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De la rendición de cuentas judicial al periodismo libre de bulos: la larga lista de reformas pendientes

Eduardo Vázquez Martul

Listo es sinónimo de deligente, preparado, activo..., entre otros adjetivos, pero en términos coloquiales o despectivos, “el listo” es un personaje que presume de estar enterado de todo, aunque sabe poco; es un habilidoso para sacar beneficio en cualquier situación. Quizás sea una figura singular propia de nuestra cultura que protege comportamientos rechazados en otras latitudes mas allá de nuestras fronteras.

Por desgracia, en estos días politicamente tan atormentados tenemos más de un ejemplo. Generalmente es un personaje con pocos escrúpulos, coge el dinero fácil y vuela sin preguntar. Pero no solo el dinero, sino cualquier cargo o empleo a sabiendas de no estar preparado. Es frecuente que metan la pata. 

El listo, al que no debemos confundir con el pícaro, personaje este incluso simpático, intenta agradar, lo que se dice “caer bien”, y a veces lo logra a pesar de su falsa sonrisa. Suele ser presuntuoso, perfumado y ajetreado, para aparentar ser “el señorito” del pueblo que siempre quiso ser, o incluso se disfraza de personaje importante para ser admitido en la “nobleza”. Presume de codearse con la alta sociedad como perfecto desclasado que reniega de su origen aldeano. Con insistencia, que no disimula, busca salir en la foto, a veces estirando la cabeza para ocupar un puesto que no merece. Es el clásico trepa.

Presume de codearse con la alta sociedad como perfecto desclasado que reniega de su origen aldeano. Con insistencia, que no disimula, busca salir en la foto, a veces estirando la cabeza para ocupar un puesto que no merece. Es el clásico trepa

Su escasa cultura se limita a memorizar frases sueltas de la primera página de un libro que nunca ha leído, pero que recita para simular ser una persona ilustrada. A veces se disfraza de personaje liberal y demócrata, pero en la intimidad es amigo del fascista o del tramposo al que debe favores. Es un elemento peligroso, y si lo contrarías utiliza la amenaza aprovechando el poder de alguna prensa amiga.

Vive del y para el engaño y para eso se hace el útil o servil con los de arriba. Suele ser envidioso, por eso habla mal de aquel que es superior, al que intenta destruir utilizando la mentira, incluso la calumnia o a testigos falsos, porque carece de la mínima ética, es más, no sabe lo que significa esta palabra. Este prototipo existe, ocupa posiciones sociales de responsabilidad y es clave para que la corrupción se autoperpetúe. Quizás sea consecuencia de la Contrarreforma, en la que nuestro país ha sido un abanderado. Hay que recordar la historia; por dinero o con mentiras podrías comprar una bula al papa, y tus pecados serían perdonados. El pillo lo sabe.

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Eduardo Vázquez Martul es socio de infoLibre.

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