Librepensadores

Un general en las generales

Gonzalo de Miguel Renedo

La vicecepresidenta del Gobierno afirmaba el pasado 6 de noviembre que el general José Julio Rodríguez, número dos de Podemos por Zaragoza, había sido cesado por pérdida de confianza. Un poco tarde si tenemos en cuenta que ya se conocía que el ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa había pedido al ministro Morenés, por carta fechada de 30 de octubre, su pase de la reserva al retiro, así como su cese como vocal de la Orden de San Hermenegildo. Y porque no le pueden desterrar.

Aparte de la mentira oficial que preside la reacción gubernamental, siempre me han parecido de una cobardía extrema aquellos que intentan dar una patada por la espalda al que voluntaria y pacíficamente inicia su retirada. En tales situaciones la mejor respuesta es la del que agarra la pierna del traicionero y le arrastra por el suelo aprovechando su propia inercia. Y todavía resulta más pedagógico si se hace bajando unas escaleras. Muchas han sido las críticas aceradas a la formación morada, pero la acusación de que esta designación la acerca todavía más al chavismo, sea esto lo que sea, resulta delirante. Y es que la vacuidad de los argumentos ha protagonizado, en general, los ataques a Podemos, más basados en la exageración sectaria que en un verdadero juicio crítico. Si a Juan de Mairena le bastaba con ver al padre para suspender al niño, a Podemos se le puede aprobar con sólo ver al detractor desquiciado. Quienes les acusan con patrañas se convierten sin quererlo en su mejor defensa, al tiempo que son el peor enemigo de ellos mismos. No en vano el propio Rajoy reconocía en una reciente entrevista amañada en la extelevisión pública que él era su peor enemigo. ¡Qué razón tenía!

El Gobierno de Rajoy, en fin, ha querido ajustar cuentas a título póstumo con este gran general, castigándole por su adhesión a Podemos. En un Real Decreto escueto y despiadado le acusa de falta de idoneidad y de incumplimiento del deber de neutralidad política. Rajoy se ensaña con el exgeneral Rodríguez demostrando una vez más que no hay vida inteligente, ni mental ni emocional, en la Moncloa. Ni inteligencia ni elegancia. ¡Qué empeño en quedar como unos canallas! Mira que podían ahorrarnos a la galería este navajeo por vía decreto-bajero..., pues no, el poder se les apodera y no hay manera de que no echen espumarajos por la boca a la mínima que algo se les tuerce. Y es que el fichaje del exJemad por Podemos ha dolido, y mucho, al PP. Quizás porque saben que su única baza disponible para contrarrestar su efecto pasa por contratar a Torrente, el personaje que hoy mejor representa su idea de una España unida. Fuera bromas, a nadie gusta que su principal adversario, off the encuestas, se marque un tanto que puede apuntalar su triunfo. Mal casan la defensa de la unidad nacional por un militar del más alto grado con el radicalismo guerracivilista que imputan a Iglesias. Añádase que Madrid y Barcelona, entre otras grandes ciudades, no se han vuelto hitos bolivarianos y que las amenazas del caos anunciado tampoco se han cumplido con la llegada de Podemos a los ayuntamientos. No sé, pero cada vez queda más claro que la presencia de un partido como Podemos resulta más necesario que nunca para limpiar, no ya las cloacas del Estado, que también, sino las mismísimas estancias principales, que apestan tanto o más que las alcantarillas. Y en este encomiable objetivo, la huella valiente del militar es ahora seguida por otro gran general, esta vez civil. El constitucionalista Javier Pérez Royo se incorpora a Podemos. No es fácil tomar una decisión como ésta, no para quienes han convivido con la casta en sus diversas variantes y son sabedores de las consecuencias que puede tener para su persona. Al menos, el sabio sevillano se ahorrará el desprecio castrense de un Gobierno justiciero que se vale de las instituciones del Estado para su beneficio. _________________

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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