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Imponderables, o no tanto…

Antonio García Gómez

Víctimas de la propia existencia, de la fragilidad de la misma y de los exacerbamientos propios de unas naturalezas exaltadas, enfrentadas, camino de la tragedia, la hecatombe, la desigualdad…

A vueltas con la ley del solo sí es sí, una vez que se encontró todas las zancadillas para sacarla adelante, con el espíritu por delante de que la víctima era la mujer abusada, agredida, obligada a demostrar que ella era la responsable de su victimización, o la víctima sin paliativos frente a la pulsión masculina, muchas veces exculpada.

Y así hasta donde hemos llegado, poniendo en clave mayor la munición punitiva que habrá de lanzarse de una a otra trinchera, con tal de no dar el brazo a torcer, habiendo olvidado el verdadero sentido de ser de tal ley, que pretendía no añadir más dolor al sufrimiento, incluso dando por razonable la interpretación de cada juez o jueza, salvo que haya otros intereses torticeros, cuando lo que menos haya de importar sea la exposición pública de la víctima con tal de haber logrado una baza más en el enfrentamiento partidista. Hasta haber logrado reducir el debate al “endurecimiento de las penas” por encima de cualquier otra consideración.

Dicen los titulares acompañando imágenes y relatos desgarradores que “la tierra tembló durante minuto y medio”, donde ya lo había hecho con anterioridad, con seísmos muchos más fuertes que el último. Desde 1668 que se tengan recogidas noticias, con miles y miles de víctimas en cada uno de esos sucesos.

Y sin haber tomado medidas estructurales de prevención hasta que ha estallado de nuevo la tragedia, que volverá a recontar miles y miles de víctimas, heridos y pérdidas materiales.

Y nada se volverá a hacer igual, y aún más en Siria, donde ni se asegura una contabilidad aceptable. Mientras se mueve la solidaridad internacional en un momento puntual, tan humana como sobrecogedora, para que al cabo de poco de tiempo se habrá regresado, de nuevo, al olvido, porque prevenir, a la larga, es mucho más caro. Tan inhumano como trágico, de nuevo.

Tras doce años del recurso del PP contra la ley del aborto aprobada por el gobierno de Zapatero, el Tribunal Constitucional, al fin renovado y puesto al día, volverá a poner en agenda la resolución del recurso que volvió a suponer un ardid politiquero, olvidado al poco de haberlo presentado. Porque nada importa más que sacar unos votos más, unos escaños más.

La obligación de acudir al esfuerzo común y fiscal nos ha de resultar muy antipático, en proporción directa al “patriotismo barato y huero”, el que se suele exhibir en 'pulseritas de muñeca bicolor'. Camino, pues, del egoísmo amancebado de ceguera social

Simultáneamente, en nuestro país, la privatización de los servicios públicos básicos avanza imparable. Tras el espejismo de que “podremos pagarnos” cuanto necesitemos, y que, en consecuencia, quien no pueda asumirlo pues que se arrumbe a la cuneta. En un ejercicio de insolidaridad malsana. Como cuando se ha comprobado que, en nuestra sociedad, la obligación de acudir al esfuerzo común y fiscal nos ha de resultar muy antipático, en proporción directa al “patriotismo barato y huero”, el que se suele exhibir en pulseritas de muñeca bicolor. Camino, pues, del egoísmo amancebado de pura ceguera social.

En busca del placebo doble, mucho castigo por aquí, desigualdad a mansalva, machismo a placer y, de postre, exceso de caridad para el desastre final, inevitable, ante tanto dios que calla y otorga poder a sus sacerdotes y príncipes…

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.

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