50 años de libertad

Fernando Granda

La libertad, si no la manipulan ellos, les sienta mal. No hay más que ver cómo se comportan cuando alguien les recuerda que llevamos cincuenta años sin el dictador, cincuenta años en libertad. Pues tenemos que recordarles que durante casi cuarenta no disfrutamos de esa libertad, que no era un eslogan para presumir ante una elecciones como alguien se apropió de la palabra aunque, constato, no del concepto. Entre otras muchas cosas, en tiempos de Franco yo no habría podido publicar estas líneas. O si se le hubieran escapado al escrutinio previo y diario de los censores, lo seguro sería que ahora estuviese declarando ante la “autoridad militar”. La conmemoración de los 50 años sin Franco no es una celebración, es una rememoración. Una recarga de nuestra memoria para unos, la constatación de unos hechos para otros y una información para los más jóvenes, que no conocieron las perversas restricciones que el dictador mantuvo hasta su muerte.

Fijándonos en estos últimos, conviene informarles de que la falta de libertad impediría disfrutar de la vida actual, en la que cada uno decide su trayectoria intelectual y física, respetando la decisión personal de cada persona, eligiendo libremente a quien le conviene, considerando el libre albedrío de cada uno. Por eso no es coherente rechazar la conmemoración, la rememoración cuando cada día nos anuncian recortes legislativos en sus comunidades y pretenden ocultar señales de hechos pasados que es urgente rechazar. La presidenta de la Comunidad de Madrid acaba de gritar, a unos 10.000 kilómetros de España, en Tailandia, “ni hoz y ni martillo, aquí libertad”. Ella que “confunde” libertad con lo que me salga de las narices, concede becas a los más ricos, defiende a un presunto defraudador, manipula el canal de televisión autonómico….

El rechazo a la conmemoración de este medio siglo se debe a que son poco partidarios del concepto de libertad y propugnan una “libertad controlada”

Claro que si repasamos la biografía de gran parte de los políticos ejercientes nos damos cuenta de que hace cincuenta años muchos no habían nacido y otros eran tan pequeños que no eran conscientes de la falta de libertad que imperaba en la vida española. Y no digamos en cuanto a la información, con una televisión única, con una radio vedada a las noticias políticas y obligada a conectar con la emisora pública dos veces al día para informar de lo que el régimen quisiese, con una prensa sometida —con cierres y grandes sanciones— a una ineludible censura previa.

El rechazo a la conmemoración de este medio siglo se debe a que son poco partidarios del concepto de libertad y propugnan una “libertad controlada”, herederos de aquella “democracia orgánica” que se inventó el franquismo. Además aprovechan los derechos que ofrece la democracia, la libertad, para bucear en los recovecos de las leyes y tratar de subvertir la democracia sin apellido con subterfugios leguleyos y en ocasiones con bulos.

Quienes vivimos y trabajamos durante el franquismo —nacido y criado en la cuenca minera asturiana, soportando represiones policiales y estados de excepción— recordamos aquellos tiempos y contemplamos y resistimos los acosos, con señalada violencia, como los perpetrados en la madrileña calle Ferraz, que ya no aparecen en los noticiarios pero que permanecen en singulares fechas. Hemos de tener en cuenta que casi siete millones de españoles (un 14% de los diputados en las actuales Cortes) votan a la extrema derecha, es decir, votan, son, franquistas.

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Fernando Granda es socio de infoLibre.

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