PROTESTAS DE AGRICULTORES

Las derechas usan las protestas agrícolas para enfrentar en las urnas el campo con la ciudad

Centenares de tractores han tomado el centro de Barcelona durante la marcha agrícola formada por centenares de tractores.

Campo versus ciudad. Esta es una de las grandes dicotomías electorales que se han abierto en muchos países. Y las derechas han puesto sus ojos también en España para atraer a votantes y emular el éxito en las urnas que lograron en otras citas con ese factor determinante Donald Trump en Estados Unidos o los partidarios del Brexit en Gran Bretaña.

El voto del mundo rural puede ser vital en próximos comicios como los gallegos del 18 de febrero o los europeos del 9 de junio. Una tendencia electoral que impregna todo el continente con los partidos de derechas y de extrema derecha compitiendo por el voto del campo. Además, repitiendo parámetros que se empiezan a escuchar también en España, como la supuesta excesiva regulación de la UE a favor de políticas verdes o el elitismo de las clases urbanas con costumbres como el veganismo. Hasta Alberto Núñez Feijóo (PP) mandó un mensaje en el Congreso este miércoles contra la Unión Europea en su cara a cara con Pedro Sánchez en la sesión de control: "Le estamos viendo demasiado centrado en cambiar los criterios de la Fiscalía. Debería escuchar a la agricultura, porque no aguanta el dogmatismo ambiental de su Gobierno. El problema de los agricultores de España no sólo está en Bruselas, está en las bancadas de su Ejecutivo".

Al calor de las tractoradas, las derechas se lanzan a por ese voto. Ahí ven espacio electoral para crecer. Sobre la mesa tienen esos referentes internacionales, como el caladero que logró entre gente mayor en zonas rurales el expresidente Trump en su primera victoria. Un perfil que también se decantó en Reino Unido por apoyar el Brexit. Combinando aspectos de la tradición con la incertidumbre por la globalización.

Vox busca su "sostén" electoral

Ana Salazar, politóloga y directora de investigación de Idus3, analiza la situación política en España y pone el contador en las elecciones municipales del 28 de mayo con la desaparición de Ciudadanos. Los populares y la ultraderecha, continúa, optaban por pescar en el caladero naranja y Génova 13 subió especialmente en las zonas urbanas. En cambio, los de Santiago Abascal vieron que les funcionaba especialmente el flanco rural. De las 33 alcaldías que logró la ultraderecha, 20 fueron en Castilla y León y nueve en Castilla-La Mancha. Por eso ahora los populares también se fijan en el campo.

Son zonas, como subraya Salazar, con una fuerte presencia del sector agrícola, la caza y las tradiciones. Algo en lo que se detuvo el Partido Popular en sus análisis postelectorales. A la vez, la ultraderecha, prosigue la politóloga, ha ido creando una red en estas zonas a través de sus concejales y es ahora un sector vital para su propia supervivencia como partido después de haber pinchado a nivel general. Ve a los de Abascal queriendo convertir este espacio electoral como su “sostén”.

"Carne de cañón para el populismo"

Vicente Pinilla, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza y experto en temas de despoblación, explica que hasta ahora no había una diferencia sustancial entre voto rural y urbano. De hecho, sostiene que la tendencia en las zonas agrarias tiraba más hacia la izquierda, pero cree que especialmente Vox ha visto potencialidad de captar votos en en ese ámbito por una serie de circunstancias. Comenta que hay zonas y sectores de la población que se sienten en situación de desventaja por factores como las complicadas normativas que vienen de la UE, la pesada burocracia y las exigencias medioambientales que hacen que se sientan que compiten en condiciones desfavorables respecto a mercados de fuera de la Unión Europea.

“Hay un polvorín en el medio rural, hay una sensación de agravio. En ese clima ha razones objetivas y otras más discutibles. Además, en el contexto de la situación económica global hay zonas que se están quedando atrás”, señala Pinilla, que añade: “Hay perdedores y ganadores, es la percepción que hay en zonas rurales, la sensación de que a nadie les importan”.

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Indica al hilo que las manifestaciones de los agricultores se han convertido en un “elemento de presión fuerte”, que ha provocado una “rapidísima reacción de la Unión Europea” como la retirada del plan para recortar los pesticidas en un 50%. Pinilla sostiene que ahora no se puede vaticinar cómo puede afectar en el voto porque hay factores como que los agricultores no representan más del 30% de la fuerza de trabajo en las zonas rurales. “No se puede pronosticar”, remarca, para subrayar que antes precisamente las zonas urbanas eran más de derechas. Pero ahora la situación es “tan compleja y con tantos temas” que no se puede conocer el resultado en los próximos comicios electorales. “La percepción de ciertos sectores de que están maltratados es carne de cañón para el populismo. Puede que el mensaje no tenga éxito, pero lo van a intentar”, resume, recordando en este sentido que Vox ha ido abriendo terreno al exigir las consejerías de Agricultura en sus coaliciones con los populares.

Contra "las élites urbanas que no comen carne"

Ana Sofía Cardenal, profesora de Derecho y Ciencia Política de la UOC, subraya que el campo ha sido electoralmente en España más de izquierdas y cree que los movimientos a nivel europeo buscan que sus demandas sean atendidas y no el apoyo a partidos concretos. Pero subraya que en el caso español, por ejemplo, los partidos de la oposición buscan capitalizar el malestar del sector y están "removiendo el tema". Buscan así confrontar con la izquierda identificándola con los "ecologistas y las élites educadas y urbanas que no comen carne".

Asimismo, cree que las derechas buscan aprovechar ante el sector agrícola que la izquierda es más sensible con la lucha contra el cambio climático. Algo que quieren presentar como un perjuicio para la agricultura: "Van a utilizar este tema para dividir y rascar votos". Por el momento, cree que no se da esta dualidad entre voto urbano y rural como pasa en Estados Unidos, "pero podemos ir hacia ese camino".

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