La estrategia del PP

La guerra cultural ‘blanda’ de Feijóo: formas suaves para los objetivos de siempre

Alberto Núñez Feijoó junto al presidente de Murcia, Fernando López Miras, este martes en una la feriaen el recinto de IFEMA, en Madrid.

La agenda pública de Alberto Núñez Feijóo busca foros propicios para hablar de impuestos, de la subida de precio de los productos básicos de la cesta de la compra y de las diferencias de criterio entre PSOE y Unidas Podemos, los dos socios que integran el Gobierno presidido por Pedro Sánchez. Son los asuntos sobre los que Génova cree que puede construir un relato capaz de erosionar la mayoría social que aupó a socialistas y morados en las elecciones de 2019.

De esta estrategia forma parte el objetivo de alimentar en la opinión pública la imagen de Núñez Feijóo como un político experimentado. Un buen gestor, aunque el examen de sus trece años en Galicia diga otra cosa, que dedica su tiempo a “las cosas que importan a los españoles”, como él mismo subraya cada vez que le preguntan por algo de lo que no quiere hablar. 

La palabra que más repite es “moderación”, en un intento de poner distancia con el discurso duro de su antecesor en el cargo, Pablo Casado. De ahí que Feijóo rehúya “la batalla cultural” contra la izquierda que practican con entusiasmo tanto Vox como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de su mismo partido. Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del PP por Barcelona y en estos momentos la única dirigente que se atreve a discrepar en público de Feijóo, cree que es un error. “Tendemos a confundir la moderación con la renuncia a dar la batalla cultural. Y no dar la batalla cultural, más que una actitud moderada es una actitud moderadamente suicida. Es resignarse a acabar donde siempre: con suerte llegarás al Gobierno, pero nunca tendrás el poder”, declaró en una entrevista reciente. 

Pero que Feijóo evite la batalla cultural en sus intervenciones públicas, en aras de la imagen de moderación que espera le facilite seguir atrayendo a los votantes que se ubican a sí mismos en el centro, no significa que no respalde el fondo del ideario político de quienes sí la dan.

Basta echar un vistazo a algunas de las posiciones que ha ido defendiendo en los últimos meses para confirmar que, por más que no lo convierta en una bandera para no ahuyentar a los votantes que según todas las encuestas está robando al PSOE, sólo en lo que va de semana ha tomado partido contra la Ley de Memoria Democrática, que acaba de obtener el respaldo definitivo del Congreso y el Senado y va a facilitar las exhumaciones de las víctimas del franquismo, contra la ley trans y contra el modelo lingüístico de la escuela catalana. 

Pero, a diferencia de lo que habría hecho Pablo Casado, Feijóo no ha subrayado su posición en estos asuntos mediante la convocatoria de otros tantos actos públicos en los que remarcar su oposición con presencia de periodistas y cámaras de televisión. El PP se ha limitado a publicar mensajes en redes sociales y a enviar comunicados después de celebrar algunas reuniones con organizaciones afines que ni siquiera contaron con cobertura de prensa. 

El presidente del PP ya optó por un perfil bajo en el agitado debate lingüístico catalán evitando participar en la manifestación que hace tres semanas movilizó a los partidarios de la utilización de español en las escuelas de Cataluña, lo que le valió algunas criticas del ala conservadora de su partido. Y eso que está alineado con lo que defendían los convocantes.

La pelea lingüística 

Este miércoles volvió a defender su apuesta, lo que él llama “bilingüismo cordial”, después de reunirse con una de las organizaciones que promovió aquella protesta, la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB). Génova eligió un formato de segundo nivel para el encuentro, sin convocatoria de prensa, y se limitó a manifestar a través de un comunicado el apoyo del partido “en la defensa del español como lengua vehicular en toda España” para que los alumnos en Cataluña “puedan estudiar en catalán y en español”. 

Pero aunque Feijóo trata de rebajar el combate lingüístico del PP como parte de su apuesta por el “catalanismo constitucional”, lo cierto es que los conservadores, como habían hecho en el pasado, se han puesto de acuerdo con Ciudadanos para intentar que el Constitucional tumbe el modelo de inmersión lingüística que respalda el 80% de la sociedad catalana representada en el Parlament. 

Ese mismo día, el líder del PP renovó su promesa de derogar la Ley de Memoria Democrática que minutos antes había recibido el visto buen definitivo del Senado. En este caso no hubo ni comunicado, se limitó a publicar un apunte en Twitter: “Nos comprometemos a derogar la llamada Ley de memoria democrática, que atenta contra el espíritu de la Transición. Bildu no puede ser el notario que reescriba la Historia de España”.

Este asunto es, probablemente, el principal caballo de batalla cultural de la derecha radical y la extrema derecha y en él la posición de Feijóo es indistinguible de la de Vox. No obstante, el líder del PP lo ignora por completo cuando comparece en público. Sus pocas declaraciones sobre la nueva ley de memoria democrática son en realidad respuestas a preguntas en entrevistas publicadas por diferentes medios.

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Otro buen ejemplo de cómo Feijóo apenas pone el foco en los temas que alimentan la batalla cultural, a pesar de que suscribe las mismas posiciones que sus partidarios, es la llamada ley trans. De nuevo sin convocatoria de prensa, el presidente del PP se reunió esta semana con la autodenominaba Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, una de las organizaciones feministas contrarias a la nueva norma. Feijóo cree que la ley, que inició su tramitación parlamentaria este jueves, supondrá cuando entre en vigor una “involución para las mujeres” y una “desprotección para los menores”. 

Sin embargo, Génova no consideró este asunto lo suficientemente importante como para que su líder lo abordase en público. De nuevo, la posición del partido llegó a través de un comunicado. Y eso que comparte la opinión de que “la norma se guía por unos principios marcadamente ideológicos“ y “vulnera los derechos fundamentales y principios de nuestro ordenamiento jurídico”.

Lo mismo se puede decir sobre la reforma de la Ley del Aborto impulsada por el Gobierno para que las mujeres mayores de 16 años puedan decidir libremente sobre la interrupción de su embarazo aunque no tengan el permiso de sus padres. Pese a la trascendencia social de la medida, y la oposición que despierta en la derecha radical y sus medios afines, Feijóo se ha limitado a abordar el asunto de manera tangencial en algunas entrevistas en medios de comunicación. Ni él ni su equipo de dirección han dado protagonismo alguno a la posición del partido.

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