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Gobierno de Ayuso

Residencias no, Begoña Gómez sí: Ayuso convierte la Asamblea en un Congreso B para no hablar de Madrid

El secretario general del PP madrileño, Alfonso Serrano, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; llegan a una sesión plenaria.

La investigación sobre Begoña Gómez, la ley de amnistía, el reconocimiento del Estado Palestino, el resultado de las elecciones catalanas, el independentismo, la ley estatal de vivienda, el premio nacional de Tauromaquia, la banda terrorista ETA o el Gobierno de Pedro Sánchez. Son solo algunos de los temas que se han tratado en las últimas semanas en el Parlamento. Pero no en el nacional, sino en el madrileño. La Asamblea de Madrid, donde el PP goza de mayoría absoluta, funciona como una cámara de eco de los debates a nivel nacional gracias a la mayoría absoluta del Partido Popular y a una medida estrategia del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, que evita así hablar de los problemas de Madrid.

Acaba de suceder con el caso que afecta a la mujer del presidente del Gobierno. El PP de Madrid registró el martes una comisión de investigación "sobre la actuación del Rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Joaquín Goyache, para esclarecer qué favores hizo a Begoña Gómez". El registro llegó solo horas después de que el Juan Carlos Peinado citara a Gómez para declarar en calidad de investigada el próximo mes de julio, aunque los conservadores lo vincularon a "diversas informaciones periodísticas" reveladoras de "presuntas irregularidades en la gestión de cátedras y postgrados en el seno de la UCM".

El mismo partido que ha impedido sistemáticamente cualquier iniciativa para fiscalizar al Ejecutivo de Ayuso con la gestión de las residencias de mayores durante la pandemia, las amenazas del jefe de gabinete de la presidenta madrileña a varios medios de comunicación o las contrataciones con el grupo sanitario Quirón por ser "asuntos de otra legislatura” o adolecer de "falta de concreción", sí considera adecuado investigar sobre Gómez. En el caso de esta comisión, el PP señala que el interés público concurre en la medida en que las instituciones involucradas "entran dentro del marco competencial de la Comunidad de Madrid".

La creación de la comisión, cuyas conclusiones no llegarán hasta 2025, ha provocado la indignación de la oposición, teniendo en cuenta que el PP de Madrid ha batido desde la llegada al poder de Ayuso todos los récords marcados por sus antecesores y correligionarios desde el tamayazo en cuanto al veto a iniciativas parlamentarias de la oposición. Es la misma estrategia el PP ha empleado en otras Cámaras en las que cuenta con mayoría absoluta como es el Senado, donde crearon una comisión 'ad hoc' sobre el caso Koldo, que después ampliaron al de Gómez, y en la que tienen previsto llamar al presidente del Gobierno —pero no antes del 9J—.

Nacionalizar los debates para no tener que hablar de los problemas Madrid ni de la pareja de Ayuso

La estrategia de nacionalizar los debates para no tener que debatir sobre la Comunidad de Madrid no es nueva, pero se ha intensificado en los últimos tiempos. Desde el inicio de su mandato, la líder conservadora fijó un enemigo claro: Moncloa. En estos años ha enarbolado mensajes marcados por la hipérbole, el victimismo y un nacionalismo español fuerte vehiculado a través de la identidad madrileña, acusando de madrileñofobia al Ejecutivo central. Una crítica que el Gobierno de Ayuso hace extensible también al PSOE y a Más Madrid, pese a que ambas organizaciones reclaman de forma continua que se hable más de los problemas de la región que de Sánchez. En las sesiones de control la presidenta madrileña, sin embargo, menciona más veces al presidente del Gobierno o a la izquierda que a su propia comunidad.

Solo en el último mes, en las sesiones de control de la Asamblea la presidenta madrileña ha hablado del reconocimiento de Palestina, acusando a Sánchez de favorecer a Hamás, del conflicto diplomático con argentina, cargando también contra el Ejecutivo central por haber "difamado" a su presidente en primer lugar, del resultado de las elecciones catalanas, destacando el supuesto "hundimiento" de la izquierda y del PSC, de la ley de amnistía, cuyo recurso ante el Constitucional fue la primera en anunciar o de la cancelación del premio nacional de Tauromaquia por parte del ministerio de Cultura, ofreciéndose a ser la anfitriona de un nuevo galardón. Tampoco ha faltado la banda terrorista ETA en todo ese repertorio.

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De esta manera, la presidenta madrileña también evita que se hable del caso que afecta a su pareja, Alberto González Amador. Artífice y difusora de mensajes que acusan al PSOE de haber “colado una dictadura por la puerta de atrás” y de imponer un sistema equiparable al venezolano por la actuación de la Fiscalía en el caso contra González Amador por delito fiscal. Ayuso defendió y todavía defiende su inocencia y sostiene que todo es una operación de los poderes del Estado para atacarla a ella. Llegó incluso a mentir sobre el caso al negar la existencia de fraude fiscal y en la actualidad disfruta de la vivienda de González, aunque la semana pasada el propio Ayuntamiento de Madrid confirmó que se hicieron obras ilegales en la vivienda.

La idea de que lo del novio de Ayuso es un asunto “particular” –a pesar de la evidencia de que el caso posee máximo interés público y por tanto relevancia dado que afecta no a un particular del género común sino nada menos que a la persona con quien convive la presidenta de Madrid– y de que son usuales las “discrepancias” entre Hacienda y los contribuyentes –eso último lo dijo la consejera madrileña del ramo– sigue marcando el rumbo del PP, más allá de las amenazas a medios por investigar el caso. La estrategia del Ejecutivo regional, en connivencia con el PP madrileño, de desviar el foco hacia la política nacional busca también hacerlo sobre el caso de González Amador.

La construcción de Ayuso como líder nacional

Desde que llegó a la Puerta del Sol en 2019, y especialmente con la llegada de la pandemia, Ayuso ha proyectado un liderazgo nacional de la misma forma en la que lo hizo José María Aznar al frente de la Junta de Castilla y León en los últimos compases de los ochenta. En ambos casos, el artífice fue el mismo: el periodista Miguel Ángel Rodríguez, ahora jefe de gabinete de la presidenta madrileña. Y la estrategia, idéntica: marcar la política del país desde un gobierno regional. Entonces, se hacía desde Valladolid. Ahora, desde Madrid. Una estrategia criticada internamente pero aplaudida por las bases del PP y que se llevó por delante al exlíder de la formación conservadora, Pablo Casado, el mismo que la situó como candidata pese a ser una práctica desconocida.

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Durante esa crisis que acabó con Casado apartado por su propio partido, la madrileña recibió mensajes pidiéndole que diera un paso al frente y disputase a Alberto Núñez Feijóo el liderazgo del PP. Volvió a suceder el 23J, después de que los conservadores no lograran la mayoría absoluta con Vox. Según ella misma admitió, se lo estaban demandando desde sus propias filas. Y no solo la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, que lo hizo públicamente. “Algún mensaje llega” reconoció, “pero no los estoy abriendo porque no estoy por perder el tiempo y abrir un debate que no hay ni lo va a haber. No estamos en ese escenario. No puede ser que el jueves estuviéramos en un mitin con Feijóo, aplaudiéndole, dándole nuestro apoyo, y el martes tirándole por un puente”. “A día de hoy”, precisó entonces jugando con los matices, “sigue siendo la persona idónea para presidir España”. 

Sin embargo, los gritos durante la noche electoral frente al balcón de Génova haciendo callar a Feijóo al grito de “¡Ayuso! ¡Ayuso!” encendieron las alarmas en Génova. También las declaraciones de la presidenta en los días sucesivos, desmarcándose de la estrategia del líder de abrir una ronda de contactos con otros partidos para intentar una investidura que todo el mundo sabía imposible. Con todo, Feijóo ha entendido que es mejor tener a la presidenta madrileña como aliada y aunque en las últimas semanas se ha dejado entrever la distancia entre ambos —al no acudir el líder del PP, por ejemplo, a la recepción del pasado 2 de mayo—evita meterse en cualquier crítica o polémica que afecte a la líder madrileña.

Está por ver qué sucederá tras el resultado del 9J, que en el PP plantearon como un plebiscito contra Sánchez y cuyas expectativas ahora rebajan. Sin citas electorales a la vista, Feijóo necesita demostrar que su liderazgo es fuerte dentro de su formación y, si la distancia con el PSOE es escasa o si, incluso, los socialistas ganan el próximo domingo, el debate sobre su liderazgo será inevitable. Y Ayuso deberá posicionarse.

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