Librepensadores

Una imagen y 1.000 palabras

Amador Ramos Martos

La contemplación pausada de la foto de portada de El País del viernes 8 de abril, realizada durante el posado previo de sus protagonistas en los prolegómenos de la primera reunión del “Tripartito Incierto”, me hizo reflexionar.

Estaba en la peluquería del barrio de Chueca a la que habitualmente acudo desde hace años esperando a cortarme el pelo. El análisis pormenorizado de la imagen, de la actitud de sus protagonistas y la larga reflexión –durante el dilatado tiempo muerto de espera- me provocaron una sensación, intuición sería más exacto de no sé si ilusionado o iluso –es mi duda- optimismo.

Observando la fotografía y trazando la mediatriz entre los dos representantes del PSOE que ocupan el centro del segmento de mesa visible, ésta queda dividido en dos mitades donde el lenguaje corporal y expresiones de los participantes es a todas luces distinto y llamativo.

En la mitad izquierda, Iñigo Errejón y Pablo Iglesias atienden con expresión de justificado escepticismo más evidente por más visible creo en el rostro del segundo, los comentarios de Antonio Hernando realizados con sonrisa quizás algo forzada, y sin mirar a los ojos de sus interlocutores. La impresión que me sugiere el análisis de esta mitad de la mesa es la de los que quisieran creer –Errejón e Iglesias- al que intenta ser creíble, Hernando. Una actitud más relajada y de encuentro.

En la mitad derecha Meritxell Batet, con hierática severidad, distante, mira al vacío en actitud ausente, se diría que rotos los puentes de empatía con los representantes de Ciutadans: José Manuel Villegas y Juan Carlos Girauta situados a su izquierda y cuyos rostros, dejan entrever una expresión híbrida entre la frustración y el cabreo contenido. Da la impresión de que ajena, Batet marca cierta distancia preventiva respecto a los interlocutores de Ciutadans. Desde luego, es detectable una ausencia no sé si real o aparente de complicidad no ya personal si no política. La sensación que me sugiere esta otra mitad de la mesa es la de los que creían tener la sartén del pacto cogida por el mango y ahora no lo tuvieran tan claro. Es una actitud la de sus protagonistas de alejamiento, de aparente desencuentro.

La mirada más atenta y posición más erguida de Errejón e Iglesias y de su interlocutor Hernando, demuestra una actitud más proactiva, que de nuevo, contrasta con la ausencia de conexión visual y situación más retraída de los negociadores de Ciutadans –sobre todo de Villegas– respecto a Batet que en actitud ausente, se mantiene eso sí en posición corporal más enérgica y erguida.

Todos, excepto Girauta que observa con un matiz de ofuscación y expresión de dureza en su mirada el diálogo de Hernando con Errejón e Iglesias, las manos entrelazadas en un gesto que denota una determinación cerrada en sus planteamientos, se aferran a una o dos manos al socorrido bolígrafo, un gesto que denota cierto nerviosismo, inseguridad y actitud de barrera más evidente en los dos políticos de Podemos.

Puesto ya a elucubrar, la imagen me sugiere que lo que parecía o se nos intentaba vender como un pacto definitivo y cerrado entre PSOE y Ciutadans, no lo está tanto, y todos, de una u otra forma probablemente son conscientes de ello, lo que justificaría por una parte el lenguaje corporal y la actitud de Villegas y Girauta, más tensos y distantes respecto a Batet, quizás ante la intuida pérdida de influencia y capacidad para imponer sus líneas rojas al PSOE.

Las actitudes visibles en la foto quizás estén determinadas no por la tensión del encuentro si no por tensiones surgidas en el seno de invisibles –por discretos- desencuentros, reencuentros, distanciamientos y aproximaciones estratégicas previos al mismo.

En este juego de máscaras en que se ha convertido el intento de pacto de Gobierno y cuyo plazo final se aproxima de forma inexorable, el factor tiempo aumenta la presión sobre las negociaciones y sus protagonistas. Intuyo que la foto origen de este comentario puede ser anodina y mis reflexiones una intuición sin fundamento, pero algo me hace intuir más que sospechar, que el muy improbable hasta hoy pacto de gobierno, devenga en pacto posible, y es más, me atrevería a adelantar que sorprendente por inesperadas ausencias o presencias de última hora.

Nada es imposible, y cada uno de los tres implicados en la posible creación de un gobierno de consenso –auto excluido no ya Rajoy si no el PP en pleno- debe valorar minuciosamente el coste y riesgo beneficio de cada una de sus decisiones. Y siento decirlo, pero de nuevo, son, ¡mucho cuidado Pedro Sánchez y PSOE!, los que tienen más que perder, los que corren más riesgos políticos.

Interpretar correctamente el mensaje ciudadano depositado en las urnas el 20-D buscando los aliados más adecuados a los deseos de los votantes, puede significar para el partido/s que lo consigan, conseguir la credibilidad ante la mayoría, repito, mayoría de los ciudadanos y acceder con su apoyo a la difícil tarea en las circunstancias actuales de formar un Gobierno que eso sí, ponga la decencia como baluarte inexpugnable ante la zafia mediocridad de tantos “usurpadores” de lo público y la corrupción fruto de tanta codicia y que tanto han degradado la actividad política.

Lo que la inmensa mayoría de ciudadanos –que no es la inmensa mayoría a la que tanto recurre Mariano Rajoy en su ya nada creíble e ignorado discurso– está reclamando, es un gobierno garante del bien común, del bienestar social, regulador de los desequilibrios que fruto de la mala redistribución de la riqueza tanta desigualdad han generado, un patrimonio que era de todos y que ha sido dilapidado por algunos. Lo que los ciudadanos reclamamos democrática, pacífica pero contundentemente, es un gobierno que devuelva la ilusión, la esperanza en el futuro a tanto desespero ciudadano.

¿Serán capaces de entenderlo –algunos afortunadamente “auto excluidos” han demostrado no querer entenderlo desde el principio ni estar dispuesto a hacerlo en el futuro- aunque sea a última hora nuestros políticos?

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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