Violencia machista

La emergencia feminista no cesa e interpela a la responsabilidad de los políticos para aislar a la extrema derecha

Concentración feminista el pasado 20 de septiembre.

El pasado viernes el movimiento feminista llamó a llenar las calles para denunciar lo que calificó de "emergencia feminista". Un estado de la emergencia que se apoya sobre los datos. La semana pasada, seis mujeres perdieron sus vidas como consecuencia de la violencia de género. Tres de ellas, a manos de sus parejas o exparejas, en Valga (Pontevedra), Madrid y Mallorca. Otras tres no aparecerán en los registros: dos familiares de su agresor –exsuegra y excuñada– y otra una mujer trans asesinada en Avilés (Asturias).

El pico de esa semana resulta especialmente llamativo. Teniendo en cuenta las víctimas no oficiales conocidas –no aparecer en las estadísticas impide que muchos otros casos salgan a la luz–, el balance deja seis víctimas en tan solo una semana. La web Feminicidio.net, que investiga desde hace una década los crímenes machistas que no entran en las estadísticas, no es ajena a este fenómeno. Las activistas lo bautizan bajo el nombre "efecto acumulación de casos". Se trata de casos documentados de víctimas mortales que se suceden en un corto periodo de tiempo, en días consecutivos o en el mismo día. Desde el año 2010, momento en que la plataforma comenzó a realizar el recuento, se han registrado 1.065 feminicidios, teniendo en cuenta los oficiales y los no oficiales. De ellos, explica Nerea Novo, una de las responsables de la base de datos, un total de 690 casos (el 65%) se produjeron por el "efecto acumulación". 

Los nombres detrás de las cifras constituyen la fuerza que ha empujado a las organizaciones feministas a salir a la calle, una vez más. Son esos mismos nombres, los de las 44 mujeres asesinadas en lo que va de año según cifras oficiales y 77 según la estimación de las activistas, los que les obligan a no parar de insistir. E insisten no porque los asesinatos hayan aumentado exponencialmente de un año para otro, sino porque no disminuyen. Así lo explica Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género. "Tendríamos que haber avanzado mucho más", analiza, "pero no se ha hecho por una falta de apuesta y por una reacción a lo que ya tenemos".

Ese camino por recorrer, esa falta de apuesta, es la que denuncian las asociaciones de mujeres. La Plataforma Feminista de Alicante fue la artífice de la iniciativa que el pasado viernes clamó por un compromiso frente a la "emergencia" que viven las mujeres. "El 20S fue un éxito, llegó muchísimo más allá de lo que esperábamos, pero seguimos estando en emergencia feminista". Habla la activista Yolanda Díaz, una de las organizadoras de la concentración. Las mujeres apenas se han concedido un fin de semana de descanso y este lunes han retomado su actividad. "No podemos seguir así", lanza la portavoz. Los ánimos están a flor de piel. "Lo bueno de emergencia feminista es que hemos tejido una gran red de mujeres y hombres que no van a tolerar estas cifras de la vergüenza", afirma Díaz. La activista dice no descartar nuevas movilizaciones.

Pero la lucha no se limita al grito de las feministas en las calles, sino que la batalla apunta también a las instituciones. La Plataforma Feminista de Alicante prevé confeccionar un manifiesto, una suerte de decálogo, que las activistas presentarán a los partidos políticos de cara a las elecciones generales de noviembre. "Pediremos que lo firmen y se comprometan a defender los derechos de la mujer y una vida libre de violencia", adelanta Díaz, quien reprocha que las formaciones no hayan "estado a la altura". Entre los requerimientos, uno ocupará un lugar especial: "Que se comprometan a no pactar con aquellos que niegan la violencia de género".

La iniciativa recuerda a la tomada en julio por el movimiento LGTBI. Entonces la asociación Cogam elaboró un decálogo de condiciones para poder participar en el Orgullo. En el documento, el colectivo llamaba a rechazar de plano cualquier pacto con la extrema derecho, lo que provocó que PP y Ciudadanos renunciaran a formar parte del desfile.

Combatir a la extrema derecha   Mientras las organizaciones feministas entretejían la movilización de lo que bautizaron como "noche violeta", los partidos de derechas escenificaban un aparente conflicto. El jueves, frente al Ayuntamiento de Madrid, los grupos municipales se concentraron en repulsa del último asesinato machista en la comunidad. Lo que se anunciaba como un acto institucional, se convirtió en una contienda entre el alcalde José Luis Martínez-Almeida (PP) y el concejal Javier Ortega-Smith (Vox). El desencadenante fue una pancarta expuesta por el segundo: "La violencia no tiene género". Aunque ambos protagonizaron un desencuentro, el fondo del conflicto mostró las evidentes líneas ideológicas que comparten: "Nosotros no vamos a aceptar el discurso de la ideología de género, que es el discurso de la izquierda", apuntó Ortega Smith. "Sabes que no comparto ni la ideología de género ni el feminismo del 8 de marzo", respondió el regidor.

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Aquello se presentó como la muestra perfecta del grito que lanzaban las feministas advirtiendo de un discurso, el de la extrema derecha, que ya se ha instalado en las instituciones. Miguel Lorente recuerda que la violencia, en general, "no es monofactorial ni causal directa" y la violencia machista específicamente "es estructural y juega con las circunstancias sociales para, de alguna manera, buscar su justificación e integrarla bajo la contextualización". 

A ese clima general se suma ahora el refuerzo de un discurso que da alas a los maltratadores. Es la idea de que las políticas de igualdad son de "injusticia social, que se está discriminando a los hombres y a la familia". Como resultado, el "espacio común sobre el cual se justifica y luego se contextualiza la violencia de género está siendo alimentado con este tipo de discursos". Y el sustento ofrecido por Vox no tiene el mismo peso que aquel que pueda proporcionar cualquier otra entidad. Estamos hablando "de una figura institucional, que está en el Parlamento para supuestamente corregir la injusticia". El resultado dibuja "un clima de impunidad" sin el cual "no sería posible que 60 nuevos hombres mataran cada año", razona Lorente. El exdelegado insiste en un mensaje: "Quien mata es el machismo, los machistas son quienes ejecutan".

Coincide Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistan. La activista se apresura en recordar lo "sensible" de la violencia de género, un problema que "solamente es denunciado por el 30% de las víctimas". En este contexto, sucede que las mujeres "tienen una gran desconfianza en el sistema". Esa falta de confianza progresa a medida que los maltratadores se ven "empoderados y fortalecidos" gracias al "respaldo institucional y al apoyo de personas que tienen gran visibilidad pública". El discurso que antes se entendía como marginal empieza a ganar fuerza. "A ellos se les refuerza en su posicionamiento y paralelamente se aumenta la fragilidad de la víctima", advierte Besteiro, quien reconoce estar trabajando sobre posibles acciones legales contra el partido por "alimentar el discurso del odio". 

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