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Debate (interesadamente) desplazado del conflicto independentista

David G. Illescas

No debemos olvidar de dónde viene tal situación para poder entenderla. Cuáles han sido los movimientos cruciales de cada participante y, una vez expuesto el análisis, debemos recordar hacia dónde nos dirigimos.

El debate instalado tanto en la sociedad catalana como española es de banderas, una guerra de banderas. No solo han proliferado esteladas en Catalunya (y en menor medida rojigualdas dependiendo del barrio, especialmente en Barcelona) sino que en el resto de España, el conflicto y la crispación han provocado que muchas personas saquen banderas españolas a sus balcones (más si cabe que cuando la selección española de fútbol ganó el Mundial en 2010, por hacer una comparación algo jocosa). Es impactante ver cómo de repente cambia el decorado urbano de ciudades de otras comunidades. ¿Y esto por qué ha pasado? Llevamos muchos meses, ya perdí la cuenta, en que el cuarto poder (como prefiero llamar a los medios de comunicación dominantes) bombardea periódicos, telediarios y debates televisivos día tras día polarizando la opinión de la ciudadanía con un resultado espectacular. Obviamente es algo que está pasando, es actualidad y hay que informar. El 1 de octubre, la actuación policial, las consecuencias del referéndum, la aplicación de un artículo de la Constitución por primera vez en la historia, los juicios con una interpretación más que apurada de las leyes… Los acontecimientos ocurridos han sido desproporcionados y sobre todo evitables en un Estado supuestamente democrático y de derecho. Y hablo en general, no me refiero a una de las partes, cayendo en la bipolarización que acabo de criticar. Mientras tanto la población ha ido cayendo en las provocaciones de unos y otros, provocando sentimientos indeseables, generando una tensión cotidiana creada por gente que no nos representa y que viven en una realidad totalmente diferente a la nuestra, que es la realidad del grueso de la población, de la mayoría popular. ¿Dónde está el sentido común? ¿Y sobre todo dónde está la capacidad crítica de la población para decir basta, que esto no nos interesa, que así no? ¿A dónde vamos, si nos están guiando como marionetas? Eso es lo que más me preocupa. Y no parece que vaya cambiar.

Se acercan las elecciones autonómicas convocadas por el Gobierno central a raíz de la aplicación del famoso artículo 155 (gobierno del Partido Popular con apenas representación en el Parlament, algo que convierte al asunto más paradójico todavía) y el debate continúa polarizado. Y ahora voy al tema central que quiero tratar.

Detrás de las banderas se esconden temas de interés popular de especial importancia como la precariedad laboral (la mayoría del empleo generado durante la crisis ha sido temporal o jornada laboral parcial creando una masa de trabajadores con sueldos precarios y una competitividad a la baja), los recortes en sanidad, en educación y en investigación y desarrollo, la pobreza energética. Estos asuntos, que afectan de forma global a España, han afectado a Cataluña en particular. No olvidemos que el Partido Popular, durante las pasadas legislaturas, ha aprobado la mayoría de presupuestos generales del Estado y ha aplicado la mayor oleada de recortes y rescates bancarios en la historia reciente de España, en connivencia con el partido político más visible del procés (la antigua llamada Convergència) y del que su máximo representante es el president de la Generalitat, presidente autonómico que, por otro lado, no ha sido votado, sino que es sucesor del anterior. Estos hechos no han sido en absoluto criticados por los otros partidos independistas (de ideología progresista de izquierdas y en teoría comprometidos con las cuestiones sociales de su población), hablo de ERC y CUP, sino que se han coaligado con el partido de Puigdemont con un único objetivo (lograr la independencia de Cataluña) en un contexto histórico que es sin duda cuestionable, pues en ningún momento se garantiza que alcanzar dicho objetivo sea sinónimo de recuperar el estado de bienestar para las clases populares. ¿En alguna ocasión hemos leído o escuchado propuestas reales surgidas del procés para revertir la situación socio-económica que se vive actualmente en Cataluña?

Surge así el debate, especialmente para los partidos izquierdistas, entre la campaña del independentismo a toda costa o la campaña de las políticas sociales. Ya hemos visto dónde se ha situado.

Hablaré ahora brevemente de la CUP (Candidatura d'Unitat Popular). Si echamos un vistazo a sus eslóganes, todos están construidos a partir de los hechos que se desencadenaron a partir de la convocatoria del 1-O. Tienen razón, no queremos presos políticos, no queremos violencia policial, queremos votar con garantías y aspiran a una república libre e independiente. Echo de menos políticas para el beneficio popular que históricamente ha defendido este partido. Quiero decir, ¿qué diferencia hay entre el discurso actual de la CUP, el partido de Puigdemont y el de Esquerra Republicana? Han elegido transmitir el mismo mensaje hacia sus potenciales votantes, que en parte comparto, convirtiéndose en un único bloque, y las razones para votar a uno u otro, ahora que se presentan por separado, quedan ensombrecidas en líneas difuminadas. Por lo tanto es evidente que se han olvidado de la gente. Voy más allá: el movimiento político independentista nunca debería haber sido liderado por la derecha catalana (los casos de corrupción de algunos de sus diputados o exdiputados así como el rol que juega en el Congreso de los Diputados son motivos suficientes para argumentar dicha sentencia). ¿Se ha puesto en entredicho por parte de los medios dicha situación? O ante la ausencia de crítica en los medios, ¿han sido los otros partidos políticos o la ciudadanía capaz de criticarlo? No.

A donde quiero llegar es que el movimiento independentista tendría más sentido si se hubiese construido, desde un principio en la coyuntura reciente, como crítica al modelo de país en que se ha convertido España durante la crisis de los últimos años (aparte de los argumentos históricos del independentismo preexistentes que no son motivo de este escrito). Es más, el inventario de razones expuestas para las próximas elecciones del 21D por parte del independentismo ha sido elaborado por el Partido Popular a la cabeza del bloque nacional-judicial-constitucionalista, a la vista de los hechos recientes y máximos creadores de la causa independentista, y que el independentismo ha adoptado como elaboración propia. Se ha creado un guión perfecto en el que nadie afloja la cuerda tensada por dos bloques presentados públicamente como únicos valedores para resolver un conflicto desgastado, sin que nadie ceda o proponga un escenario capaz de solventar la situación, prolongándola hasta agonizar en unos nuevos comicios electorales con intereses económico-partidistas más que evidentes (pregunten a Inés Arrimadas, Albert Rivera y al IBEX-35). ¿Será que no quieren que acabe? Mientras tanto se ha aprobado el CETA, sigue subiendo el precio de la luz en un país pobre y dependiente energéticamente (cuando hay recursos humanos, científicos y logísticos para revertir la situación al menos de forma progresiva), sigue sin reponerse la hucha de las pensiones, continúan impunes empresarios, políticos y policías corruptos, los servicios públicos siguen desmantelados, no se ha acogido al número de refugiados de guerra establecido, continuamos sin televisiones ni medios públicos independientes (afectando de forma frontal a la libertad de la ciudadanía), continúan las altas tasas de paro (especialmente en la población joven), la brecha salarial (durante la crisis las rentas más altas han aumentado sus beneficios al mismo tiempo que el poder adquisitivo de las rentas más bajas se ha ido deteriorando, datos que pueden consultarse en el INE) y la precariedad laboral (a pesar del tímido crecimiento económico en los últimos dos años), entre otros debates que me dejo en el tintero no por ser menos relevantes sino por no prolongarme más… Repito, ¿será entonces que no existe una voluntad política real para solucionar el conflicto? ¿Por qué no centramos a nivel mediático los problemas que afectan realmente a la ciudadanía de este país y a la de Cataluña? Están escondidos detrás de las banderas. Estamos de acuerdo en que una parte de la población catalana quiere expresar un cambio en la relación que quiere para con el estado español, y un referéndum pactado, con garantías y con una campaña electoral en condiciones es la solución cívica, democrática y con sentido común a la que aspiramos. Sin embargo, está bloqueada por parte del PSOE y del PSC, con un discurso político y electoral totalmente diferente a la aplicación de sus decisiones (solo hay que escucharles y comprobar lo votado en Parlament y Congreso) sin que ello repercuta en una crítica amplia por parte de sus bases. Así pues, quedan desacreditados como verdaderos socialistas a nivel colectivo o de partido, pues además de posicionarse en el bloque del 155, bloquean políticas sociales en la Cámara baja. De nada sirvieron las declaraciones de Pedro Sánchez en la entrevista que le hizo Jordi Évole.

Con este panorama, y teniendo en cuenta las predicciones para el día de las elecciones, todo parece indicar que la lista encabezada por Xavier Doménech será puesta bajo el foco mediático ante la previsible función de balanza que tendrá en la formación del nuevo gobierno autonómico, y, por extensión, también Podemos a nivel estatal. Revisando entrevistas, declaraciones y propuestas políticas, Catalunya en Comú - Podem son las únicas formaciones políticas que han seguido denunciando la realidad social que nos rodea y que se han posicionado en un escenario conciliador en el conflicto bipolar del independentismo catalán, proponiendo un modelo de país inclusivo con las diferentes sensibilidades que configuran la España actual. Podemos estar de acuerdo o no, pero es un hecho objetivo que no adquieren una actitud beligerante y que proponen soluciones alcanzables a un problema estancado y que bloquea el resto de la actividad política. A pesar de ello, han sido duramente criticados por ambos polos, tanto por partidos políticos como por la sociedad civil, y las razones de dicha hostilidad queda introducida con las líneas arriba escritas. ____________

David G. Illescas es socio de infoLibre

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