Luna Miguel: “Encuentro consuelo y felicidad en la lectura y en la conversación incesante con mis amigxs”

La escritora Luna Miguel.

Siete poemarios publicados hablan por sí solos. La poesía y la vida de Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) se entrelazan hasta ser una sola. Su publicación más reciente es Poesía masculina, una obra en la que su voz "fluye desde la experiencia de un macho”,  enfrentándose a las contradicciones de los hombres.      

Miguel destaca por incluir la perspectiva feminista en sus creaciones. Es autora de ensayos como El coloquio de las perras, donde presenta y homenajea a escritoras hispanas ignoradas por el canon, o Caliente, que aborda el deseo, el placer o el consentimiento. Su producción literaria no se limita a la poesía y al ensayo, sino que entre sus obras también encontramos una novela, El funeral de Lolita, y un monólogo teatral, Ternura y derrota. Además de escritora y poeta, Miguel es asistente editorial, lo que la convierte en una fuente inagotable de recomendaciones culturales que hace a través de sus redes sociales. 

Siguiendo la línea reflexiva que caracteriza a la poeta, afirma a infoLibre que no está segura de que haya que mirar con plena confianza el futuro. Son varios los factores que actualmente preocupan a la ciudadanía (la crisis climática, la inflación, los diferentes conflictos bélicos…), y no parece que estos vayan a solucionarse en un corto periodo de tiempo. “Precisamente, ser consciente de la desesperanza que el futuro me produce es lo que me invita a tomar decisiones que me permiten disfrutar del presente y ser cuidadosa con lo que está por llegar”, comenta. 

Así, confiesa que en ocasiones no consigue escapar del pesimismo que parece imperar hoy en día. “Las malas noticias me abruman siempre”, reconoce, y asegura no tener ninguna técnica para librarse de ellas. “Lo que hago es procurar digerirlas. Debatirlas con personas cercanas, aprender de lo que tengan que decirme”, destaca. Además, admite que procura no dejarse llevar por las “mareas estúpidas de pseudoexpertos y trolls” en redes sociales, sobre todo en Twitter. También trata siempre de ver cómo puede ayudar desde su ámbito: “Si es que puedo”.    

En cualquier caso, tiene claro el truco para alejarse de la negatividad e incertidumbre que en ocasiones la sobrepasan. “Encuentro consuelo y felicidad en la lectura y en la conversación incesante con mis amigxs”, subraya, al tiempo que señala: “Puesto que deseo que eso no cese, que el amor no termine, que las lecturas nunca se agoten, y que la felicidad resista, trabajo por ello, pero nunca apartando del foco la certeza de que al futuro hay que cuidarlo”.  

La cultura es para ella un método de escape, un modo de vida y una razón para mirar con optimismo los tiempos que vienen. “Hay una serie de artistas jóvenes haciendo cosas alucinantes y nuevas que hacen que todo merezca la pena”, remarca. La mirada fresca de las nuevas generaciones, sus primeros debuts, abren un camino de esperanza para la poeta: “Estamos en un momento en el que merece la pena mirar al pasado puesto que los ojos del presente son cariñosos, entusiastas y atentos”. 

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Por otro lado, menciona el aniversario del Ulises de James Joyce, que ha vivido “con mucha pasión”. Esta aclamada novela cumplió su centenario el pasado 2 de febrero. Comenta ilusionada cómo ha visto a gente de distintas edades, corrientes y gustos celebrarlo a su manera, “en una especie de unión por una causa, por un mito”. Se pregunta si quizás es eso lo que nos falta para aferrarnos a la cultura y a la vida: “una revisión de nuestros mitos”. 

Miguel también colabora en varios medios de comunicación, donde ofrece a sus lectoras y lectores reflexiones ligadas a la actualidad que no siempre se encuentran en sus obras. A pesar de sus diversas colaboraciones, la escritora reconoce: “Ya no sé qué es estar bien informado, ¿acaso yo lo estoy?”. Procura mirar varias cabeceras de periódicos a la vez que lee las opiniones de algunos periodistas en los que confía a través de las redes sociales, pero confiesa estar “completamente desconectada de la televisión y de la radio", ya que “no es sano estar enterado todo el rato de todo”. "Eso sería volverse solo y estar atado a una actualidad en la que además la cultura y la ciencia apenas tienen valor", apostilla.

Rescatando de nuevo el poder de la cultura, opina que lo ideal sería “equilibrar la información de actualidad que uno consume con otro tipo de saberes que nos hagan mirar el presente con perspectiva, y que nos permitan pensar en el futuro sin tantísimo miedo a lo que este nos traerá”. No limitar nuestra lectura a las historias escritas en los diarios, sino compaginarlas con las escritas en novelas, ensayos, poemas, obras de teatro… Esto es, aceptar de nuevo la ayuda de la cultura para comprender mejor el mundo en el que vivimos sin perder la esperanza en un futuro mejor. 

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