Mala salud democrática
El vertiginoso acontecer de noticias diarias, hacen que queden inevitablemente relegadas muy pronto muchas de ellas. Pero hay algunas que tienen una gran importancia y cuya reflexión no puede quedar sepultadas por otras posteriores. Incluso, algunas de esas noticias fulgurantes están interconexas y no son hechos aislados.
Algunos, no sé si muchos, somos particularmente sensibles a lo que es “calidad democrática”, materia a la que, desde un enfoque jurídico, personalmente dediqué numerosos trabajos desde la llegada de M. Rajoy al poder, aunque la cosa viene de mucho más lejos, como de modo excelente relata sobre España históricamente el magnífico libro de Paul Preston: Un pueblo traicionado” De la restauración para aquí, todo podrido. España es así. Y luego la gente sigue votando a corruptos…
La noticia de hace apenas diez días sobre las últimas grabaciones en los que “periodistas” televisivos (de cloacas) se hacían eco a sabiendas de informaciones tan falsas como burdas lanzadas por policías (de cloacas), no es algo nuevo sino una confirmación más de la podredumbre que hay en nuestro país en las relaciones poderes mediáticos, judiciales, policiales y empresariales con fines inmorales.
En un mundo inundado de fakes, ha sido casi en exclusiva (los independentistas catalanes también, recordemos anteayer Pegasus) un partido político y su gente el hostigado de modo indecente y constante a base de noticias inventadas y publicadas para hacer daño. Y de paso, algunos jueces patrióticos han sido receptivos a acoger, tramitar y alargar denuncias y querellas de grupos dedicados a esto. La información se retroalimentaba en medios periodísticos con cada paso que “su señoría” ordenaba alguna diligencia y como todo se alargaba, más carnaza. Al final, nada sucedía y, como verdaderamente no había nada punible, se acababa archivando porque no tenían más remedios. Pero mientras…
Todos callados ante una prueba más, pero muy expresiva, de lo que esta sucediendo hace años en España sobre un deterioro notable de la calidad democrática
Se trata de Podemos y de modo personal y directo, quien fue su líder, Pablo Iglesias (e incluso su pareja) quienes han venido siendo víctimas claras de esto a modo de dianas constantes. El odio con que la parte de la sociedad muy de derechas (inicialmente votante del PP y luego Vox, cuyas diferencias están cada vez más diluidas) les recibió, no solo era exacerbada de fobia sino también a altos niveles de que ese partido pudiese ser un riesgo contra el montaje de privilegios que llevan ostentando siempre los “dueños de la patria”.
Los daños que se causarían con estas mentiras a los resultados de esta formación, se unen las ventajas de quien desde el PP concurrían dopados a las elecciones con mucho dinero sucio a cambio de contratas y lo que es peor, con muchas influencias. El hecho de que ningún líder de este partido, a pesar de tanta porquería, se haya encontrado frente a una sentencia contra ellos, evidencia que han sido muy bien tratados por la judicatura y la fiscalía personajes como M. Rajoy, Cifuentes, Cospedal, Esperanza Aguirre (en la última ocasión, por prescripción del delito cometido y con negativa a firmar la solicitud de archivo las fiscales que llevaron el caso durante ocho años).
Todo eso era y es un ataque grave a las reglas democráticas más básicas y cómo el hecho de que en la ofensiva sin parar desde 2015, se confabulasen y actuasen en armonía todas las poderosas instancias patrióticas. Ya se sabe, ellos son España, los “nacionales”.
Lo de las actuaciones especialmente incisivas de jueces que bajo su toga ocultan planteamientos políticos que colocan por encima del sentido de la justicia, da para muchos artículos monográficos. No obstante, aunque ha habido varios magistrados empeñados es difícil de superar la obsesión del nada independiente juez instructor de la Audiencia (nombrado dos veces para cargos de confianza de los gobiernos de Aznar y Rajoy), que teniendo en sus manos diversas actuaciones las más graves de delitos cometidos desde los aparatos del Estado, se dedicó largo tiempo a aplicar su total enconamiento personal contra el máximo dirigente de Unidas Podemos, retorciéndolo todo, si bien su ardor guerrero fue parado por dos veces por el Tribunal Supremo.
En este entramado de actores dedicados a la constante difamación se podrían recordar actuaciones muy graves, como la difusión por una periodista de la SER (ahora también televisiva), del denominado Informe PISA (acrónimo de “Pablo Iglesias Sociedad Anónima”), un cóctel de fabulaciones para hundir a nivel político y personal a los lideres de Podemos. Hace apenas un mes, un exdirector reciente de El País, Antonio Caño, ha reconocido con naturalidad la confabulación mediática y empresarial difamando a Podemos y sus líderes para evitar que entrasen en el gobierno.
Hace apenas diez días, se reveló otra de los intentos difamatorios graves de un dueto de “periodistas” (¿) y que ha dejado muy tocado, casi hundido, al mediático gesticulador que se prestó a difundir informaciones que sabía él mismo que eran falsas. Pero es conocido que él haya sido siempre un puro esbirro del capo más poderoso y sinuoso en España. Todos son favores, servilismos e intereses oscuros.
En todo caso, resulta triste que, a nivel político en España, nadie relevante haya hablado sobre el tema. Los que se autocomplacen en repetir el mantra de “la izquierda somos nosotros”, silencio total como si las cloacas no fueran con ellos. Todos callados ante una prueba más, pero muy expresiva, de lo que esta sucediendo hace años en España sobre un deterioro notable de la calidad democrática.
Algunos máximos dirigentes de otros países han expresado su apoyo y solidaridad con el principal afectado, Pablo Iglesias. Yo lo comparto, aunque no esté a ese nivel de izquierda y no me emocione la persona, pero quisiera ir más allá en orden a generar una sincera reflexión sobre estos disparates y el deterioro que en nuestra democracia se produce. Si esto le hubiese pasado al PP o a Vox, la escandalera sería mundial. Pero verdaderamente, a ellos, no les sucedería.
Dice Yolanda Díaz que quiere escuchar. Pues bien, aunque acaso valga de poco, yo dejo aquí una reflexión en orden a recordar que los cinco millones votos que sacó Podemos en las elecciones de hace pocos años, tenían un origen no sólo de izquierdas.
También de otros sectores claramente progresistas y, también, por lo que aquí interesa y subrayo, también de personas que creyeron en la sincera e ingenua capacidad regeneradora de la vida pública y social que representaba ese nuevo proyecto. Por eso, los de las cloacas fueron a dinamitar esta cualidad. Lo consiguieron. Desde dentro, algunos en las luchas fratricidas que tuvieron, también se lucieron.
Sería una lástima que no convirtiese esto la líder emergente en una de las prioridades y una bandera (aparte, por supuestísimo, de la dimensión social y económica del programa que se genere). Unidas Podemos cometió errores claros, pero, aún más, fue víctima de una infame campaña que afectaba no solo a ese grupo y su líder, sino también lo que es la democracia, manifiestamente mejorable en España.
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Jesús López-Medel es abogado del Estado y autor del libro 'Por una nueva ley de Indulto'.