El dilema de Daniela Bosé como fan de Michael Jackson, “un genio con una vida personal no admirable”

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Laura Prieto

Daniela Bosé tiene suerte como pocos. Su placer culpable es la música y a ello se ha dedicado profesionalmente toda su vida. Sobre sus orígenes, su apellido revela bastante. Sobrina de Lucía Bosé y prima del intérprete de Bambú, fue la directora más joven de una discográfica en nuestro país en los años convulsos en los que el disco físico pasaba a un segundo plano. También se ha enfrentado a las dificultades de la pandemia como directora del Palacio Vistalegre de Madrid, cargo que actualmente ocupa. 

Dentro del mundo musical, explica en conversación con infoLibre que ella se queda con Michael Jackson. Le describe como “un genio con una vida personal no admirable” y nos recuerda que, pese a no haber sido acusado nunca, se sabe que firmó acuerdos privados para no someterse a juicio. Con ello, la ejecutiva nos plantea un tipo de culpabilidad diferente, que nada tiene que ver con la pérdida del tiempo o la banalidad, sino con la confusión que sentimos al admirar la obra de artistas moralmente censurables: ¿Debemos seguir admirando al autor y a su obra, a pesar de lo que haya hecho en su vida privada, o debemos relegar sus canciones? Seguramente no haya una respuesta buena. 

Bosé pone encima de la mesa el caso de R Kelly. Él, a pesar de su éxito, sí ha llegado a ser condenado por abuso a menores y se encuentra actualmente en prisión. Con el rapero, dice, le cuesta más “separar lo privado de lo artístico”, a pesar de que I believe I can fly es una canción digna de suceder al rey del pop”. Con Jackson, por su parte, se ha establecido un acuerdo tácito en Estados Unidos para no hablar sobre su persona, aunque sigue sonando en todas las emisoras: “No podríamos, o no deberíamos, vivir sin sus canciones, vídeos y creatividad, pero tampoco podemos olvidar su pasado más turbio”. 

La admiración de Bosé hacia el cantante estadounidense le llegó con la canción ABC (One, Two, Three) de los Jackson Five. “Esa imagen de todos los hermanos junto al jovencísimo Michael fue un acercamiento natural y no racista a los artistas afroamericanos”, explica. De la pared de Bosé, como de la de muchas y muchos adolescentes, colgaba el poster de Off The Wall, el quinto álbum del cantante estadounidense. 

Michael Jackson es parte de la sintonía de sus viajes en coches, con canciones como Wanna be starting something, Thriller, Beat it o Smooth Criminal. También le fascinan sus videoclips, a los que recurre para admirar su complejidad y modernidad. “Eran cuasipelículas”, defiende, mientras nos confiesa que también le gusta volver al artista para recordar el amor que le tuvieron mujeres como Diana Ross o Brooke Shields, y hasta para recordar la visión empresarial que tuvo al adquirir los derechos autorales de los Beatles. 

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Una de las cosas que más emociona a Bosé es remontarse hasta el concierto de la gira de Bad, en el estadio Vicente Calderón de Madrid, a finales de los ochenta. De aquel día conserva una fotografía en la que aparece su hermano, uno de los grandes ejecutivos discográficos de finales del siglo XX, fallecido en 2013, junto a Jackson y otras personalidades. “Durante años guardé con amor los calcetines de Bad que CBS hizo para la actuación de Michael Jackson en Madrid y que me regaló mi hermano, que en esa época era ejecutivo de la discográfica y viajó con él a Marbella”, nos cuenta. 

“No soporto que se hable de ‘Cultura con C mayúscula’, entendiendo por ella la que las élites consideran que es una cultura superior no digna del pueblo”, afirma la directora del Palacio Vistalegre, voz sobradamente autorizada para hablar de esta cuestión. No en vano, fue directora adjunta del gabinete de Ángeles González Sinde en sus años como ministra de Cultura durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y a ella le debemos la creación del Premio Nacional de Músicas Actuales. Ahora sigue defendiendo la importancia de que el Estado proteja las obras menos comerciales, aunque reivindica a artistas como Rodrigo Cuevas, que "han surgido de la industria tradicional y no del amparo de las administraciones".

En definitiva, y a pesar de los dilemas que pueda generar Michael Jackson, Daniela Bosé reivindica sus gustos y no es para menos: "Creo que si, como es mi caso, te gusta Camilo Sesto -otra persona con un talento descomunal como autor- no debes avergonzarte de ninguna manera. Si flipas con Juan Pardo, un adelantado de los tiempos como autor, artista productor y descubridor de talento, no solo no debo ocultarlo, sino que es mi deber compartir con los demás el talento de esta persona y que se le reconozca su contribución a la música".

Daniela Bosé tiene suerte como pocos. Su placer culpable es la música y a ello se ha dedicado profesionalmente toda su vida. Sobre sus orígenes, su apellido revela bastante. Sobrina de Lucía Bosé y prima del intérprete de Bambú, fue la directora más joven de una discográfica en nuestro país en los años convulsos en los que el disco físico pasaba a un segundo plano. También se ha enfrentado a las dificultades de la pandemia como directora del Palacio Vistalegre de Madrid, cargo que actualmente ocupa. 

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