Librepensadores

"Las mujeres visten ceñido"

Jesús Moncho

Las mujeres visten ceñido, como muestra o expresión de su vertiente atrayente, decía un interlocutor. ¿Cómo?, se le respondía. Sí, claro que sí, continuaba el interlocutor, también se pintan, forma parte de su condición. O sea, ¡hay condiciones formales de género! Resulta que una mujer se pinta y eso es condición de género para la atracción. Pero un hombre se afeita, y eso no es condición de género, ni lo hacemos para atraer o ir más acicalados, no: es que los hombres ¡se afeitan! Como si formara parte de la realidad, al igual que el llover o salir el sol. Pero pintarse o vestir más o menos ceñidos/as es un acto para atraer, propio de las mujeres. Esto anterior, señoras y señores, es el prejuicio: juicio o idea asumida por aceptación no razonada o no contrastada con la realidad. Así, por ejemplo, venía pontificándose o diciéndose que "las mujeres llevan faldas, y los hombres, pantalones": ¿Cómo se sentiría un escocés tradicional? ¿Cómo se sentirán los malayos o los birmanos con su sarong o faldón habitual? ¿Cómo se sentiría una chica española de los años 60 por querer iniciarse en el uso de pantalones?

No sólo prejuicios, también las palabras pueden ser transportadoras de mistificaciones o falsificaciones de la realidad. Así, la expresión "todos hemos sido creados a imagen de Dios", muestra un continuado y exagerado masculino ("todos, creados, Dios") que deja de lado a la mitad de la población, la femenina, y que al mismo tiempo delata la razón y naturaleza de su creador o creadores: una sociedad dominada y dirigida por machos. Pero, además de las falsificaciones, también pueden ser transmisoras de valores equívocos, por ejemplo, "Congreso de los Diputados" o "Colegio de Abogados" y similares, que marcan claramente valores caducos o pretendidos: "El hombre en la calle y el foro; la mujer, en casa".

La conclusión es que el lenguaje, símbolo de la realidad, refleja una visión de la misma y tiende a reproducirla. La responsabilidad nuestra es la de conseguir que ese lenguaje se adapte y refleje la realidad de la forma más fidedigna y leal posible. Sin falsificaciones ni transmisión de valores equivocados. Y no debemos forzar el lenguaje con miembras o portavozas (el lenguaje tiene sus propias reglas), sino adaptándolo a los nuevos tiempos. Además, claro es, de dotar de contenidos igualitarios entre sexos las actitudes y disposiciones y ordenaciones sociales, que quizá venían siendo acaparadas excesivamente por el sexo masculino (se requiere de la llamada “discriminación positiva” en favor del sexo desatendido hasta ahora). En este sentido, hemos de reconocer que hoy parece ser que hemos entrado en una etapa de "resistencia" porque se han suprimido ayudas sociales, familiares, formativas y educativas, se han devaluado salarios y oportunidades, se ha elevado la ideología clasista y excluyente..., todo lo anterior y más que ataca el avance de las mujeres, ante lo cual los hombres también debemos posicionarnos y solidarizarnos porque en la misma barca van los derechos de todos, de mujeres y hombres. Y que baje Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y lo vea. O... ¡la Diosa Madre, Hija y Espíritu Santa! _______________

Jesús Moncho es socio de infoLibre

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