Carrusel electoral

2025 se va a despedir con el pistoletazo de salida de un año en el que nos vamos a saturar con las convocatorias electorales. Primero Extremadura, después Aragón, después Andalucía y, quién sabe si antes, después o en medio, unas generales. Porque, aunque al ministro Óscar Puente le siente mal que algunos lo digan, la legislatura parece no tener mucho más futuro, por más que Sánchez diga que sí, que llegará hasta el final e incluso que repetirá y ganará las de 2027 y acabará la década en la Moncloa.

El domingo será la prueba del algodón para todos. El PP acaricia la mayoría absoluta, pero sabe que lo tiene complicado. Por mucho que su candidata intente en este final de campaña evitar errores que le alejen de esa mayoría “escondiéndose”, no participando en los debates (ayer reapareció en un vídeo grabado denunciando el robo de votos por correo en varias oficinas de la provincia de Badajoz), tendrá que volver a negociar con Vox, muy a su pesar. Y ahí veremos de nuevo cómo en Génova son capaces de articular una coalición que saben que les debilita. Cómo hacen para no ser tibios, como decía Ayuso. Veremos…

Algunos de los periodistas que estuvieron en esa copa navideña de Moncloa contaban que vieron a Sánchez y a su equipo “fuera de la realidad”, lo más peligroso que te puede pasar cuando estás en política

El socialismo intentará evitar la hemorragia, y también tocará comprobar si el batacazo que adelantan las encuestas es o no real, si eso perjudicará a sus otros candidatos autonómicos, como Pilar Alegría o María Jesús Montero. La situación es endiabladamente compleja en las filas socialistas, donde los casos de corrupción y de acoso opacan todo lo demás. No se trata de bostezar como dijo Sánchez el lunes en su repaso del año. Se trata de ser conscientes de la realidad en la que están, de explicar bien por qué nadie supo nunca nada de todo lo que hacía y deshacía Cerdán, hombre fuerte en el partido, el hombre que lo sabía todo, en el que se había confiado para tejer los pactos más difíciles de esta legislatura y que ahora aparece en el centro de todas las tramas de amaños de contratos que investiga la justicia… Algunos de los periodistas que estuvieron en esa copa navideña que cada año organiza Moncloa contaban que vieron a Sánchez y a su equipo “fuera de la realidad”, lo más peligroso que te puede pasar cuando estás en política, el famoso síndrome del búnker de la Moncloa.

La legislatura acabará cuando los socios quieran. Y no sólo Junts. Cuando el resto, PNV, Bildu o ERC digan “hasta aquí”, un hartazgo que esta semana han querido evidenciar, enseñando un poco la patita pero sin acabar de dar un puñetazo encima de la mesa. Cada resultado en las urnas, el primero este domingo, ampliará o no ese hartazgo. La decisión, por mucho que le pese, no la tomará Sánchez.

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