Librepensadores
'Divide et impera'
Cuentan que Julio César mencionaba esta locución al hablar de estrategia frente a sus adversarios políticos. En estos tiempos, la falta de control de lo que puede generar el intentar controlarlo todo da resultados que no siempre son los apetecidos. Cuarenta años de crecimiento y maduración, todavía no la suficiente, hacen que se vayan ajustando los perfiles de las diferentes facciones políticas que conviven entre sí en las diferentes formaciones. Hemos hablado durante todo este tiempo, de lo inusual de un partido tal como el PP, por la aglomeración de liberales, conservadores, algún que otro demócrata cristiano y “los de antes”. Alguna vez tenía que llegar a su fin y esto ha sucedido ya de forma nítida, con la confirmación de Ciudadanos y la aparición en la escena política de Vox.
En un principio, parece que el “divide y vencerás” aducido anteriormente, no se cumple en el primer plebiscito afrontado en estas primeras lides entre las facciones, ya nuevas formaciones; que se disputan junto a la original los trozos del pastel electoral. Si bien la izquierda esperaba con ansia que la renovación del Partido Popular sufriera una europeización, que desgranara las diferentes ideologías que convivían en su seno. La desidia de esa misma izquierda y un halo de reconfiguración de antiguas esencias de los electores en nuestro país, ha dado un pequeño vuelco a las expectativas de los que veían ante sí el desmoronamiento de la derecha en España; tras haber sufrido en los últimos años la misma situación en el otro extremo del eje ideológico.
La costumbre de etiquetar por parte de la izquierda, en lo que ha llegado a ser un acto de distinción y que en el fondo no es más que esnobismo que prescinde del significado de nobleza, ha hecho crecer a lo ancho las opciones entre grupos que defienden prácticamente lo mismo, pero con salvedades que no tienen mayor significancia que la del enfretamiento por mor de remarcar esa distinción. Ortega no comprendería el paso de esa sine nobilitate a la arena política, en un tránsito a una supuesta clase alta en democracia.
En esa lucha constante en el activismo de la izquierda, por diferenciar el ser del pertenecer, con el que siempre se ha querido hacer ver de la necesidad de sumar personas y de recompensar moralmente a las que ya estaban, sería importante que alguien empezase a decir a viva voz que las personas son lo que hacen, no lo que dicen que son.
La diversidad no hace diferente a nadie en lo principal, parece un lema que hay que utilizar con alguien que viene de fuera, de otra raza, sexo o religión, pero quizá habría que aplicárselo de vez en cuando a la hora de discernir entre tantas identidades como se observan hoy en día y que, al final, de tanto señalarse quedarán como estereotipos fijos de no se sabe bien qué. Daniel Bernabé pone en cuestión, en su último libro, el para qué sirve la competición entre los activistas de izquierda y hace ver que no se trata de ser, sino de hacer, ya que la inoperancia encubierta por la estética moralista puede seducir pero no te da de comer.
Puede que en este país haga falta mucha cultura política, pero lo que está claro es que si las alternativas son multidimensionales, el votante mediano acudirá a la que no le complica la vida. Si para ser de izquierdas, el elector tiene que reunir un montón de condicionantes, puede pensar que a lo mejor no es de izquierdas o que, simplemente, le están engañando.
Por muy bien que a Roma le fuese contra la Liga Latina con el Divide et impera, hace ya algún tiempo para no frenar su expansión, no parece que a la izquierda española le esté dando el mismo resultado. Puede que sea el momento del manoseado “lo que nos une, es mucho más de lo que nos separa”, para intentar fijar un horizonte común en el que poder por lo menos dar batalla a lo que parece se avecina en próximos comicios. ___________
Pablo Quirós Cendrero es socio de infoLibre