Antonio García Gómez

“En la ciudad de Bajmut, en el este de Ucrania, asediada, devastada, apenas resisten “pacíficamente” 6.000 habitantes, la mayoría ancianos/as que no quieren abandonar su lugar. Entretanto se espera un ataque, el enésimo, de las fuerzas rusas que devastarán aún más lo destruido a conciencia”.

Triste panorama, y se augura que continuará el horror, el crimen, la incertidumbre letal, la maldad, la desesperanza, el dolor y el sollozo, la pena infinita y, en definitiva, la guerra, aunque se vaya corriendo el peligro, como dice la canción, de que “la guerra se nos haga indiferente”.

Y es que los efectos demoledores están a la vista, esta vez demasiado cerca de nuestras sensibilidades de primer mundo. Aunque resulta espantoso lo que está sucediendo, esta vez tan cerca de nosotros, mientras intentamos que no nos llegue a implicar el horror sufrido por tantos conciudadanos/as terrícolas.

“La guerra ha  llevado la muerte y la destrucción a Ucrania, pero a los rusos les ha quitado la poca libertad y la escasa justicia, además de la vida de sus jóvenes, lanzados a paletadas como si fueran carbón a la caldera del frente bélico”. Lluis Basset.

En lo que vamos de conflicto, ya va para un año, se calcula que hayan podido perecer 180.000 soldados rusos y 100.000 soldados ucranianos, amén de los civiles caídos, cerca de 67.000 adultos, 1.000 niños, contados también por miles. Sin contar los desplazados, más de un millón, en un país destruido, con sus infraestructuras devastadas para mucho tiempo, y un horizonte desesperanzador.

Preguntados muchos niños ucranianos sobre qué quieren ser de mayores, el 100% confesaron que querían ser soldados

Se calcula, asimismo, que la artillería ucraniana podrá estar disparando 5.000 proyectiles diarios, y que las reservas de los países que ayudan a Ucrania se están vaciando. Ahora parece que China pueda estar contemplando la posibilidad de enviar armamento a Rusia. Por su parte, EEUU ya ha destinado más de un millón de obuses a la implacable guerra.

Y todo resulta un despropósito trágico que, después de todo, acabará sobre una mesa de negociación, sin que seamos capaces de adivinar sobre cuánta destrucción se negociará la paz… la paz de la victoria, la paz de la derrota, la paz de la destrucción y la paz de los muertos.

Porque no se nos debería olvidar, en cualquier caso, que “Putin está librando una guerra injusta y criminal, y la libra con medios injustos y criminales”. Lluis Basset.

Y todo acabará sobre una mesa de negociación, sin que seamos capaces de adivinar sobre cuánta destrucción se negociará la paz… la paz de la victoria, la paz de la derrota, la paz de la destrucción y la paz de los muertos

Mientras la guerra va estabilizándose, ofreciendo un horror cotidiano que parece que intenta inocular nuestra indignación, o ni eso, mientras pensamos que, aunque cerca, aún no nos ha salpicado, aunque esto último no sea cierto, pero que, en todo caso, igual libraremos mientras seguimos viendo… la televisión y leyendo los titulares.

Y es que el espectáculo de la guerra sigue siendo el mismo, común al de tantos otros conflictos bélicos“Kilómetros de trincheras con soldados exhaustos, un ruido ensordecedor, cuerpos desmembrados alrededor de cráteres, fuego constante de artillería, muertos y más muertos”. Carlos Torralbas.

Y uno trata de imaginarse en lo que se está convirtiendo la tierra ucraniana, y, de igual manera, trata de visualizar el horror diario, el miedo, la pena, la suciedad, los cuerpos desmembrados, la rutina junto a la muerte,  la destrucción constante... y no entiende nada de la capacidad de autodestrucción del ser humano. En nombre de enseñas, patrias y otras zarandajas que chorrean la sangre de los caídos, los soflamas jalean el odio de los vencedores, el odio de los patriotas, el odio de los malnacidos.

Y aseguran los entendidos que, aún, en el frente ucraniano, se necesitaría la reposición de 100.000 obuses mensuales, siquiera para poder seguir resistiendo. Y con todo se concluye: que  “… la última defensa del mundo tal y como lo conocemos es un puñado de soldados con sueño y frío”. Jacobo García.

A menudo se sigue comentando, o no, porque queremos olvidarlo, sobre la caída de la República española, en la guerra civil que acabó con ella y con su intento democrático de desarrollarse, ante los oídos sordos de las “democracias europeas y vecinas” que desoyeron el clamor desgarrador pidiendo ayuda.

Aunque, en definitiva, la conclusión sea siempre la misma: “Me entristece ver cómo siempre la gente más débil sufre las peores consecuencias”. Albert García.

Y uno se queda con la liberación de París por aquella avanzadilla de La nueve” formada por soldados republicanos y españoles.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.  

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