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‘Cara a cara' plantea un tenso ejercicio de estilo a raíz de un oscuro crimen

Fotograma de 'Cara a cara'.

En 1947 Raymond Queneau se propuso y logró contar un pequeño incidente de 99 maneras diferentes. El corsé que creó delimitó su famoso libro Ejercicios de estilo. Quedó como ejemplo de lo que se puede lograr con un conjunto de restricciones elegidas.

La libertad no implica falta de reglas, incluso de las más estrictas, siempre que sean aceptadas, o incluso creadas por quien debe aplicarlas. Ocurre en el caso del cineasta danés Christoffer Boe, creador de la serie Cara a cara, disponible en Filmin, sujeta también a un estricto formato.

Los episodios narran conversaciones a tiempo real y cada temporada transcurre a lo largo de un sólo día, al estilo de la serie estadounidense de los dos mil, 24. No hay espacio para transiciones o tramas secundarias. Toda la historia tiene que producirse en el plano del diálogo y con el recurso principal del guion y la fuerza de la interpretación.

Esta sobria producción se estrenó en Dinamarca en 2019, seguramente sin la pretensión de cautivar a las masas, pero consiguió despertar suficiente interés como para llevar a su segunda y tercera temporada, esta última entregada a finales de 2023.

Controversia en torno a un cadáver

Cara a cara comienza apabullándonos con información acerca de un cadáver que está siendo analizado en la mesa del forense. La joven fallecida, Christina, resulta ser hija del policía que se ha acercado a verlo. Considerada oficialmente víctima de suicidio, a su padre no le cuadra la historia. En cada episodio vivirá un encuentro tratando de descubrir la verdad antes de que se destruyan pruebas.

En escenarios inhóspitos, el policía Bjørn lucha con todos sus medios contra sus interlocutores para tratar de arrancarles la verdad. Sus conversaciones concluyen con un hilo del que tirar, casi siempre un nombre que lleva al siguiente episodio.

Un tono asfixiante que nubla la mente de los personajes

Los ocho capítulos de la entrega inicial destacan por su tono claustrofóbico, desangelado, con un toque onírico a lo David Lynch que impide saber quién miente, quién dice la verdad o incluso quién ha enloquecido.

Se trata de la temporada más radical en su planteamiento, aunque muchas de sus claves se repiten a lo largo de toda la serie. A menudo la puesta en escena transcurre en lugares desasosegantes y fríos, o bien en locales diseñados para multitudes que ahora se encuentran vacíos. 

La extrañeza de las localizaciones se refuerza con la realización, con la banda sonora y con una cabecera que se actualiza en cada episodio. Al seguir el transcurso de un día los episodios se tornan cada vez más nocturnos y oscuros, como la bajada a los infiernos de los protagonistas.

Todos los protagonistas son expertos en sonsacar la verdad

El interrogador tiene que dejar jirones de si mismo para obtener la información que necesita desesperadamente. En la primera temporada lleva la acción un policía que hace uso de su experiencia confrontando con la mentira

En la segunda le toca hacerlo a una psicóloga, cuya profesión también consiste en obtener la verdad, aunque desde otro ángulo. Es la madre de Christina y aunque comienza otra investigación, hay aspectos de la muerte de su hija sin aclarar. 

En la tercera un poderoso hombre de negocios utiliza su posición de privilegio para obtener la verdad mediante amenazas y presión. En las tres, la muerte de Christina juega un papel esencial, aunque se pueden ver por separado y obtener un cierre a la trama que se cuenta. 

Algo más que teatro filmado

La fotografía y la cinematografía permiten dar cierta riqueza visual a un formato tan rígido. “Me he asegurado de evitar cualquier parecido a una obra teatral o ese sentimiento estancado a menudo asociado a las viejas películas de David Mamet, a pesar de su bella escritura” ha declarado Christoffer Boe a Screen Rant.

El autor y director se precia de que la forma de grabar los episodios, prácticamente en continuidad, crea una forma particular de interactuar para los actores, muy distinta del cine, pero que tampoco es teatro.

Tormentos familiares y tramas de corrupción

A través de este caso policial concreto se indaga en los temas familiares que interesan especialmente a Christoffer Boe y ya ha tratado en varias de sus películas y en submundos de corrupción policial, empresarial o de trata de mujeres.

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La culpa que existe en las relaciones entre padres e hijos y entre hermanos recorre las diferentes entregas y logra perspectivas interesantes. Pero una intriga tan complicada acaba cometiendo alguna trampa. 

Ultima temporada con contradicciones

Toda la última temporada empieza a ser víctima de la memoria de los espectadores, que difícilmente van a olvidar las contradicciones en las que se incurre. Ni siquiera por su protagonista, el actor Lars Mikkelsen, quizá el más popular del trío de protagonistas fuera de Dinamarca por sus personajes en Sherlock, en House of cards, o en The witcher.

La serie puede ser tildada de irregular, imperfecta e incluso de pretenciosa con parte de razón. Sin embargo, el compromiso con la estructura y el protagonismo de los actores sin nada que compita por la atención sobre ellos hacen de las primeras entregas una experiencia tensa e intrigante. La valentía y el compromiso hacen que el ejercicio salga más que airoso.

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