Andalucía llega mejor preparada a la nueva temporada de virus del Nilo tras un 2024 fatídico

maniobras de fumigación durante la Activación del protocolo de prevención y control del Virus del Nilo en la Puebla del Río, a 28 de marzo de 2025 en Sevilla.

Andalucía no quiere repetir las escenas apocalípticas que se vivieron el verano pasado. Los vecinos que rodeaban los arrozales del Guadalquivir tuvieron que atrincherarse en casa para protegerse de las nubes de mosquitos que surgieron de los humedales y que provocaron un pico sin precedentes de contagios de virus del Nilo. En total fallecieron 20 personas, según el Ministerio de Sanidad, la mayoría en la provincia de Sevilla, más del doble del anterior récord de 2020, cuando murieron ocho personas.

Los investigadores que trabajan en la zona creen que las diferentes administraciones se han tomado en serio este problema de salud pública, con programas conjuntos de vigilancia de insectos y de fumigaciones puntuales para evitar su proliferación. Por ahora, no se ha registrado ningún infectado, aunque el año pasado no empezaron a detectarse hasta el 24 de junio, salvo un caso aislado en marzo.

"Venimos de una primavera muy lluviosa y ahora llega la subida de las temperaturas; son los factores perfectos para la proliferación de mosquitos", adelanta Rubén Bueno, entomólogo y experto en control de plagas. "Pero es cierto que la Junta, la Diputación y los ayuntamientos están haciendo un trabajo muy detallado de vigilancia y control", añade.

Este profesor de Parasitología en la Universidad de Valencia lleva semanas trabajando en los humedales del Guadalquivir y explica que ya empieza a notar que las condiciones son las idóneas esta temporada: "Estamos notando que el ciclo de los mosquitos se acelera, pero ahora están en su fase larvaria y es el mejor momento para actuar".

En febrero, la Junta de Andalucía aprobó su plan contra el virus del Nilo, como hizo en 2024, pero esta vez por fin convence a los expertos. Jordi Figuerola, experto en humedales e investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana, reconoce que este año parece que hay una mejor coordinación. "Creo que la situación se ha encarado mucho mejor. Ya se han aplicado los primeros antilarvarios en algunos arrozales, y hay programados más vuelos sobre la agricultura y aplicaciones terrestres alrededor de zonas urbanas. El año pasado, hasta que no hubo tres muertos, no se empezaron a plantear fumigaciones en municipios", subraya.

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En la planificación de 2025 también se ha aclarado el reparto de tareas entre administraciones y algunos municipios no han dejado de trabajar en invierno para llegar más preparados a la primavera. La diputación de Sevilla ha elaborado por primera vez un programa de control periurbano, principalmente del culex pipiens, el mosquito común que en las noches de verano se cuela en las casas, y del culex perexiguus, el que habita en las grandes extensiones de humedad. Ambos son los principales portadores del virus del Nilo.

El año pasado, sin embargo, la Junta prorrogó el plan de actuaciones de 2023, que ya había tenido unos resultados dudosos (21 contagios y tres fallecidos). A esto se sumó que en 2024 los arrozales se inundaron, a diferencia del año anterior por la sequía, lo que generó un ecosistema mucho más propicio para el desarrollo de mosquitos.

Figuerola fue uno de los expertos que dio la voz de alarma en el mes de octubre, tras el desastre del verano pasado, y publicó un estudio en la revista Nature en el que comparaba las medidas antimosquitos en los arrozales de Europa: "Los coautores extranjeros [que participaron en su mismo estudio] no entienden que no se esté haciendo nada en el Guadalquivir", dijo entonces a infoLibre.

Choque de administraciones

El problema es que en el control de estas plagas hay tres administraciones implicadas en Andalucía: la comunidad, las diputaciones de seis provincias y las decenas de ayuntamientos afectados. La Junta de Andalucía debe organizar un plan regional de control y coordinar la respuesta sanitaria. Las diputaciones se encargan de la vigilancia y las fumigaciones fuera de los municipios, y los ayuntamientos de las actuaciones urbanas. Los mosquitos proliferan principalmente en los humedales, pero también en piscinas, parques o alcantarillas, por lo que todos tienen que arrimar el hombro.

El año pasado se echaron la culpa entre sí, no hubo labores de prevención y la respuesta llegó muy tarde, provocando la mayor crisis sanitaria registrada con este insecto en España. De hecho, las medidas que se tomaron fueron las más agresivas posibles. 

Mientras los mosquitos están su fase larvaria —entre mayo y mediados de junio— es posible aniquilarlos con biocidas específicos para mosquitos, principalmente el bacillus thuringiensis, que no afecta a la naturaleza. Pero si ya se desarrollan es necesario emplear adulticidas, productos químicos muy perjudiciales para la salud y el medioambiente y son de uso restringido. El año pasado hubo que fumigar con estos adulticidas directamente sobre las calles de algunos municipios andaluces para atajar la crisis.

Jordi Figuerola, uno de los mayores referentes de la entomología española, también apunta a que este verano será complicado porque ha llovido mucho, y porque se han regado casi el doble de hectáreas de arrozal que en 2024 en el Guadalquivir, pasando de 20.000 a 36.000. Aunque entiende que hasta julio no aparecerán los primeros contagios porque todavía no han detectado ningún mosquito infectado, y normalmente se dan los primeros casos humanos cuatro semanas después de que el virus circule en los insectos.

Coordinación política en el Ebro

Los arrozales de Sevilla no son el único punto de conflicto con los mosquitos, pero sí el que más problemas genera por el tamaño de los cultivos y la crisis política. Si la Junta es gobernada por el PP, la diputación de Sevilla es socialista, mientras que los ayuntamientos están divididos.

En el delta del Ebro llevan más de tres décadas actuando contra los mosquitos mediante una alianza muy efectiva entre la Generalitat, la diputación de Tarragona y siete ayuntamientos afectados. Montse Masià es jefa del servicio de control de plagas del Copate, el servicio que une a las administraciones, y explica que ya tienen planeadas cuatro fumigaciones de los arrozales con larvicidas entre junio y julio.

"Como el perímetro es muy grande, solo actuamos en franjas de unos 500 metros de ancho junto a zonas habitadas. Es imposible acabar con todos los mosquitos, pero minimizas el riesgo", explica Masià. Con un presupuesto de apenas un millón de euros al año, controlan no solo las 20.000 hectáreas de arroz, sino todas las zonas inundables del delta del Ebro, un presupuesto ínfimo comparado con el coste sanitario de no actuar. 

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El aumento de los casos de virus del Nilo es un problema de todo el sur de Europa, y cada vez de lugares más fríos. Hasta 2019, los casos de contagios autóctonos en España se contaban con las dos manos, pero solo en 2024 se dispararon a 158. En la Unión Europea hubo más de 1.400 contagios el año pasado, con cientos de positivos en el centro de Europa e incluso en el norte de Alemania, debido a que el calentamiento global amplía el territorio que pueden poblar los mosquitos culex. Italia y Grecia fueron los países más afectados.

Un estudio publicado en marzo por la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos encontró ejemplares culex en la Sierra del Cuera (Asturias) y en alturas medias de los Picos de Europa. Ursula Höfle, investigadora de Recursos Cinegéticos del CSIC, lideró la investigación y explica que por ahora no han encontrado insectos portadores del virus del Nilo en esa zona, aunque sí saben que algunos mamíferos y aves lo portan.

"No hemos encontrado positivos, pero tampoco descartamos que el virus esté circulando porque hay que estudiar muchísimos ejemplares para encontrarlo, y aquí las capturas son complicadas", afirma la veterinaria. Hace tan solo tres semanas Reino Unido confirmó el primer caso de un mosquito portador de este virus, que cada vez llega a más lugares debido al cambio climático.

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