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Naciones y Estados (confidencias)

Javier Paniagua

El llamado procés catalán ha producido multitud de escritos sobre la perversión de los nacionalismos. Especialmente en Madrid, y en el resto de España, la reivindicación catalana de independencia ha sido considerada mayoritariamente como un retraso ideológico y político, un estorbo para la democracia española que había encauzado desde 1978, con la Constitución, un camino de libertad y estabilidad política en la senda de los países desarrollados. Ha permitido, se alega, un Estado descentralizado y con gran capacidad de intervención en el ámbito de las Autonomías para superar la dinámica histórica española de centralismo/federalismo. No cabe, por tanto, ninguna negociación con el nacionalismo y, aunque no quede más remedio que tolerarlo, es imprescindible neutralizarlo, combatirlo con fuerza para evitar que el fenómeno progrese. España, por tanto, debe mantenerse dentro de los límites territoriales que la han definido desde hace siglos y que las resoluciones internacionales han venido manteniendo como principio de la unidad de los Estados.

Pero esta casi unanimidad ideológica contra los movimientos nacionalistas no se corresponde con las posturas de los partidos políticos españoles que, aún defendiendo la unidad del Estado, tienen propuestas diferentes para abordar la reivindicación catalanista. El PP y C's defienden la legalidad establecida en el Estatut, el rechazo de cualquier negociación con el nacionalismo y la aplicación dura, si fuera el caso, del artículo 155 de la Constitución; el PSOE plantea un federalismo inespecífico y la retórica del diálogo que apacigüe los enfrentamientos irreductibles, mientras Podemos, y sus similares, están dispuestos a admitir un referéndum pactado que en su consideración daría la mayoría a los unionistas y despejaría la actual situación de enquistamiento antes de que el nacionalismo sea mayoritario. En estas circunstancias la esperanza se centra en que el bloque nacionalista se divida y rompa la unidad establecida para reivindicar una república independiente, algo que, a pesar de las disidencias internas de los partidos soberanistas, no parece romper el objetivo independentista, acompañado además por plataformas trasversales como la ANC u Omnium, y ahora el Consell de la República.

La pertenencia a la Unión Europea y la política actual de statu quo norteamericana impiden que la Península Ibérica se balcanice y se divida en pequeños Estados. Sin embargo, todo puede depender de la evolución futura de Europa y la dinámica de las nuevas fuerzas políticas que, a derecha e izquierda, están despertando en los distintos países y pueden cambiar la estructura de la Unión. Ya se reconoció a Kosovo como Estado (España, no) con la aprobación de EE.UU. y en contra de la resolución de la ONU, y ahora los serbios están planteando anexionar parte del territorio kosovar habitado mayoritariamente por ellos. Y en contrapartida existen voces que reclaman la “Gran Albania” con la unidad de poblaciones albanesas en Serbia y Macedonia del Norte, Y continúan latentes los movimientos nacionalistas de Flandes, Escocia, Ulster, Padania, Córcega y Euskadi, aparte de los de la Federación Rusa.

De tal guisa que el nacionalismo no disminuye, sino que permanece y en algunos casos se acrecienta. Lo que resulta paradójico con las tendencias intelectuales de su descrédito que se publican o difunden. Hay una opinión mayoritaria de que el nacionalismo es una ideología reaccionaria, retardataria para la integración deseada de todos los pueblos. Pero en muchos casos se obvia que ese rechazo se realiza desde una nacionalidad, con una lengua y una cultura determinadas. Al parecer, los nacionalistas son siempre los otros porque no aceptan la integración en un Estado que puede respetar y aceptar sus peculiaridades. Se argumenta que el Estado ya consolidado es el camino que la Historia ha puesto para la unidad planetaria e ir contra él representa no creer en su consolidación. ¿Cómo quedaría España? Tres Estados soberanos con Cataluña y País Vasco y, por encima de las consideraciones económicas, el fuerte sentimiento de una unidad perdida por una gran mayoría de los que la habitan. _____________

Javier Paniagua es socio de infoLibre

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