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De la rendición de cuentas judicial al periodismo libre de bulos: la larga lista de reformas pendientes

Antonio Tajani

Luca de Feo

Hace años, un atleta australiano que se encontraba último en una carrera de patinaje, al caerse todos los demás, ganó la medalla de oro.

Contando con la misma capacidad, permanecer de pie, Antonio Tajani se hizo con Forza Italia, el partido fundado por Silvio Berlusconi. Donde no cabía un número dos encarnó el cero. Hubo delfines, pretendientes, cortesanos. Sin embargo, como esos mayordomos que tras una vida asintiendo se quedan con la herencia, hoy es Tajani el secretario del partido. “Líder no, claro, solo hubo uno”, suspiran los activistas. En el escudo todavía se lee BERLUSCONI. 

Tajani es algo como un empleado: no cuenta chistes, no reprocha a los comunistas, no esconde las arrugas

De hecho, la propiedad se ha trasladado a los hijos del magnate. Tajani es algo como un empleado: no cuenta chistes, no reprocha a los comunistas, no esconde las arrugas. Cada día aliados y adversarios anuncian y denuncian, se alaban y pretenden que alguien se avergüence: mientras tanto en su despacho Tajani mantiene, probablemente, todo en orden. 

Su última opinión tal vez se remonta a la juventud, cuando pertenecía al movimiento monárquico. Algo tan estrambótico que Tajani debió entender que lo de opinar no era lo suyo.  

Aparentemente, es de no creer que haya ejercido el cargo de presidente del parlamento europeo. En cambio es lo más apropiado: donde se discute el destino de un continente nadie mejor que él para pedir, por favor, que no se levante demasiado la voz. 

Es una suerte que a Italia como ministro del exterior le haya tocado Tajani. Incluso servirían más napolitanos como él en las cumbres internacionales: tan astutos que no lo parecen. 

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Luca de Feo es socio de infoLibre.

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