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Dícese de la desigualdad rampante

Antonio García Gómez

Insaciable, amoral si se sobrentiende como capaz de adherir a una condición de injusticia manifiesta la realidad de la desigualdad, asegurando el efecto demoledor de una pésima distribución de la riqueza que favorezca a muy pocos y deje a la intemperie a la inmensa mayoría.

Algunas empresas que contratan readers, quienes hasta hace poco era “emprendedores autónomos” a su servicio, eufemismo demasiado cruel para tales “curritos” en precario, han decidido rebajar aún más los emolumentos a los desgraciados que han de dedicarse sin descanso a repartir por las calles, de domicilio en domicilio, con frío  o calor, de día, de noche, hasta la fecha cobrando a 2,50 euros el mandao, cuando se han visto obligadas esas empresas, por ley,  a “asegurar” a esos precarios y explotados empleados. Es lo que tiene la codicia y la desigualdad socialmente aceptadas, desde arriba, incluso y paradójicamente desde abajo, aunque solo sea por necesidad e instinto de supervivencia aceptando lo inaceptable.

En el pasado año, en nuestro país, 23 milmillonarios lograron que sus fortunas aumentaran un 30%, al tiempo que la población ramplona del resto del mismo país que se encuentra bajo el umbral de la pobreza aumentó en un millón de “parias”, a la vista vergonzante de las “colas del hambre”.

Es el resultado de la desigualdad creciente. Muchos más pobres “de solemnidad” frente a un reducidísimo número de pocos ricos que no cesan de enriquecerse más y más.

Asímismo, en el mundo que nos cobija, mal que bien, a pesar suyo las más de las veces, ante el uno por ciento de los más ricos que se hicieron mucho más ricos, el crecimiento de la  pobreza sin paliativos, sin red, en el vértigo de la bajada a la pobreza más implacable, es sencillamente exponencial.

Es el resultado de la desigualdad creciente. Muchos más pobres “de solemnidad” frente a un reducidísimo número de pocos ricos que no cesan de enriquecerse más y más

Y entretanto, en los tiempos nuevos del neoliberalismo con pompa, rebato y juerga desbocada, aparece la mojiganga, vieja y farsante, como ya se lasconoció en nuestro pasado siglo de Oro, cuando se presentaba “breve, burlesca y disparatada”, chusca como una desdentada bruja, atroz como un espantajo, engalanada como una alhaja falsa, para entretener, despertar la risa floja y enturbiar la mente aporreada de chacotas burdas y malintencionadas, a la vista de todos, para entretenimiento de los pudientes, para escarnio de los desfavorecidos.

Y así nos encontramos a un Boris Johnson, líder del ajado imperio británico, cuya principal ocupación parece que fue aguardar a los viernes a correrse una juerga tras otra con sus compinches de camarilla, sin que ahora se le tome en serio, aunque nadie entre los suyos sepa muy bien cómo quitárselo de en medio, braceando para salir indemne del indecente atolladero en el que se ve metido.

Y de igual manera, saltándose el charco oceánico, en la vieja Arizona del lejano oeste y sus películas de cowboys de serie B, se muestra y se presenta el truhan Trump, en plena precampaña electoralista, embutiéndose bien su hortera gorra colorá, hasta las orejas, con idea de que el viento no le soltara la gorra y, de paso, el pelo zanahoria asentado sobre su cráneo disimulado de cráneo pensante, como gran estadista, aullando tantas mentiras como impúdicas acusaciones al adversario… político, en un páramo de fanatismo y radicalización, en una vía enloquecida hacia la degradación de la política, la gestión digna y decente, y el bien público, en definitiva, empezando por los más vulnerables… que allá les den.

Al mismo tiempo que, también en nuestra patria chica, ahora toca Castilla y León, la mojiganga electoralista ya se abre paso, infantilizados  los políticos en prime time, con Casado, Ayuso, Mañueco y compañía, como vendedores de humo, como mensajeros del nuevo paradigma grosero y bufo, capaces de enfangar cualquier atisbo de comprensión elemental de la realidad social, mientras se retratan con animales “de engorde, de cría, de leche…”, “apesebrados” los rendidos aplaudidores, para denunciar lo más grande, desde “el supuesto ataque sin cuartel a la ganadería española” de los malos de costumbre, hasta el “torticero uso de los fondos europeos”, también protagonizado por los mismos malos “rojos y filoetarras”,  que se recibirán de Europa, en un ataque de mojiganga impostura y desfachatez inmoral, para hacer reír y enfebrecer a los suyos, a los entregados, a los ciegos y sordos, en un estrategia que, de nuevo, busque enfrentar a media España contra la otra media, en nombre de un patriotismo en propiedad exclusiva de los insufribles salvadores de… sus intereses y de los de sus “amos y señores”, donde tocará destruir, a retreta por la tierra quemada que se deje,  para luego hacerse cargo de… los escombros y las “contrataciones” milmillonarias.    

“Sería un gran reclamo”, ha declarado el alcalde de Madrid Almeida, refiriéndose al tenista Djokovik y su plausible participación en el Open de tenis en la capital, que acudiera al evento, porque entiende el alto edil que supondría una gran “iniciativa publicitaria”. Lástima de mojiganga si no fuera extremadamente estúpida, propia de su naturaleza por otra parte, insensible y amoral, ante la actitud del dolor que está provocando la pandemia, seriamente ninguneada ante la actitud de estos “deportistas mimados”, artistas de lo suyo, raqueta en mano, en el caso de Djokovic, alimentados esta vez por el neoliberal Almeida que solo debe ver la pela en el ojo de la mojiganga alegre, partidaria de la “dorada” participación del raquetista de élite si decidiera participar en Madrid, “¿vacunado o no vacunado?”, ¡qué más da!... mientras la vaca dé leche… y lecciones de estúpida e insolidaria actitud. Porque podrían sanearse las cuentas cebadas y bien cebadas de unos cuantos afines.

Claro que luego, el lenguaraz Almeida, artista del bla bla bla para pasar luego al “rebla, rebla, reblabá”, pues donde dijo que dijo ahora va diciendo un… trabalenguas que ya nadie entiende salvo que, al final, la culpa la tendrá el “ladino gobierno central”. Y es que la consigna es y sigue siendo: “a por ellos, a por ellos”.

Mientras en la Cañada Real sigue sin atisbarse solución a la posibilidad de tener “luz y calor”.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre.

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