Tamames contra Vox: un infiltrado útil, pero incómodo

El presidente de Vox, Santiago Abascal, junto al candidato de la moción de censura, Ramón Tamames.

Al contrario de lo que piensan en Vox, a Ramón Tamames (Madrid, 1933) Pedro Sánchez no le parece  un criminal. Tampoco está a favor de ilegalizar partidos políticos. Y hasta le preocupa, y mucho, el  cambio climático. Así lo expresaba en la entrevista de Miguel González que publicaba El País esta  semana. “Yo no estoy aquí para defenderles ni voy a hacer lo que me digan”, afirmaba con esa seguridad que solo da la madurez. 

La elección de Tamames para encabezar la moción es un hecho insólito. La figura de este economista, que a sus 89 años vuelve a la política por la puerta grande, plantea algunas contradicciones. Primero, porque, a juzgar por sus intervenciones y trayectoria vital, está en las antípodas ideológicas del partido  al que va a representar. Y segundo, porque es la primera vez que un candidato independiente lidera una moción de censura en España. La sexta en la historia democrática y la segunda que presenta Vox  en lo que va de legislatura.  

En la Transición, Ramón Tamames fue una de las caras más populares del Partido Comunista. Hoy, casi  cincuenta años después, su actividad pública se limita a participar como tertuliano en programas de  ideología conservadora como El Toro TV, la antigua Intereconomía. ¿Qué le mueve realmente para haber aceptado ser candidato? ¿Por qué esta operación puede generar problemas en las bases y los votantes de Vox? ¿Qué efectos puede tener en el panorama preelectoral? 

De estrella del PCE a buscar protagonismo en una moción 

En los primeros años de democracia, Tamames se convirtió en una de las principales caras visibles de  la izquierda. Era conocido como “el economista comunista”, con todo lo que eso suponía. "Representa el prototipo de intelectual comunista de la Transición y los intelectuales siempre suelen ser almas  libres”, opina Carlos Barrera, director académico del Máster de Comunicación Política y Corporativa  (MCPC), desde Washington. 

Hasta este match inesperado con la extrema derecha, el catedrático nunca antes había defendido en público al partido de Santiago Abascal. Es un hombre con una variopinta mochila política: participó  en la lucha universitaria antifranquista, fue diputado de las primeras cortes constituyentes y teniente alcalde con Tierno Galván, ayudó a fundar Izquierda Unida y coqueteó con el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez, justo antes de abandonar la política. La mayoría de su vida la ha dedicado a la universidad.  

Antes de la entrevista en El País, era una incógnita en qué medida iba a defender los postulados de  Vox. Tras ella, ha dejado claro que convertirse en su altavoz no es, ni mucho menos, su prioridad. La  moción parece ser para él un acto de reivindicación personal. Una oportunidad para expresarse y  sentar cátedra delante de toda España. La ocasión perfecta para ser el protagonista por un día. “Y esto sin duda puede producir distorsiones respecto a lo que quiere comunicar Vox”, comenta por teléfono  el profesor de Comunicación Política en la UPF Barcelona School of Management, Toni Aira.

Una situación incómoda para Vox y para el PP 

Esta actitud sitúa a Vox en una situación incómoda. Sobre todo, para sus bases y votantes, que podrían  no llegar a entender el sentido de la moción ni la elección de un candidato tan alejado de la ideología  del partido. Aunque esto no parece quitarle el sueño a Abascal y a los suyos. “La riqueza es demostrar  que personas muy diferentes coinciden en el análisis de que este Gobierno se vaya cuanto antes", justificaba Iván Espinosa de los Monteros. 

A quienes sí preocupa es a algunos medios de derechas. Esta semana, por ejemplo, el periodista  Federico Jiménez Losantos exacerbaba su crítica a la formación. “No tenían ni puñetera idea de quién es Tamames... Esto va a ser una moción contra Vox”, decía en su programa de radio. “Es evidente que  el partido corre un riesgo serio porque Abascal ya hizo su moción de censura. Esta vez, es una moción  simbólica pensada para hacer ruido y que se hable de ella. Eso lo están consiguiendo”, explica Barrera. 

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Este acontecimiento no solo va a remover el terreno sobre el que se asienta Vox. También, va a tener  efectos en el Partido Popular, que tiene que decidir si se abstienen o votan en contra. Un dilema  complicado después de que el exlíder de los populares, Pablo Casado, rompiese con la extrema  derecha en la anterior moción de censura, fijando un estándar. A pocos meses de las elecciones, y  sabiendo que posiblemente tendrán que gobernar con ellos, el debate dentro de las filas del PP se  hace aún más complicado.  

La frivolización de la moción de censura 

“Lo que busca Vox con este candidato realmente es alimentar la nostalgia del pasado. De esa España  que se construyó en la Transición y que creen que nos han robado, primero con Zapatero, luego con  Rajoy y ahora con Sánchez. Quieren transmitir que es una moción de los defensores de España porque  hay una situación de emergencia nacional”, opina Toni Aira. Pero, ¿hasta qué punto es justificable  utilizar un instrumento constitucional tan excepcional como una moción de censura con fines  estrictamente comunicativos?  

Da la sensación de que, aunque el candidato tenga una personalidad incontrolable, el riesgo merece  la pena para ambos. Tamames es útil para Vox. Y Vox es útil para Tamames. Lo que todavía no  sabemos es si esa moción de censura, entendida como un acto de propaganda y autopromoción, aportará algo interesante y constructivo para los ciudadanos.

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