De no pactar con negacionistas al diálogo: las idas y venidas de Guardiola con Vox en Extremadura

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola, durante la constitución de la Asamblea de Extremadura, a 20 de junio de 2023, en Mérida, Badajoz.

María Guardiola vuelve a dar un giro de 180 grados. La presidenta del PP de Extremadura ha cambiado otra vez de parecer en cuanto a la relación de su formación con Vox, abriendo ahora la puerta a alcanzar un "acuerdo programático" con la ultraderecha, con quien comparte la "prioridad" de "pasar página a las políticas socialistas". Lo ha dicho en un correo electrónico que envió este domingo a sus militantes en el que ha asegurado que resulta "imprescindible el respeto" y "el diálogo" con la formación ultra.

Las palabras de Guardiola, que también ha aplazado la Junta Directiva Autonómica y el Comité Ejecutivo Regional convocados para este martes para abordar la situación tras las fallidas negociaciones, han supuesto un giro radical de la posición que mantuvo hasta hace apenas 72 horas, cuando la dirigente conservadora marcaba una línea roja entre su partido y el de Santiago Abascal, marcando también distancias con la posición que el PP ha tenido en otras regiones como la Comunitat Valenciana.

El pasado 21 de junio, de hecho, la presidenta de los conservadores extremeños aseguró que preferiría "quitarse de en medio" antes que "tragar" con una directriz de Génova para permitir que Vox entre el Gobierno regional, como ha pasado en Valencia. Según añadió en una entrevista en el programa Más de uno, de Onda Cero, dijo que la opción "más sensata" para evitar una repetición electoral era que "Vox dé marcha atrás" y apoye su investidura sin formar parte del Ejecutivo de Extremadura. "No hemos engañado a nadie, hemos dicho que no íbamos a gobernar con Vox, que queremos gobernar en solitario", afirmó.

Un día antes explicó sus motivos. "No puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera una bandera LGTBI", dijo en una rueda de prensa refiriéndose, precisamente, al pacto que habían alcanzado en la Comunitat Valenciana, donde ambas formaciones se fijaron objetivos como "sacar la ideología de las aulas", libre elección de centro y de la lengua entre las dos oficiales en todas las etapas educativas, "erradicar la violencia intrafamiliar" —garantizando la igualdad "entre todas las víctimas".

"No me veo capaz de tener en el Consejo de Gobierno a personas que están tan alejadas ideológicamente de lo que yo pienso", aseguró Guardiola, que matizó tener "respeto absoluto a los pactos y acuerdos de cada territorio".

Sin embargo, ese alejamiento entre ambas formaciones se produjo tan sólo unas horas después de que Guardiola ofreciera la Presidencia de la Asamblea de Extremadura a los de extrema derecha, que rechazaron la oferta dejando con ello el cargo en manos del PSOE. Vox, dijo la líder conservadora, había "antepuesto sus ansias de poder al cambio".

Tras el 28M, voluntad de acuerdo

La dirigente no ha sido siempre tan tajante. La noche electoral del pasado 28 de mayo, una vez conocidos los resultados que arrojaron las urnas, dijo estar "convencida de que Vox" quería "lo mismo" que los conservadores, por lo que se mostró abierta a hablar con el candidato ultra en Extremadura, Ángel Pelayo. "Me gustaría ver qué tiene que ofrecer a esta tierra", señaló. Manifestó su voluntad, ya entonces, de gobernar en solitario, aunque no señaló ninguna línea roja con los de extrema derecha, que el 1 de junio, poco después de los comicios, tendieron la mano a Guardiola para iniciar unas negociaciones "sensatas", "definidas" y "sin exigencias previas".

"Una negociación no puede hacerse en base ni a líneas rojas, ni a líneas verdes, ni blancas, ni negras, ni nada de lo que la señora Guardiola se adelantó o se precipitó a comunicar desde el principio de la precampaña y durante toda la campaña", criticó ese día Pelayo.

Tan sólo once días después, el día 12, Guardiola se mostró confiada en que podría anunciar un pacto en los siguientes días, aunque en ese momento no quiso desvelar si Vox entraría o no en el Gobierno, cambiando ya su discurso postelectoral. "Intentaremos cuanto antes ponernos de acuerdo, porque no tengo prisa, pero sí tengo ganas de poner en marcha medidas que necesita esta tierra para salir de la inercia y de la inacción", dijo Guardiola, quien ante las preguntas de los periodistas insistió en "mantener en la privacidad de las conversaciones".

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El pasado viernes, cuando Guardiola todavía mantenía el cordón sanitario a Vox, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, aseguró en la toma de posesión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso —en la que también estuvo presente Guardiola—, que su partido tenía una "divergencia importante" con Vox en Extremadura que les separaba del acuerdo "al menos de momento".

No fue sólo Feijóo, la presidenta madrileña dijo, en una entrevista publicada este domingo en El Mundo, que "en este momento decisivo para España hay que encontrarse con Vox pese a discrepar". "Hay tanto que cambiar en Extremadura, como se ha visto en Andalucía. Sería una gran pérdida para todos no conseguirlo", añadió, asegurando que aconsejaría a Guardiola "tener mucha paciencia y magnanimidad".

La expresidenta madrileña Esperanza Aguirre fue más dura. "Nuestro máximo respecto por Vox, que la mayoría de sus votantes eran del PP. La señora Guardiola, que ha empezado diciendo que ella admite todo, menos Vox, pues no sé qué pretende hacer", criticó.

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