Jugar a ser Dios

¿Se acuerdan de lo que escribí por aquí hace unas semanas? Les decía que el único objetivo de Trump era enriquecerse y enriquecer a sus amigos. Que su único Deal era con él mismo.

Pues en todo este caos de los aranceles, parece que parte de esto se confirma. Ahora mismo el partido demócrata anda intentando averiguar qué congresistas republicanos movieron acciones en bolsa el martes y el miércoles. Quiénes hicieron caso de ese críptico mensaje que Trump colgaba el miércoles en su red social, a primera hora de la mañana, diciendo que era un buen momento para comprar. Que alguien jugó con información privilegiada puede que sea mucho más que una sospecha. Puede que, de confirmarse, algunos ganaran mucho dinero con ese terremoto que provocaron los aranceles de Trump. Él mismo, en la Casa Blanca, con las cámaras delante, señalaba a algunos de los que ese día, horas antes de que él anunciara que pausaba los aranceles, se habían embolsado millones de dólares. “El sueño americano”, decía Trump mientras los señalaba con el dedo. No sé si algunos de los trabajadores que le acompañaron el otro día en el jardín de la Casa Blanca, en su anuncio de aranceles con tabla incluida, piensen igual.

Todo suena tan escandaloso y tan ruin que es desolador. Que un señor haya jugado a ser Dios con los mercados para sacar más beneficio es terrible.

Algunos de sus asesores decían que pausar los aranceles siempre fue parte del plan. Trump, lo negaba poco después, no de forma explícita. Lo hacía admitiendo que tomó la decisión viendo el pánico que se había apoderado de los mercados.

Todo suena tan escandaloso y tan ruin que es desolador. Que un señor haya jugado a ser Dios con los mercados para sacar más beneficio es terrible

Jugar a ser Dios puede que sea lo que más le atraiga en este momento. Decidir el futuro de miles de personas, deportarlas arbitrariamente, haya o no razones de peso para ello, me equivoque o no. Enviarlas a una cárcel de la que difícilmente van a poder salir en años. Decidir sobre el futuro de los palestinos: inventarme un nuevo paraíso en forma de resort, idearlo con los mismos dorados con los que decoré ese ático de mi torre de Nueva York. Jugar a ser Dios decidiendo cómo tienen que ser las fronteras de Ucrania, pintándolas como a mí me plazca.

Puede que el juego le divierta durante un rato pero que no se despiste. Porque, lo sabemos, en este nuevo equilibrio que quiere imponer, hay trampas. Algunas le han saltado en su primera detonación contra los mercados. Sus amigos, los ricos muy ricos, descolgaron el teléfono para avisarle. Se estaba acercando peligrosamente a una zona de riesgo para la economía del país.

Mientras este señor se divierte a su manera, jactándose de que “le besan el culo”, hay familias y empresas españolas que no saben muy bien qué hacer en este impasse de tres meses. Algunas, este miércoles, se apresuraron a vaciar sus almacenes, a sacar todos los productos que puedan antes de que Trump decida reanudar su juego. Un escenario tan esquizofrénico como peligroso.

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