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La mortalidad por covid en las macrorresidencias de Cataluña fue el triple que en centros más pequeños

Militares de la UME se dirigen a desinfectar una residencia en Barcelona, durante la primera ola de la pandemia.

El tamaño de las residencias fue uno de los factores que influyó en la tasa de mortalidad durante la primera ola de la pandemia de coronavirus en Cataluña. Esta es una de las principales conclusiones que extrae un estudio sobre estos centros en Cataluña publicado en el número de septiembre de la revista Epidemiologia. "La mortalidad varía entre un mínimo de un 3,5% que se obtiene en residencias con 30 camas, hasta un máximo del 12% en centros con más de 150. Es una barbaridad", destaca María Victoria Zunzunegui, autora principal de este informe y profesora de la Universidad de Montréal, en conversación con infoLibre. En concreto, el riesgo de morir por covid fue el triple en residencias de entre 150 y 200 plazas que en las de entre 30 y 70. Si se analizan sólo aquellos centros donde entró el virus, el riesgo fue dos veces mayor en las residencias de 150 a 200 plazas que en los de 30 a 70. 

Este estudio se ha publicado en el número de septiembre de la revista científica Epidemiologia, una publicación internacional que, trimestralmente, publica distintos artículos de divulgación sobre todas las áreas de investigación epidemiológica. Su objetivo, según explica la propia publicación en su web, es "proporcionar una plataforma para que científicos y académicos de todo el mundo promuevan, compartan y discutan varios temas en el campo de la epidemiología".

Eso es lo que ha hecho Zunzunegui junto a François Béland, también profesor de la Universidad de Montréal; Fernando García López, médico epidemiólogo del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, y Manuel Rico, periodista de infoLibre que facilitó los datos de los fallecidos en las distintas residencias obtenidos a través del Portal de Transparencia e información sobre la titularidad y gestión de los centros. La investigación que ve ahora la luz es la segunda parte del que se publicó el pasado mes de junio sobre lo que sucedió en las residencias de Madrid y en el que se mostró que el modelo público-privado de estos centros en la región fue "letal" en la pandemia.

No obstante, el caso madrileño no es extrapolable a Cataluña. Aunque sí que es cierto que las residencias de esta región fueron, seguidas de las de la Comunidad de Madrid, las más golpeadas durante la primera ola de la pandemia. Pero aquí se terminan las similitudes. Por un lado, el sector público madrileño "es pequeño, pero aún existe", afirma la autora de ambos estudios. En concreto, hay sólo 25 centros públicos de 475. En cambio, en Cataluña prácticamente "todo es privado o concertado": sólo 20 los gestiona la Generalitat de los 965 que hay en total. 

Por otro lado, en la Comunidad de Madrid el tamaño de las residencias es mucho mayor. "Hay centros con hasta 604 camas", recuerda Zunzunegui. De media, las públicas tienen 250 plazas y las privadas 69. Sin embargo, en Cataluña sólo hay nueve macrorresidencias con más de 200 camas. Aún así, según los datos que se extraen del informe, la mortalidad en esta autonomía depende del tamaño: mientras que en los centros con entre 30 y 70 plazas fue del 4%, en las de más de 150 fue del 12%

¿Por qué aumenta la mortalidad y la incidencia según el tamaño de las residencias?  "Estamos seguros que el vector de entrada eran los trabajadores", sostiene Zunzunegui, ya que durante los meses de marzo y abril se prohibieron las visitas y las salidas de residentes. Y cuanto más grande es el centro, más empleados hay: "El número de trabajadores de un centro suele estar entre la mitad y un tercio del número de residentes". Por tanto, cuantas más camas, más trabajadores y "el número de personas que entra y sale cada día de la residencia es muy elevado". 

Y una vez el virus accede, entra en juego otro elemento: "las condiciones de trabajo". "Sabemos que los trabajadores tienen unas condiciones muy precarias y que no tenían programas de prevención de infecciones y, en aquella época, no tenían ni el equipo ni pruebas diagnósticas", argumenta la autora principal del informe, quien también señala que "con las referencias con las que contamos", la carga de trabajo "influye en la transmisión y en la calidad de los cuidados". 

No es la primera vez que se llega a conclusiones similares sobre la importancia del tamaño de estos centros. En España se han realizado tres investigaciones oficiales sobre los efectos de la pandemia en las residencias de personas mayores: una de la Junta de Castilla y León publicada en septiembre de 2020, otra del Gobierno de Navarra difundida también a final de aquel año y una tercera del Ararteko –el Defensor del Pueblo vasco– que se hizo pública en noviembre de 2021. En las tres se buscaba identificar qué factores pudieron influir en que la crisis sanitaria tuviera mayor impacto y en las tres se llegó a la misma conclusión: cuanto más grande es el centro, mayor el impacto. A esa misma conclusión han llegado estudios en EEUU, Escocia y Gales. Sin embargo, la evidencia científica no ha sido un obstáculo para que los dirigentes de las patronales españolas mantengan lo contrario.

3.887 fallecidos en residencias catalanas

Además, hay otro elemento  a tener en cuenta en la comparativa entre las dos comunidades. "Los datos son distintos en Cataluña porque tenemos la mortalidad por covid, en cambio en Madrid no tenemos esta cifra porque falta una parte, la de las personas que fueron transferidas a hospitales", afirma Zunzunegui, que pone así sobre la mesa el protocolo de exclusión elaborado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y por el que se prohibió durante varias semanas la derivación hospitalaria de ancianos con problemas de movilidad o deterioros cognitivos graves, como desveló infoLibre.

En cambio, en Cataluña, y con datos más completos, durante los meses de marzo y abril de 2020, se registraron 3.887 fallecimientos por covid-19. Por centros, el 52% registró alguna defunción por covid, es decir, la mortalidad fue del 6%. Este porcentaje se eleva hasta el 9% si sólo se tienen en cuenta a aquellas residencias que tuvieron algún caso de infección por coronavirus, que fueron el 65%. 

El papel de la incidencia acumulada

Además del tamaño, hay otro elemento a tener en cuenta: la incidencia de la comarca o área sanitaria. El 80% de las residencias catalanas están localizadas en zonas que tuvieron una incidencia superior a 500 casos por 100.000 habitantes. Y, según explica este estudio, la asociación entre mortalidad y tamaño del centro fue más fuerte en aquellas zonas con una incidencia mayor. "Los trabajadores suelen vivir en la zona que rodea a la residencia", asegura Zunzunegui por lo que es más fácil que el virus entre en el centro. 

En cambio, cuando la residencia está situada en una zona con una incidencia acumulada baja, menor a 250 casos por 100.000 habitantes, "la residencia puede responder mejor, porque no hay tanto virus circulando"

Además, hay otro elemento a tener en cuenta sobre la influencia de la incidencia acumulada. Una vez el virus está dentro de la residencia, los usuarios también contagian a los trabajadores. "Y había muchas bajas laborales y pocos trabajadores, por lo que la calidad de la atención era aún más baja", expone Zunzunegui. 

El caso de las residencias con menos de 30 camas

Esta investigación también destaca el comportamiento diferenciado de las residencias con menos de 30 plazas. En estos centros, la mortalidad alcanzó el 10%. Un porcentaje muy superior al 4% que se registró en aquellas de entre 30 y 70. 

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"En las residencias muy pequeñas una defunción más o menos cambia drásticamente la estadística de mortalidad", asegura Zunzunegui que pone como ejemplo como en un centro con 20 personas, una mortalidad del 10% supone el fallecimiento de dos personas. Además, también explica que "podría ocurrir" que tuvieran más dificultades ya que pueden tener problemas para acceder a servicios médicos debido a que no suelen tener personal sanitario cualificado para establecer tratamientos o para derivar a hospital. 

Las soluciones

Con todos estos datos sobre la mesa, Zunzunegui señala que las recomendaciones son claras. Por un lado, "como la mínima mortalidad se observa en centros con entre 30 a 70 camas", el modelo de residencias debería apostar por un tamaño medio para "hacer frente correctamente a una pandemia como la del coronavirus". 

Por otro lado, y viendo los resultados de la Comunidad de Madrid, "las residencias deberían ser públicas y de gestión pública". "Lo que no podemos recomendar son las plazas concertadas ni de gestión indirecta", insiste Zunzunegui, ya que "cuando el sector público concierta o transfiere la gestión a las privadas, la mortalidad es más alta". 

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