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23J | Elecciones generales

La mala memoria del PP: de ofrecer a ETA paz por presos al “que te vote Txapote” para embarrar el 23J

Alberto Núñez Feijóo, en el centro, en un homenaje a Miguel Ángel Blanco en Ermua (Bizkaia) el pasado jueves.

Lo hicieron en las elecciones del 28 de mayo e intentan repetirlo ahora. El PP trata, una vez más, de convertir a EH Bildu, y a través de esta formación a la desaparecida ETA, en arma arrojadiza contra el PSOE al grito de “que te vote Txapote”. Alberto Núñez Feijóo lo hace en sus mítines cuando afirma, contra toda evidencia, que Pedro Sánchez gobierna con esta formación o que lo hace a su dictado. El líder del PP exige el levantamiento de un cordón sanitario para aislar a EH Bildu y ofrece sus votos para negarles alcaldías y diputaciones forales.

Una actitud de máxima exigencia que les ha llevado a trasladar toda clase de propuestas: desde pedir su ilegalización, como ha hecho la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, hasta atribuirles la responsabilidad de identificar a los autores de los más de 300 asesinatos que la banda terrorista cometió y siguen impunes.

Poco importa que EH Bildu no sea ETA, ni siquiera Batasuna. Es una coalición de la que forma parte Sortu, el partido en el que se integró el grueso de la militancia de la izquierda abertzale que en el pasado, antes de octubre de 2011, apoyaba la violencia terrorista. Pero donde también están quienes militaban en Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternatiba y se oponían a ETA.

De Alternatiba procede precisamente el diputado de EH Bildu en el Congreso Oskar Matute, que el jueves dejó en evidencia al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, en el Debate a 7 emitido por RTVE:

El propio Feijóo no ha dudado en utilizar el terrorismo como arma electoral en plena campaña. Lo hizo en el Debate a Dos, emitido por Antena 3 y laSexta el lunes pasado, echándole en cara a Pedro Sánchez que acepte en el Congreso los votos de quienes, según él, son cómplices, entre otros, del asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. E insistió en ello el jueves en un homenaje organizado en la localidad vizcaína de Ermua en el aniversario de aquel crimen, convirtiéndolo en un acto electoral en el que dio a conocer las propuestas del programa del PP relacionadas con las víctimas de ETA.

La paradoja es que, mientras el PP invoca razones de ética pública para descalificar a cualquiera que ose hablar o acordar algo con EH Bildu, doce años después de que ETA abandonase la violencia, la historia reciente está llena de ejemplos que ilustran cómo el partido de Feijóo no tuvo inconveniente en hacer todo lo contrario. Eso sí, solo cuando gobierna el PP. Cuando está en la oposición, la actitud es siempre exactamente la contraria.

Un buen ejemplo es José María Aznar, que cambió por completo su política contra ETA en cuanto llegó a La Moncloa en el año 1996. Pasó en apenas unos meses de hacer una crítica despiadada al Ejecutivo de Felipe González, en especial de los programas de reinserción de presos etarras dispuestos a abandonar la violencia (la política correcta es la "que es capaz de conseguir que los asesinos estén en la cárcel y cumplan íntegramente sus condenas y no que salgan a capricho de cualquiera que se le ocurra empezar a soltar terroristas", decía antes de ganar las elecciones), a defender un "final dialogado" de ETA, la organización que un año antes había intentado asesinarle.

“Sin vencedores ni vencidos”

Al año siguiente, apenas cuatro meses después del asesinato de Miguel Ángel Blanco que Feijóo está utilizando en campaña, las declaraciones de altos cargos del Gobierno de Aznar eran inequívocas. El conflicto vasco terminará "sin vencedores, ni vencidos" al final de un "largo proceso" en el que el Gobierno no busca una "rendición total" de ETA, declaró entonces el secretario de Estado para la Seguridad, Ricardo Martí Fluxà. "La palabra rendición total es profundamente ajena a lo que puede suponer la posición del Gobierno en torno a ETA". Y fue más allá: "En 1978, se vio muy claro cuando ETA político-militar quiso abandonar la violencia, se supo muy bien y se interpretó muy bien. El Estado tomó entonces determinadas medidas y manifestó su generosidad", añadió en una declaración que ratificó ese mismo día Miguel Ángel Rodríguez, entonces portavoz de Aznar y hoy director de Comunicación de Isabel Díaz Ayuso.

Esta era la actitud del Gobierno del Partido Popular mientras ETA seguía matando. Solo en 1997 la organización terrorista acabó con la vida de 19 personas entre concejales del PP y de UPN, policías, guardias civiles, ertzainas, magistrados, empleados de prisiones, empresarios y civiles, sin que Aznar cambiase de rumbo. Es más, prometió a ETA que sería generoso si dejaba la violencia.

Fue en una entrevista concedida al diario El Mundo y publicada en marzo de 1998: "Estoy dispuesto a ser generoso si es necesario, a ser comprensivo, si eso ayuda al final del terrorismo, eso es lo que tiene que entender todo el mundo, no es un camino sencillo". "Yo estoy convencido de que en un final dialogado, si se produce un abandono definitivo de las armas, la sociedad española y el Estado sabrá ser generoso y sabrá adoptar medidas que nos sirven para mirar hacia el futuro y procurar que se superen cuestiones tan dolorosas del pasado".

Presos liberados

ETA hizo caso omiso. Asesinó a otros dos concejales y a un guardia civil antes de declarar una tregua en septiembre de 1998. Aznar, que ahora que ETA no existe desde hace años critica los acercamientos de presos a cárceles próximas al País Vasco, respondió acercando a cuatro etarras a cárceles de Euskadi y poniendo en la calle a la quinta parte de los presos de ETA aplicándole el tercer grado.

Las declaraciones de Aznar en aquella época dejan poco espacio a la interpretación. Afirma que ETA no tiene ni siquiera que renegar de sus crímenes: le basta con que los terroristas acepten las reglas de la democracia. El proceso va tan rápido que 15 días más tarde el gobierno anuncia el inicio del diálogo con ETA.

Solo ha pasado un año y medio del asesinato de Miguel Ángel Blanco y apenas cuatro meses del último atentado mortal etarra, pero el líder del PP ya no les llama terroristas. "Por la paz y por sus derechos, no nos cerraremos, sino que al contrario, nos abrimos a la esperanza, al perdón y la generosidad", decía en noviembre de 1998. Un mes después, dejaba claro que de ese camino debía formar parte Batasuna: "El cese definitivo de la violencia es la piedra angular sobre el que asentar el proceso de normalización que corresponde a todas las fuerzas políticas vascas sin ningún tipo de excepción".

La oferta de Aznar

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Aznar era bastante transparente. En enero de 1999 dejó clara su disposición a cambiar paz por presos, diciendo que "quienes defienden la violencia deben ser conscientes de que con ello perjudican las expectativas de quienes están en prisión con una sentencia firme". Entonces se enorgullecía de haber trasladado a la península a todos los presos que cumplían condena en Canarias. El ministro del Interior, Jaime Mayor, a su vez, defendía hacer "lo que fuese necesario, flexibilizar la política penitenciaria, sin exigencias previas, sin negociar la entrega de armas".

Tres meses después, el Gobierno de Aznar se reunió con ETA en Zúrich (Suiza), pero las negociaciones no llegaron a nada y la organización terrorista puso fin a la tregua en noviembre de 1999. El Ejecutivo siguió insistiendo incluso cuando volvieron los asesinatos: "El Gobierno está dispuesto a dialogar en la medida en que ETA no mate; retomar el diálogo depende de la organización terrorista", declaraba entonces el ministro del Interior. Hay que "aprovechar las oportunidades", decía el propio Aznar en marzo de 2000. Un año después, en una entrevista publicada por La Voz de Galicia, llegó a admitir que la independencia vasca es legítima si no se impone por la fuerza.

En aquella época, Alberto Núñez Feijóo, el mismo que ahora, cuando ETA ya no existe, defiende la exclusión de la política de la izquierda abertzale, no era un personaje ajeno al Gobierno de Aznar. Todo lo contrario, como a él mismo le gusta recordar, desempeñó altos cargos en él entre 1996 y 2003.

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