Foie gras de crisis

Victor Poblador

Tampoco va hoy de cocina, pero me sirve el símil. De igual modo que un ganso cebado, si no se le sacrifica, no puede vivir con normalidad y muere, nuestro sistema capitalista, cebado ad nauseam no puede sobrevivir. Igual que si llenamos un globo en demasía tarde o temprano explota, nuestro sistema, lleno artificialmente de todo por un consumismo y un “crecimiento” desaforado, más pronto que tarde puede explotar. Y digo puede porque, si es verdad que somos una especie inteligente, deberíamos poder evitarlo. Es muy tarde, pero aún hay tiempo, aunque solo sea para minimizar los daños.  

Nuestro sistema (además de aquello de capital y plusvalías) está montado sobre un constante aumento del consumo y ese consumismo feroz nos impulsa a tener muchísimo más de lo que realmente necesitamos (ropas, comidas, coches, cachivaches…) siempre más de todo. Pero ese consumismo, –“crecimiento”, lo llaman–es posible por el continuo aumento del gasto de materiales y energía, sobre todo energía. Crecimiento constante dicen; pero no es sólo de la economía, con ello también crece el consumo de recursos.

Así que cada vez gastamos más recursos de todo tipo: naturales (agua, tierras, árboles, peces…) y, especialmente minerales (cobre, hierro, etc) y fuentes de energía. Sobre todo energía. Petróleo, carbón, gas y uranio proporcionan el 96 % de la energía que se consume en el mundo. Y no olvidemos que usamos energía para todo: construir, mover maquinaria, transportar, cultivar y fabricar. Toda factura gasta energía. Piénselo.  

Y ese consumo ingente de recursos y energía ha comportado también un exponencial crecimiento de la población. Desde los albores de la era del petróleo, la población se ha multiplicado por cinco en unos 140 años, pero en los últimos 70 lo ha hecho por tres, pasando de unos 2.300 millones en 1945 a casi 7.000 en 2013. Esto, también a costa del ingente consumo de recursos y energía. Tractores y maquinaria, monocultivos y abonos químicos, metal y petróleo que han hecho posible tal explosión demográfica.

Estos dos fenómenos: consumo voraz de energía y recursos y explosión demográfica se están exacerbando en los países en desarrollo, donde se anhela y se imita el modo de vida occidental.  

Hasta aquí esto le parece totalmente lógico a todo el mundo. Es lógico que queramos más dinero y más cosas para “vivir mejor”, que nos alimentemos y nos curemos mejor. Vale, es lógico; pero si somos una especie inteligente y lógica ¿por qué no aplicamos esa misma lógica al primer argumento (el hígado del pato y el globo)? ¿por qué nadie se pregunta hasta cuando y cuanto se podrá seguir creciendo? Porque todos sabemos que la tierra no es llana e infinita, es limitada y no tiene más yacimientos, pozos y minas que las que tiene, o mejor dicho, tenía. Ni mucha más tierra cultivable (se desertifica por momentos). No hay más cera que la que arde. Hemos expoliado el planeta. Y como no es posible el crecimiento constante e ilimitado en un planeta finito, (recuerde que vivimos en un globo, grande, pero globo) el crecimiento esta ocasionando la crisis definitiva: la crisis de nuestra civilización, el colapso de nuestro mundo… Pero esto queda para otro día…

Más sobre este tema
stats