Europa se lanza a la desesperada a recuperar el terreno perdido en la carrera global de la IA

Estados Unidos y China son los líderes mundiales de la Inteligencia Artificial (IA). Sus dos empresas, OpenAI y DeepSeek, marcan el paso de una tecnología pionera que está revolucionando los procesos de producción, la gestión de datos, el diseño industrial, la toma de decisiones y hasta las búsquedas en Internet. La IA es el presente y en él, la Unión Europea de momento no tiene ni un campeón empresarial y todavía cuenta con una legislación bisoña.
En esta carrera global, Bruselas acaba de lanzar un nuevo fondo de 20.000 millones de euros para financiar la construcción de cuatro grandes factorías de esta tecnología, una propuesta con la que intentar reducir la enorme distancia frente a los rivales estadounidenses y chinos. La nueva financiación engordará la Iniciativa InvestIA que está impulsando la Comisión, con el “objetivo de movilizar un total de 200.000 millones para inversiones de IA en Europa”, explicó su presidenta, Úrsula von der Leyen, al anunciar el nuevo fondo desde París.
“Nos vamos a centrar en aplicaciones críticas e industriales, en lo que será la mayor iniciativa público-privada del mundo para el desarrollo de una IA fiable”. Sin embargo, los Estados Unidos no van a dejar que la UE le arrebate el liderazgo, como manifestó su vicepresidente, J.D. Vance. “Los Estados Unidos son los líderes en la IA y nuestra Administración quiere que así siga siendo. Para salvaguardar la ventaja americana, la Administración Trump se asegurará de que los sistemas más potentes de IA se construyen en los Estados Unidos, con diseño americano y chips manufacturados”.
Desde el equipo de Von der Leyen han explicado en Bruselas, tras el anuncio parisino de la presidenta, que la con esta iniciativa “están aumentando sus esfuerzos” en el campo tecnológico y de investigación de la Inteligencia Artificial y detallan la letra pequeña de la nueva inversión. Algo más de un tercio de los nuevos 20.000 millones de euros serán dinero público, de los presupuestos de la UE y las aportaciones de los Estados Miembros.
Los cálculos de la Comisión Europea sobre esta iniciativa InvestIA de 200.000 millones tienen algo de trampa, porque no es dinero contante y sonante, sino que incluyen los 20.000 millones del nuevo fondo para gigafactorías, integrado por las aportaciones de las arcas comunitarias y las de los Estados Miembros para proyectos en su territorio, sean préstamos, avales o financiación adicional; además del dinero que invierten o invertirán las propias empresas en sus iniciativas. Si la UE quiere impulsar esta inversión mayúscula deberá contar con los gigantes del sector y ahí es donde puede abrir un choque potencial con los Estados Unidos de Trump.
La ubicación de las cuatro gigafactorías de IA todavía es desconocida, pero serían “cuatro veces más grandes” que las siete en funcionamiento en la Unión Europea que han disfrutado de fondos comunitarios para su desarrollo, una de ellas la Barcelona Supercomputing Center. Bruselas reconoce que deberían tener una “computación disruptiva para sectores como la medicina o la ciencia” y que para ello son necesarios “alrededor de 100.000 chips de IA de última generación”. Un esfuerzo mayúsculo que choca con la implantación de esta tecnología en la UE.
Una Europa a remolque en Inteligencia Artificial
La adopción de la IA en las empresas va muy retrasada en los Estados Miembros en comparación con otros socios o rivales internacionales, como los Estados Unidos, China, Japón o Corea del Sur, y también entre los propios países de la UE. Las empresas de Dinamarca, Suecia y Bélgica, tanto PYMES como grandes o multinacionales, son las que tienen esta tecnología más integrada en sus procesos productivos. De media, casi quince puntos que por ejemplo las españolas, según datos de Eurostat. Si nos fijamos en las grandes empresas de estos tres países en relación con sus homólogas españolas, la diferencia está entre los diez y los veinte puntos.
Sin embargo, el verdadero salto sobre IA en el continente no se da tanto entre Estados Miembros sino por el tamaño de las empresas y ahí es donde la Unión Europea tiene un problema. Mientras que más de un 40% de las grandes corporaciones, excepto griegas, croatas, eslovacas y francesas, integran la Inteligencia Artificial en sus procesos, y lo normal es que un 50% o más ya lo hayan hecho, menos de un 20% de las pequeñas empresas lo hacen y hay países como España o Francia donde sólo está incorporada en un 8%.
André Wilkens, director en Ámsterdam de la European Cultural Foundation, abre el debate sobre este atraso del viejo continente en Inteligencia Artificial. A su juicio, la Unión Europea “debe proponer un ecosistema digital resiliente, basado en valores y al servicio del interés público”. El ejemplo de lo que él denomina “E” sería Airbus, por su capacidad para aglutinar e intercambiar recursos y conocimientos en el campo de la aviación hasta llegar a superar a Boeing. Wilkens cree que “un programa europeo para el espacio digital podría lograr un éxito similar”.
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Europa aprovecharía su extensa infraestructura digital, y pasaría a unificarla y expandirla a nivel continental gracias, según Wilkens, a “gravámenes a gigantes tecnológicos no europeos como Facebook, Meta, Google y TikTok”. En París, escuchando las inversiones anunciadas por Von der Leyen, el vicepresidente estadounidense quien dejó esta advertencia. J.D. Vance pidió a “los amigos europeos” que “vean la IA como una oportunidad y no con inquietud” porque en Washington “observan con preocupación los informes de que algunos gobiernos europeos quieren apretar las tuercas a las tecnológicas estadounidenses con presencia internacional. América no puede aceptarlo y no lo hará”.
André Wilkens invita a las autoridades comunitarias y a los Estados miembros a no dejarse amedrentar por este tipo de coacciones, ya que la explosión de la Inteligencia Artificial como tecnología afecta a la soberanía y a la supervivencia europea. “Desde hace un poco más de diez años, la Unión Europea se ha quedado dormida frente al panel de control. Ha ignorado todas las luces que parpadeaban. Las redes sociales estadounidenses, las plataformas chinas y las hordas de troles rusos han socavado nuestras democracias”.
De momento, las inversiones y propuestas anunciadas por la Comisión Von der Leyen están lejos del salto adelante que proponen expertos en el mundo digital como Wilkens, y en su seno albergan un potencial conflicto tecnológico con los Estados Unidos, sumado al que ya se está dando en las redes. En París, el vicepresidente Vance sí quiso apretar las tuercas a la UE mientras su Administración no lo permite con sus empresas, y se quejó de las normas europeas de protección de datos, porque “para las pequeñas empresas navegar a través de esa regulación significa un sufrimiento y costes al tiempo que arriesgan perder fondos masivos. “Para muchas el dilema fácil es en primer lugar bloquear usuarios europeos”, denunció Vance.