Librepensadores
¡Todos a por el centro político!
A 12 días de las elecciones municipales y autonómicas y viendo el resultado de las elecciones andaluzas, el panorama político se vislumbra cada vez más confuso por las dificultades de los ciudadanos para interpretar los mensajes de los distintos partidos, que al margen de su situación real en el espectro ideológico, andan a la gresca en su intento de ocupar el centro político, esa zona talismán en la que dentro de márgenes estrechos a izquierda y derecha se sitúan al parecer la gran mayoría de tibios políticos y de indecisos.
Cada partido, a claxonazos , intenta abrirse paso en el atasco organizado por la ansiedad compartida por copar el tan deseado y necesario espacio de centro, olvidando que sin irse a extremos ideológicos marginales, existían ¿existen aún? espacios ideológicos de sensatas diferencias ahora vacíos, desocupados por los que decidieron abandonarlos por motivos exclusivos de tacticismo electoral.
Nadie al parecer es o se confiesa simple, clara, digna y contundemente de derechas o de izquierdas –no hablo de extremos– todos, incluso los que se definen naturales del centro, pivotan desde su “centrado descentre” lo justo a derecha e izquierda para no alarmar ni ahuyentar a la veta potencial de equilibrados ciudadanos que se disputan entre todos, matizando, cuando no renunciando al parecer a lo que ahora se consideran idearios a la baja, y más, cuánto más se alejan de ese espacio fetiche que al parecer ocupan sociológicamente la mayoría de ciudadanos.
Tanto ruido ideológico de los partidos en su peregrinar hacia el centro, esta embotando la capacidad de los votantes en disputa para reconocer la credibilidad y sinceridad de los mensajes políticos de cada partido.
Discernir entre los diferentes discursos subastados por cada ideología convocante empieza a ser problemático, poco claro si no difuso incluso para algunos ilustrados votantes. ¿Dónde empieza y dónde acaba la franqueza del discurso, donde el engañoso y fraudulento talante centrista por electoralismo puro y duro?
Si no fuera por lo trágico –a pesar de lo que digan los paranoicos optimistas profetas del Gobierno– de la situación social, económica y política en España, gangrenada por una corrupción inimaginable en cualquier otro país de nuestro entorno, esta compulsiva obsesión por capitalizar y ocupar “Los santos lugares” del centro político resultaría divertidamente cómica o patética según se mire, eso sí, no sé si para pocos o para muchos.
El falso achique de espacios a derecha e izquierda del espectro ideológico provocado por la unánime aproximación táctica al centro –la estrategia a largo plazo es el intento de monopolizar el poder– provoca la frustración huérfana de votantes que reclaman sin complejos y dignamente esos espacios amortizados temporalmente en tiempo de elecciones.
Ser de derechas o de izquierdas sin desviaciones excesivas, ¿se considera ahora motivo de vergüenza entre nuestros “desvergonzados ideológicos” y excesivamente pragmáticos políticos?
La brutal crisis económica creada por un poder financiero excesivo determinante de la crisis política por sumisión de ésta a aquel y del cataclismo social que sufrimos, ha acabado desvirtuándolo todo, incluidos los referentes ideológicos que se expresan ahora en discursos políticos confusos, cada vez mas monocordes, sesgados por el objetivo demoscópico de ampliar el cuerpo electoral que les permita mantener o alcanzar el poder y si es posible… sin compartirlo.
Pero, políticos defensores del centro… centro y concordantes en sus hechos y discurso tampoco son tantos. Todos se escoran en su interesado y calculado centralismo desde su babor o estribor ideológicos lo justo, sin dar bandazos excesivos, milimétricamente, en una calculada aproximación al “oasis central” donde la ideología nodriza quede tranquilizadoramente difuminada en el falso espejismo para la deseada masa de votantes, que temerosos de la excesiva polarización y radicalidad, se dejan embaucar en su confortable mansedumbre por discursos que ofertan la centralidad precaria y engañosa, empañada la visión real del espacio antes habitado y visible ideológicamente, y ahora, temporalmente despoblado y oculto.
El centro político se convierte así en un sumidero de contradicciones, de mensajes equívocos, de dobles lenguajes, de tranquilizadores eufemismos, de idearios castrados, de pragmatismos miméticos… todo cabe, todo es posible, todo es defendible, toda coartada encuentra a codazos eso sí, ubicación y acomodo, todas las incongruencias entre distintos acaban amontonadas como “piojos en costura” en el estrecho espacio situado bajo el fiel de la balanza ideológica en su intento de equilibrio imposible entre discursos en realidad, tan lejanos en su práctica y pensamiento políticos.
¡Todo por el centro! y… ¡todos a por el centro! El grito de guerra electoral se repite unánimemente desde rincones ideológicos variopintos, ¡todo por el centro!
Aquél que calle o reivindique lo contrario permaneciendo coherente en su espacio y congruente con su discurso político de siempre, corre el riesgo de quedar abandonado ideológicamente a su suerte, temido por la masa de indecisos y de indiferentes complacidos, ignorado electoralmente, víctima de su radicalismo descentrado, un “ogro político” del que huyen escépticos y descreídos los votantes tibios.
¡Todo por el centro! , ese es el desafío electoral y ocupar el poder… el objetivo.
Pero la pregunta es simple: ¿tan complaciente, tan amplio, tan desdibujado es y tantos matices caben en el deseado y mágico demoscópicamente espacio de centro político? Si todos claman enardecidos: ¡el centro es nuestro!, ¿cabrán todos? ¿Habrá espacio para tantos en el camaleónico espacio del centro político?
Amador Ramos Martos es socio de infoLibre
Texto actualizado el miércoles 13 de mayo por su autor.