CASO KOLDO

El PSOE se abraza con fuerza al PSC para capear el temporal

Sánchez e Illa en un acto en la pasada campaña de las elecciones catalanas

El viernes 10 de enero de 2020 sonó el teléfono móvil de Salvador Illa. Era un número oculto. Descolgó y al otro lado de la línea estaba Pedro Sánchez: “Salva, he pensado en ti para formar parte del Consejo de Ministros”. Le ofreció Sanidad. El dirigente del PSC le recordó que no era su campo pero contestó: “Presidente, es un honor, cuenta conmigo”. El recién investido jefe del Ejecutivo continuó: “Lo harás muy bien, requiere habilidades negociadoras con las comunidades autónomas, con otros ministerios, con los sindicatos, con las asociaciones profesionales…”. “Si tú lo crees, acepto”, terminó la llamada.

Illa y Sánchez se conocían desde años atrás, pero el presidente se había fijado especialmente en él por su papel en la negociación con Esquerra para la investidura que dio paso al primer Gobierno de coalición tras la II República. Ninguno de los dos imaginaba lo que llegaría apenas dos meses después: la epidemia del coronavirus. Una situación inédita que dio paso a una relación política y de amistad total entre los dos dirigentes socialistas.

Y en esos trémulos días para el PSOE Sánchez tiene en Illa uno de sus principales confidentes. El presidente está muy tocado por la decepción que han supuesto José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Y ahora mismo el catalán es una de las pocas personas de su máxima confianza con las que puede hablar sin tapujos sobre la situación e intercambiar conversaciones francas e ideas para salir del atolladero, como reconocen fuentes socialistas.

Los socialistas miran en estos momentos mucho al partido hermano del PSC, que se ha convertido en una de las principales columnas del proyecto político construido durante estos años por Sánchez. Y son varios los motivos: Illa es una de las grandes autoridades morales del socialismo en estos momentos, la catalana Montse Mínguez es una de las personas que ha cogido las riendas de la dirección interina y suena en todas las quinielas para ser secretaria de Organización, la Generalitat es la principal institución autonómica en manos progresistas y Cataluña se ha convertido en la base electoral más potente si hay que ir a unas elecciones anticipadas.

La reunión hace una semana entre Illa y Sánchez en el Palacio de La Moncloa provocó todo tipo de especulaciones en la Villa y Corte, donde entre círculos políticos corrió como la pólvora la posibilidad de que el catalán tome las riendas de La Moncloa ante las horas bajas que vive el presidente. Pero los entornos de Sánchez y del jefe del Govern han rechazado ese escenario: hablaron de todo durante horas, pero no con el fin de un recambio.

El PSOE y el PSC descartan el salto de Illa a Madrid

Los socialistas catalanes, según varias fuentes, sostienen que sería un error que Illa abandonase la Generalitat después de que ha costado tanto esfuerzo recuperar el poder en Cataluña y haber armado una mayoría. No ven a otra persona siendo apoyada por ERC para estar al frente y, además, están centrados en la gestión de la comunidad. Perder el Govern supondría otro terremoto para el socialismo, además de que no tendría todas con él para ganar una votación en el Congreso que depende de Junts.

Además, tanto en el PSOE como en el PSC descartan ahora mismo ese intercambio: “Illa es Sánchez y Sánchez es Illa”. Es decir, los dos se mueven de manera alienada. De hecho, en pleno escándalo por el caso Cerdán el presidente catalán ha sido una de las voces que ha cerrado con más fuerza filas con el secretario general. Su mensaje está siendo muy claro estos días de tratar de agotar la legislatura y ha hecho una llamada a la gente de izquierdas a movilizarse para "desmontar las mentiras de la derecha" y "trabajar para la España plural y diversa": "Todos aquellos progresistas que puedan dar un paso al frente es el momento que lo den". Con este respaldo al presidente: "Ha actuado rápido y bien, con dolor, porque se ha sentido traicionado, pero ha actuado con contundencia y rotundidad".

La hoja de ruta de la convivencia

Sánchez e Illa también representan el tándem de la hoja de ruta hacia la normalización en Cataluña, con medidas arriesgadas como los indultos y la ley de amnistía, que acaba de ser validada por el Tribunal Constitucional. El presidente del Gobierno señaló este jueves que se trata de una “magnífica noticia” que cierra una crisis política que ha durado una década: "Lo que yo siempre reproché a la anterior administración del Partido Popular es haber renunciado a la política y haber descargado en el poder judicial toda la respuesta a esta crisis territorial y la crisis constitucional que vivió España desde el año 2011 hasta el año 2017 o, incluso 2019, con la sentencia del Tribunal Supremo".

Desde el Palau habló Illa en una declaración institucional para defender que con esta ley “las cosas van mejor” en Cataluña y pedir al Tribunal Supremo, "con respeto pero con claridad", que aplique esta norma "con diligencia": "Me duele que haya personas que todavía no se hayan podido beneficiar de la amnistía".

Mínguez, al alza

En las últimas semanas el nombre del PSC que resuena con más fuerza mediáticamente es el de Montse Mínguez, que forma parte de la dirección transitoria y coral que ha tomado las riendas de la Secretaría de Organización (en la que están también Cristina Narbona, Borja Cabezón, Manu Escudero y Ana Fuentes). Su proyección se ha disparado en las quinielas para ser la ‘número tres’ del partido en la remodelación que planea hacer Sánchez en el Comité Federal del 5 de julio.

Mínguez estaba ya en la Ejecutiva que salió del pasado congreso celebrado en diciembre en Sevilla, ocupando el área de Trabajo, Economía Social y Autónomos. Asimismo, es pieza clave dentro del grupo parlamentario como secretaria general y mano derecha de Patxi López. Es una de las diputadas con mayor tirón entre sus compañeros. “Lo haría muy bien como secretaria de Organización”, deslizan varios de ellos. El único ‘pero’ a su nombramiento vendría precisamente por ser del PSC, partido hermano, lo que podría provocar rencillas con algunas federaciones en el puesto de mayor mando en el día a día del partido (con grandes poderes en temas vitales como la confección de listas y la dirección del rumbo político).

Un fortín electoral

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Con Sánchez, el PSOE y el PSC han reconducido sus relaciones hasta tener su relación más sólida en las últimas décadas. Los socialistas catalanes y Ferraz tuvieron duras diferencias al calor del procés, cuando el socialismo catalán que lideraba Pere Navarro llegó a apostar por una consulta. Esa tensión se vivió también durante la época de la gestora tras el cainita Comité Federal que llevó a dimitir a Sánchez en 2016. Pero en las posteriores primarias, el PSC se volcó con el hoy presidente frente a Susana Díaz en un proyecto en el que se reconocía la plurinacionalidad del Estado.

Cataluña es hoy indispensable para los intereses electorales del PSOE. Una de las claves para resistir de manera inesperada en los comicios del 23J fue el excelente resultado de Sánchez en esa comunidad, donde logró hasta 19 diputados. En los sondeos el PSC y el PSOE siguen viviendo una luna de miel en esta autonomía a la espera de saber el impacto del caso Cerdán. 

Según el último barómetro del CEO de la Generalitat (el CIS catalán), el PSOE podría subir incluso en el Congreso de los Diputados al tener una horquilla de entre 19 y 21 escaños en la Carrera de San Jerónimo, por delante de ERC (7-8), Junts (6-8), PP (5-7), Vox (2-3), Sumar (2-3) y Podemos (1). Y esa capacidad de mejora vendría a través de antiguos votantes de Esquerra y de Sumar. De hecho, los socialistas saben que para poder resistir en las urnas necesitan a un PSC muy fuerte, a un PSOE-A más turgente y a un PSPV en forma frente a Mazón.

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