María Guardiola adelantó las elecciones en Extremadura soñando con lograr la mayoría absoluta, pero se quedó a cuatro escaños de ese objetivo y volverá a necesitar a la extrema derecha tras las elecciones de este domingo, 21 de diciembre. Su decisión formaba parte de una calculada estrategia del PP para inaugurar un ciclo electoral de victorias autonómicas con el objetivo de desgastar al PSOE y al Gobierno de Pedro Sánchez y, aunque la presidenta extremeña superó el 40% de los votos, solo logró 29 escaños, uno más más de los que obtuvo el PP en mayo de 2023, pese a que en Génova anticipaban que superarían las 30 actas. Su victoria es, por tanto, insuficiente.
Guardiola, sin embargo, discrepa. Minutos antes de la medianoche y tras una larga espera, la candidata del PP compareció para calificar el resultado como una "victoria incontestable": "Tenemos la confianza de la mayoría para continuar con el cambio social y económico", aseguró la candidata del PP, que anunció una inminente "ronda de contactos", aunque evitó citar a Vox. Sí mencionó a su líder, Santiago Abascal, en el turno de preguntas, en el que le pidió una "lectura sosegada" de los resultados. "Ha merecido muchísimo la pena", dijo también, a propósito de la convocatoria anticipada de elecciones y tras el reproche de Vox sobre el coste económico de los comicios.
Los ultraderechistas le contraprogramaron y comparecieron antes de que Guardiola terminase su discurso. "Tenía un discurso muy meditado, pero creo que es mejor recordar lo que dije en rueda de prensa y es que nos encantan las elecciones", afirmó el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster. Por su parte el candidato, Óscar Fernández, se presentó como el verdadero ganador de las elecciones. "Vox ha ganado al bipartidismo en Extremadura", dijo. Abascal le acompañó después, en una comparecencia sin preguntas: "Vox es el verdadero ganador de las elecciones en Extremadura, mientras las dos caras del bipartidismo han visto reducidos sus votos".
Aunque el PP presume de "sumar más que la izquierda junta" y se congratula de la "paliza" que le han dado al PSOE, en palabras del secretario general del PP, Miguel Tellado, son conscientes de que la negociación con Vox no será nada fácil e incluso podría afectar a la campaña en Aragón. Según trasladan fuentes del partido, el líder de la formación, Alberto Núñez Feijóo, felicitó vía videoconferencia a Guardiola por su subida "de más de 4,4 puntos" respecto a 2023 "y por sacarle casi 18 puntos al PSOE". Asimismo, trasladan que el presidente del PP en Aragón, Jorge Azcón, siguió el escrutinio en la sede nacional con Feijóo. "Tras ganarles hoy, ya trabajamos en ganarles de nuevo el 8 de febrero. Ese día Pedro Sánchez ya no debería ser presidente del Gobierno", apuntan. Y añaden: "Les esperamos en 49 días para seguir haciendo en elecciones autonómicas lo que de momento no podemos hacer en unas elecciones generales".
Guardiola emula a Mañueco frente a sus propias expectativas
El optimismo del PP contrasta con los resultados, ya que, a nivel global, la formación se ha dejado unos cuantos votos por el camino. Con el 99,9% escrutado, no alcanzó los 230 mil votos frente a los 237.000 que tuvo hace dos años y medio. Aunque la participación también fue más baja, una de las principales lecturas de la jornada es que las propias expectativas de la baronesa del PP le jugaron una mala pasada. La extremeña no solo no consigue la autonomía que tienen algunos de sus homólogos, como la madrileña Isabel Díaz Ayuso o el andaluz Juanma Moreno, sino que confirma la tendencia al alza de Vox, que podría repetirse en Aragón, Castilla y León y Andalucía, con elecciones en el primer semestre de 2025.
Guardiola llevó por primera vez a Extremadura a unas elecciones anticipadas con la excusa de no poder aprobar las cuentas por el rechazo de Vox. Ahora se enfrentará a ese mismo escenario en la investidura y, además, la extrema derecha podrá exigirle todavía más que en 2023, envalentonada por el buen resultado cosechado. Lo que es indudable es el giro a la derecha en toda la región en lo que, hasta la fecha, era considerado uno de los graneros de votos de los socialistas: las papeletas de ambos partidos suman el 60% de los votos frente al 36% de la izquierda.
El de este domingo es un escenario que recuerda al que ya vivió el PP cuando su presidente en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, provocó un adelanto electoral en 2022 con el que PP buscaba una victoria incontestable que le permitiera gobernar sin necesidad de socios, y un empujón definitivo para el entonces candidato del PP, Pablo Casado, de cara a alcanzar La Moncloa. El barón del PP tuvo, sin embargo, que aceptar a Juan García-Gallardo como su vicepresidente y cerró un acuerdo con Vox que incluía no solo la Mesa de la Cámara autonómica, también el Gobierno de la Junta. Ese resultado marcó el principio de una nueva relación entre ambas formaciones.
Una campaña marcada por los reproches entre PP y Vox
En esta ocasión la formación de Santiago Abascal no quiere tanto los sillones como tener influencia sobre el PP, al igual que sucedió recientemente en la Comunitat Valenciana. Quieren demostrar que ellos son los que dirigen el rumbo de la derecha sin sufrir el desgaste de gobernar. Era la primera vez que se medían en las urnas en su momento más álgido en las encuestas y el propio Abascal se volcó como en ninguna otra campaña, relegando a un segundo puesto a su candidato, Óscar Fernández. La marca es la que tira. Y el resultado así lo confirma: la extrema derecha ha subido nueve puntos, logrando seis escaños más que en 2024. En solo dos años y medio pasan de 5 a 11.
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Durante la campaña, Abascal arremetió con dureza contra los conservadores, hasta el punto de pedir la cabeza de la candidata del PP. "Si Guardiola no es capaz de alcanzar un acuerdo con ese cambio de rumbo en favor de la prosperidad de Extremadura, de la seguridad en las calles y la libertad de las familias, el PP tendrá que decidir si propone otro candidato", dijo en una entrevista con Hoy. Un escenario que los conservadores descartan, si bien fuentes de Génova admiten que les hubiera gustado tener un resultado más holgado para negociar con más margen.
La propia Guardiola respondió acusando de machismo al líder de Vox. Hace dos años aseguró que no podía "dejar entrar en el Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quiénes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera una bandera LGTBI" solo unos días antes de pactar con ellos. Un acuerdo al que llegó especialmente presionada por el PP madrileño y por Feijóo.
Durante la campaña, el PP trató de evitar cualquier tipo de polémica, pero la recta final se complicó mucho para Guardiola por los escándalos machistas que sacudieron a su equipo —tuvo que cesar a su chófer (y primo), que había sido condenado por violencia de género, y también conoció el caso de acoso del alcalde de Navalmoral de la Mata— y por su decisión de no acudir al debate de RTVE. Guardiola, apoyada por Génova, recuperó el fantasma del pucherazo tras el robo de 124 votos custodiados por Correos. La Guardia Civil apuntó a que el robo fue cometido por delincuentes comunes que buscaban sustraer dinero de la caja fuerte, pero en el PP culparon directamente al Gobierno.
María Guardiola adelantó las elecciones en Extremadura soñando con lograr la mayoría absoluta, pero se quedó a cuatro escaños de ese objetivo y volverá a necesitar a la extrema derecha tras las elecciones de este domingo, 21 de diciembre. Su decisión formaba parte de una calculada estrategia del PP para inaugurar un ciclo electoral de victorias autonómicas con el objetivo de desgastar al PSOE y al Gobierno de Pedro Sánchez y, aunque la presidenta extremeña superó el 40% de los votos, solo logró 29 escaños, uno más más de los que obtuvo el PP en mayo de 2023, pese a que en Génova anticipaban que superarían las 30 actas. Su victoria es, por tanto, insuficiente.