El futuro de Cataluña

La estrategia de alianzas postelectorales del PSOE para Cataluña incluye al PDeCAT

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, interviene en el acto de inicio de curso político de los socialistas en Badalona, a ocho días del 1 de octubre.

El referéndum del 1 de octubre monopoliza desde hace semanas la actividad de todos los partidos con expectativas electorales en Cataluña. Y, aunque nadie está seguro de qué ocurrirá esa jornada ni mucho menos en los días sucesivos, los estados mayores de los partidos que se juegan algo en Cataluña ya han comenzado a diseñar sus estrategias para después de la batalla. Y no todos los escenarios se corresponden. Ni mucho menos.

Unidos Podemos y Ciudadanos han sido los que más claramente han planteado qué esperan de las elecciones autonómicas anticipadas que muchos dan por seguras como la única salida viable a la previsible devastación institucional posreferéndum.

La formación liderada por Pablo Iglesias se prepara para intentar asaltar el cielo en Cataluña. la decisión formal no está tomada, pero la dirección de Podemos da por hecho que será bajo el liderazgo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y con la siglas de Catalunya en Comú. Tiene motivos para la esperanza: las dos últimas veces que los catalanes fueron a votar, en las elecciones generales de 2015 y de 2016, los comuns fueron los más votados (primero con un 24,74%, después con un 24,51%).

 

Pablo Iglesias, Xavier Domènech y Ada Colau se hacen un 'selfie' en un acto político.

El escenario puede ser muy diferente al tratarse de elecciones autonómicas, pero gracias al empuje de Colau, si se confirma que ella será la candidata, la marca catalana de Unidos Podemos confía en revalidar ese liderazgo social y convertirse en el árbitro de un acuerdo para formar gobierno en Cataluña. Transversal en lo territorial (con independentistas y no independentistas) y de izquierdas en lo político. Para conseguirlo necesitan no sólo obtener un buen resultado en las urnas sino también sumar la voluntad de Esquerra Republicana (ERC), la formación del actual vicepresidente, Oriol Junqueras, uno de los principales impulsores del referéndum de autodeterminación del 1-O, y la del PSC, la única formación con poder institucional real en Cataluña que se ha opuesto a la ruptura independentista.

Un tripartito de izquierdas que Pablo iglesias quiere utilizar, de paso, para allanar el camino a una moción de censura que eche al Gobierno de Mariano Rajoy, instale a Pedro Sánchez en la Moncloa y convierta las elecciones catalanas en pieza esencial de un cambio político en España.

De ese modo, calcula el líder de Unidos Podemos, se darían las circunstancias para buscar una reforma constitucional que no sólo acomode el encaje de Cataluña en España sino que haga posible que ese diseño institucional sea refrendado por los catalanes a través de un referéndum acordado.

La pugna entre ERC y Cataluña en Comú

En este escenario, todo depende de quién vaya a ser la primera fuerza: ERC, com apuntan todos los sondeos, o Catalunya en Comú gracias al liderazgo de Ada Colau, como espera Pablo Iglesias. Sin olvidar la voluntad del PSC de participar y bajo qué condiciones, porque su disposición a participarpuede esfumarse si el acuerdo incluye comprometerse a defender un referéndum pactado, tal y como defienden los republicanos y los comuns.

El tripartito de izquierdas que promueve Unidos Podemos es todo lo contrario de lo que defiende Ciudadanos. El partido de Albert Rivera ha asumido un discurso unionista radical, más marcado incluso que el del PP, que aunque sólo sea formalmente sí ha empezado a lanzar mensajes a favor de una negociación con los independentistas e incluso ha aceptado sentarse en la comisión de diálogo promovida por los socialistas en el Congreso para tratar de buscar una salida dialogada.

Ciudadanos, y su líder en Cataluña, Inés Arrimadas, quieren convertir unas elecciones autonómicas anticipadas en una palanca para remover a los independentistas de las instituciones. Y, para conseguirlo, pretenden sumar —bajo su liderazgo— el apoyo de los partidos no independentistas. Incluido, llegado el caso, el de Unidos Podemos.

 

Albert Rivera (izquierda), junto a la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, y otros diirigentes de su partido.

Su argumento no puede ser más sencillo: hay que poner fin a la deriva separatista impulsada por Esquerra, el PDeCAT y la CUP dando “una patada democrática” al proceso independentista, ha llegado a decir Albert Rivera.

Para ello dan por descontado el respaldo del PP (la formación de Mariano Rajoy tiene un peso casi testimonial en la política catalana). Y esperan estar en situación de poner al PSC en el brete de tener que decidir si contribuyen a desplazar a los independentistas o permiten que sigan al frente de la Generalitat. Lo mismo que con Unidos Podemos. En este caso las diferencias son mucho más marcadas que con los socialistas, pero Rivera nunca ha desperdiciado una oportunidad de tratar de acusar a Pablo Iglesias de complicidad con el independentismo y dañar sus expectativas en los territorios menos comprensivos con las aspiraciones nacionales de Cataluña.

Unidos Podemos y Ciudadanos esperan atraer al PSC a sus respectivos escenarios postelectorales. Pero el PSOE tiene otros planes para Cataluña. Su secretario general, Pedro Sánchez, quiere escapar de un frente de izquierdas pero también de uno antiindependentista. La alianza en la que está pensando para después de las elecciones catalanas, si es que estas llegan a celebrarse a corto plazo, tiene como eje al PSC y al PDeCAT.

Los socialistas otorgan enorme valor político a la experiencia de trabajo conjunto con la antigua Convergència en muchos ayuntamientos catalanes, en los que comparten tareas de gobierno, y especialmente en la Diputación de Barcelona. Y eso a pesar de que en las últimas semanas algunos de ellos han sido dinamitados por las discrepancias en torno al referéndum.

 

La portavoz socialista en el Congreso, Margarita Robles, conversa con el diputado de CDC Carles Campuzano.

El PSOE ya trabaja con la expectativa de tender puentes hacia el PDeCAT, o con los restos que queden del partido después de la experiencia de compartir candidatura con ERC. La antigua Convergència, calculan los socialistas, va a necesitar alianzas más allá de Esquerra para reparar los daños que el pacto con los republicanos les ha causado (todas las encuestas coinciden en que la formación de Oriol Junqueras, no el PDeCAT, será la que capitalice en las urnas la experiencia de Junts pel Sí). Y entre los nuevos liderazgos que pueden emerger en el seno del PDeCAT tras las elecciones, el PSOE no pierde de vista a la presidenta de la Diputación de Barcelona, Mercè Conesa.

De ella y de otros líderes del partido esperan capacidad de llegar a acuerdos, especialmente en el marco de la negociación que el PSOE considera inevitable para reformar la Constitución y resolver el encaje de Cataluña en España.

Despejar la posibilidad de una colaboración con el PDeCAT es clave también, conviene no olvidarlo, para construir mayorías en el Congreso, porque el PSOE de Pedro Sánchez es muy consciente de que no tiene perspectivas, ni siquiera a medio plazo, de gobernar en solitario.

El concurso de los ‘comuns’

Pero tender puentes con el PDeCAT no basta al PSC para gobernar Cataluña, si nos atenemos a las expectativas electorales de ambos partidos. Es ahí donde los socialistas están a la espera de conocer qué resultados obtiene la Catalunya en Comú de la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Pedro Sánchez ha tenido especial cuidado en las últimas semanas en no cuestionar los pronunciamientos de la líder de los comuns sobre el referéndum, y tanto él como el PSC y el teniente de alcalde de los socialistas en el ayuntamiento, Jaume Collboni, han salvado en todo momento el acuerdo que suscribieron para gobernar la capital catalana y evitar que sufra daños colaterales como consecuencia del referéndum del 1 de octubre.

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Sin el concurso de Ada Colau, la estrategia del PSOE de llegar a acuerdos con el PDeCAT tiene poco recorrido, porque gobernar quedaría en manos del apoyo que les pudieran prestar el PP o Ciudadanos.

Descontado el PP, sin peso electoral en Cataluña, y a la espera de conocer si la CUP conseguirá sobrevivir en el Parlament al buen resultado que las encuestas pronostican a Esquerra, la mayor incógnita se sitúa en las filas republicanas. En primer lugar, sobre sus liderazgos (su máximo responsable, Oriol Junqueras, tiene por delante un itinerario judicial que bien puede acabar inhabilitándole para el ejercicio de cargos públicos). Y, en segundo lugar, sobre sus alianzas si, como parece, el camino hacia la independencia acaba por torcerse.

Demasiadas incógnitas para anticipar qué escenario acabará por imponerse. Pero, por si acaso, todos trabajan ya con la hipótesis de que una cita con la urnas sea la consecuencia inevitable del 1 de octubre.

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