo tres concejales naranjas, uno por cada una de las ciudades, haría que se viniera abajo el poder conservador. No obstante, en las últimas horas los máximos representantes municipales de Ciudadanos en los tres consistorios han salido a asegurar que van a garantizar la estabilidad. O, al menos, mientras los conservadores cumplan con los acuerdos. “No pactamos siglas, sino proyectos útiles para los ciudadanos y mientras se cumplan no hay problemas, algo que no ha ocurrido en Murcia”, ha señalado Sara Fernández (Cs), vicealcaldesa de Zaragoza.

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Es la tónica que se ha seguido también en Madrid, Salamanca, Córdoba y Alicante, donde un ligero movimiento puede provocar un auténtico terremoto. En las cuatro ciudades, PP y Ciudadanos también han salido en tromba a despejar el fantasma de la inestabilidad. En la capital, el alcalde, José Luis Martínez Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, han escenificado su unión en una rueda de prensa conjunta tras la Junta de Gobierno: “Nosotros no nos lanzaremos cuchillos”. La misma sintonía trasladaron alcalde y primera teniente en Salamanca a través de redes sociales con un mensaje conjunto: “Perder el tiempo en el quítate tú para ponerme yo, en estas circunstancias, es un pecado imperdonable”. En estos cuatro territorios, la suma de las fuerzas de izquierdas se queda a dos ediles de una mayoría absoluta, por lo que el movimiento de solo un par de concejales naranjas hacia el otro lado del tablero político sería mortal para los conservadores. Es decir, que estos consistorios podrían caer con solo el movimiento de ocho piezas de Ciudadanos.

A tres ediles de caer estaría, por su parte, el alcalde de Oviedo, el conservador Alfredo Cantineli. Sin embargo, como se ha hecho en el resto de plazas fuertes, también aquí los naranjas y el PP han llamado a la calma. “Los pactos se fundamentan en la confianza y la lealtad, y mientras esos parámetros se sigan manteniendo, es bueno para los ciudadanos”, ha afirmado el primer teniente de alcalde, Ignacio Cuesta (Cs), quien ha comparecido en rueda de prensa conjunta al lado del regidor. Lo han hecho pocas horas después de que desde las filas socialistas señalasen que estarían “encantados de estudiar” un posible gobierno de coalición con los naranjas en la ciudad si Ciudadanos estuviera “mal a gusto” en el Ejecutivo local. Tres serían también los ediles necesarios en Teruel para que prosperara una moción que aglutinaría a hasta media decena de formaciones diferentes. Es, en resumidas cuentas, todo el grupo municipal naranja. Lo mismo ocurre en Murcia, donde ya se ha acordado una moción de censura que cuenta con todos los ediles del partido liderado por Inés Arrimadas.

En Santander, sin embargo, la aritmética es algo más complicada. La mayoría absoluta está en 14 concejales. Socialistas y Unidas Podemos suman 8, una cifra que con el PRC se incrementaría hasta los 13. En ese caso, bastaría con uno de los dos ediles naranjas para hacer caer al alcalde. No obstante, sin los regionalistas cántabros, la ecuación no puede resolverse. Tampoco salen las cuentas en Almería y Ceuta, donde los conservadores con la extrema derecha aglutinan la mayoría absoluta de los consistorios.

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