¿Y ahora qué?

Máximo Aláez

¿Debería el PSOE facilitar con una abstención la investidura de Mañueco? Obviamente, no. Pero la pregunta puede ser otra y tener diferentes respuestas o derivadas. Esa pregunta podría ser: ¿Deberían los otros partidos (especialmente PSOE, Cs y Unidas Podemos, por ser partidos de ámbito estatal) aprovechar la evidencia de que Vox está ahí y hay que poner un límite claro frente a la ultraderecha? ¿Podrían ofrecer estos partidos al PP abstenerse en la investidura de Mañueco si el PP se compromete en un acuerdo público a que en ningún caso aceptará un gobierno con la ultraderecha, ya sea en el gobierno del Estado, o un gobierno autonómico o local? Es lo mismo que se está haciendo en el resto de países de la Unión Europea, nada más.

Si el PP no acepta entrar a discutir sobre un cordón sanitario a la ultraderecha, especialmente ahora que Abascal le ha echado un órdago a Casado y le exige ser tratado de igual a igual y que blanquee sus atropellos ultramontanos, será su problema, demostrará que sigue sin entender nada o, peor aún, que se siente a gusto en su compañía (cosa que, por cierto, dice sin rubor la señora Ayuso allí donde pisa).

Si el PSOE no explora lo que podría ser una oportunidad para redibujar el tablero y recomponer la relación entre las fuerzas políticas democráticas, se habrá perdido una gran oportunidad de reorientar el discurso político en España y cambiar la dinámica imperante, cada vez más destructiva y más rechazada por los ciudadanos. No digo que sea fácil o que Casado lo vaya a aceptar; digo que las otras fuerzas políticas podrían intentarlo y asumir que los ciudadanos de Castilla y de León el domingo pasado han mostrado que cuando el hartazgo con los representantes se instala en la sociedad, el voto sale disparado hacia quien recoja ese hartazgo o se ofrezca como bálsamo de fierabrás, aunque se trate sólo de un trilero que primero mueve el nogal y luego recoge las nueces.

Los actuales dirigentes del PP debería ser conscientes de que el cuento de la lechera que vienen contándonos desde hace un tiempo ha derivado en fracaso sin paliativos. El me como a Ciudadanos, sumo sus votos que me van a venir gratuitamente, y voy a poder gobernar sin estar atado, ha demostrado ser sólo un cuento de la lechera y un fracaso estratégico sin paliativos. En Castilla y León, donde Ciudadanos casi ha desaparecido, el PP obtiene menos votos que en las elecciones de 2019.

Esa es la realidad y ahora vemos claramente que el rey está desnudo, que Casado tiene nulas posibilidades de llegar a gobernar algún día sin un Vox envalentonado porque es su único aliado posible en la actual dinámica. Lo demás es seguir enredando la madeja y permitir un mayor deterioro del sistema.

Afirmar, como han hecho los dirigentes populares al conocer el resultado electoral, que están satisfechos porque han sido quienes han tenido más votos y van a gobernar, es comprensible en un argumentario de urgencia, pero pensar que en una situación cada vez más fragmentada y multipartidista el objetivo es tener más votos que el siguiente partido es no estar en la realidad o haber suspendido en primero de Políticas. Pero ese es su problema y los otros partidos podrían aprovechar para poner sobre el tablero el tema realmente importante: el cordón sanitario a la ultraderecha.

Máximo Aláez es socio de infoLibre

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