Quién juzga la ley (jueces y fiscales antisistema) Jesús Maraña
![Quién juzga la ley (jueces y fiscales antisistema)](https://static.infolibre.es/infolibre/public/file/2023/1220/15/nuevajesusmarana-autores.png)
La política progresista debe ser una política centrada en la “creación” de una nueva sociedad, consecuente a una transformación cultural que deje atrás el modelo androcéntrico y su machismo. La política conservadora no quiere cambios profundos, se centra en mantener el modelo histórico adaptándolo a los nuevos tiempos; la progresista, por el contrario, debe ser transformadora. Por lo tanto, progresar es crear esa nueva realidad, no basta con incorporar el hallazgo inesperado que hasta ese momento era considerado ajeno al modelo de transformación, y menos aún no explicar la nueva propuesta resultante de su incorporación.
Gran parte de la desorientación que existe en sectores progresistas con relación a la ley de amnistía y al pacto con partidos independentistas se debe a esa falta de modelo y a la sensación de que un debate tan trascendente como el que se ha iniciado se ha hecho sin un proyecto sobre el que poder posicionarse, y sin darle espacio a la participación. Todo está decidido en lo pactado, algo que cuestiona al propio modelo trasformador que debe ser participativo.
Desde mi punto de vista, tal y como se presenta el tema, y con todas las consecuencias que se derivan de él, la cuestión para una posición progresista es clara: tiene más sentido la independencia que la desigualdad entre territorios.
El problema alrededor de este tema es que, siendo el Estado federal el argumento de fondo, no se habla de él ni se plantea como parte del proyecto. Es decir, no hay participación en la transformación mientras todo sucede como si no ocurriera nada, hasta que llegue un día en que nos lo presentarán como “hallazgo”, al igual que ha ocurrido con otros temas importantes. Y esta situación debilita al proyecto progresista al presentarlo como carente de modelo, mientras que refuerza al conservador que presenta su orden social histórico como referente invariable sobre el que confiar.
“Quo vadis” significa “¿a dónde vas?” . La tradición cristiana sitúa el origen de la expresión en la huida de San Pedro de Roma, allá por el año 64, cuando el emperador Nerón inició una persecución contra los cristianos. En el camino de huida, Pedro se encontró con Jesucristo portando una cruz sobre sus hombros en dirección a Roma. Pedro le preguntó: “Quo vadis, Domine?” (¿dónde vas, Señor?), y él le contestó “voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. La respuesta causó tal vergüenza y arrepentimiento en el apóstol, que decidió volver a la ciudad, donde fue detenido, martirizado y crucificado.
La sociedad democrática debe ser la consecuencia de un proyecto común y colectivo y levantado sobre la participación de su ciudadanía. Es la única forma de que podamos compartir los elementos comunes y sentir que pertenecemos a lo que los hace posibles
Preguntar “dónde vamos” con las decisiones adoptadas no debe ser motivo de crucifixión política ni social alguna, todo lo contrario, creo que es la forma de hacer de un proyecto democrático una iniciativa participativa, bien sea para su aceptación o para su rechazo, como parte del modelo social y cultural sobre el que se trabaja.
Y para ello, tal y como hemos destacado en los dos artículos previos (“Independentismo y progresismo” y “Igualdad, identidad y territorios”), es importante tener en consideración lo siguiente:
La sociedad democrática debe ser la consecuencia de un proyecto común y colectivo enraizado en la diversidad y pluralidad de esa sociedad, y levantado sobre la participación y la convivencia de su ciudadanía. Es la única forma de que podamos compartir los elementos comunes de esa pluralidad y sentir que pertenecemos a lo que los hace posibles. De lo contrario, con mayor o menor intensidad, todo será enfrentamiento y distancia sobre el individualismo y el egoísmo de lo propio.
En democracia, los límites están para ser superados si así se decide, pero de manera participativa, no sólo matemática, y con el objeto de transformar una cultura androcéntrica de poder cargada de injusticias y necesitada de la violencia estructural para mantener su orden.
_______________________
Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
'Mi querida España' no era lo mismo para Cecilia que para Vox: "La ultraderecha hace una apropiación perversa"
Alumnos libres y libros vivos
¡Chicas, vamos de Feria!
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.