CONFLICTIVIDAD TERRITORIAL

El termómetro de los 21D en Cataluña: cómo la vía del diálogo ha dejado atrás el 155 y encauzado la relación

Urna en las elecciones de 2017 al Parlament

El 21 de diciembre no es un día oficial en Cataluña. Pero es una fecha en la que hay que fijarse para testar el termómetro político en esta comunidad en los últimos convulsos tiempos. Un día en el que se cumplen precisamente seis años de las elecciones que se convocaron en virtud de la aplicación del artículo 155 y cinco de la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona por orden de Pedro Sánchez unos meses después de llegar a La Moncloa tras la moción de censura contra Mariano Rajoy.

Este 21 de diciembre coincide con la celebración de la reunión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el jefe del Ejecutivo catalán, Pere Aragonès. La primera entre los dos después de la investidura del socialista y enmarcada dentro de la hoja de ruta de plena normalización diseñada por La Moncloa para afianzar esa mayoría de investidura.

Además, esta cita supone una nueva etapa entre las relaciones entre La Moncloa y Generalitat porque se busca una mayor profundización de la colaboración con la vista puesta en la condonación de la deuda pactada entre el PSOE y Esquerra y en plena tramitación de la ley de amnistía, una reivindicación que lleva tiempo abanderando el propio Aragonès.

Las elecciones del 155 y su evolución

Este 21 de diciembre supone una foto muy diferente a las de hace seis y cinco años respectivamente. En 2017 había una Generalitat intervenida por el Gobierno central, en plena fractura social. Aquella noche ganó Ciudadanos, el partido que se aupó como la solución unionista con Inés Arrimadas al frente. Hoy, en cambio, Cs es un partido casi desaparecido, que no logró ni un diputado en las elecciones generales y que en el Parlament ha pasado de 36 escaños a seis.

La fuerza en este periodo de tiempo que más ha crecido entre los votantes catalanes ha sido precisamente el PSC. Los socialistas han evolucionado de ser la cuarta formación aquel 21D, con 17 asientos en el Parque de la Ciutadella, a ser la primera fuerza en las últimas autonómicas, logrando 33 con Salvador Illa al frente de la papeleta. Un resultado que se ha visto afianzado en las generales del pasado 23 de julio, cuando se auparon a la primera posición, con 19 diputados en tanto que el independentismo en su conjunto se quedó en 14.

Otra de las grandes diferencias significativas de las tres fotos de estos 21 de diciembre es el sentimiento independentista. En el último sondeo de 2017 del Centre de Estudis de Opinió de la Generalitat (CEO) la población a favor de la independencia superaba con creces a los unionistas, con un 48,7% frente a un 43,6%, en tanto que había un 6,5% de indecisos. Ese mismo sondeo un año después, y en vísperas de la reunión del Consejo de Ministros ordenada por Sánchez, también reflejaba una mayoría a favor de que Cataluña fuera un Estado independiente, con un 47,2% frente al 43,2% que lo rechazaba y el 6,6% que no lo tenía claro.

En cambio, esa tendencia se ha invertido totalmente cinco años después, ya que ahora la mayoría de los catalanes se declara a favor de estar en España. En la tercera oleada del CEO de este año, se recoge que el 52% de los catalanes cogería la papeleta del ‘no’ a la ruptura, más de diez puntos por encima de los que quieren la independencia (41%).

La primera época de Sánchez entre protestas

También este 21 de diciembre trae otra diferencia palmaria: el descenso de la conflictividad en las propias calles. Las enormes manifestaciones han disminuido, pero especialmente los altercados en las calles. Sánchez con aquella reunión en Barcelona quiso mostrar naturalidad en 2018, pero la imagen dejaba calles cortadas alrededor de la Llotja para evitar el boicot de los CDR. Las vallas y la presencia de los Mossos fueron la tónica en aquellos 300 metros entre donde se celebró la reunión y el hotel Duquesa de Cardona, donde se hospedó el jefe del Ejecutivo. Aquella jornada dejó un saldo de 12 detenidos en las protestas y 51 heridos leves (30 de ellos eran miembros de las policías autonómicas). Las calles de Barcelona vivirían todavía episodios de violencia unos meses más tarde, y en vísperas de las elecciones generales de noviembre de 2019, con motivo de la sentencia del procés. En cambio, cinco años después no hay convocada ninguna protesta por parte del soberanismo con motivo de la llegada de Sánchez.

Otra de las diferencia entre estos tres 21D es que en los dos primeros no había entendimiento entre las fuerzas independentistas con partidos a nivel nacional. En 2017 la distancia era abismal, en tanto que en 2018, a pesar de haber unido fuerzas en la moción de censura, la relación del PSOE no era buena con los nacionalistas y desembocó en un adelanto electoral en abril de 2019 por no haber un acuerdo para los presupuestos generales.

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En cambio, ahora mismo Esquerra y Junts forman parte del acuerdo de investidura de Pedro Sánchez y tienen la intención de sacar adelante los próximos presupuestos generales, clave para que aguante el nuevo Gobierno de coalición progresista. Han unido sus fuerzas en todas las grandes votaciones, desde la Mesa del Congreso hasta la investidura de Sánchez pasando por la admisión a trámite de la ley de amnistía. Y en La Moncloa quieren seguir profundizando en esa relación, con la vista puesta en que el presidente mantenga encuentros a lo largo de 2024 con Carles Puigdemont y Oriol Junqueras.

El soberanismo se divide

En cambio, este 21 de diciembre deja otra diferencia respecto a aquellas fechas: el soberanismo ya no gobierna en coalición en la Generalitat. ERC y Junts viven ahora una particular batalla dentro del mundo independentista una vez los de Carles Puigdemont dejaran el Govern de Aragonès. Esta disputa es evidente, con los dos actores buscando protagonismo por su influencia en Madrid y pensando en las próximas elecciones catalanas de febrero de 2025.

En estos primeros meses de 2024 se culminará la tramitación parlamentaria de la ley de amnistía (puede estar en el BOE sobre el mes de abril), lo que supone el gran paso, según La Moncloa, para culminar el proceso de normalización de Cataluña. Pero el termómetro estará también pendiente del resto de España, con un alto índice de españoles considerando injusta la media (un 60% según la encuesta de El País). El Ejecutivo espera que se vean los beneficios prontos, tanto desde el punto de vista social como político (con los independentistas aceptando el marco constitucional) como económico (como el grado de ocupación hotelera).

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