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El PP ante su rubicón democrático

Amador Ramos Martos

Si la fascinación fuera hermana de la cautela el precipicio no tendría un balcón. 'Contra el desprestigio de la altura' (1995), Dulce Chacón

El artículo que está leyendo, si llega a sus manos, es la versión actualizada, no sé si mejorada, de otra original enviada para su publicación en la sección Librepensadores de infoLibre, horas antes del estallido de revanchismo cainita en las entrañas del PP. La volatilidad de los acontecimientos, desdibujaron en parte el fondo de aquel reconvirtiendo su presunta actualidad, en pasado inmediato… pero pasado. 

Decía Churchill que “las actitudes son más importantes que las aptitudes”. Una afirmación, solo sostenible, sobre la complementariedad razonable de los dos conceptos. Pero falaz en mi opinión, cuando el desequilibrio entre los términos es asimétrico en exceso, e imposible, en ausencia de ambos.  Una doble condición esta última, que, en el caso del PP, coinciden políticamente personificadas en su “líder” Pablo Casado. 

Este “cantamañanas” sin parangón es responsable de la alucinada deriva ideológica del PP hacia territorios de baja calidad democrática en su intento de hacerse, en competencia con VOX, con parte del voto del sector ultraderechista nacional captado por este. Un partido, de dudosas convicciones democráticas. Una amenaza demoscópica creciente que, valiéndose de la democracia, intenta colonizarla para acceder al poder y una vez instalado en el mismo, degradarla o, nada es imposible… finiquitarla.   

Circunstancia en absoluto exclusiva de nuestro país. Tampoco de Europa siendo como es un proyecto trasnacional ideológico globalizado. Edificado de forma paradójica, sobre adhesiones afectivas rabiosamente nacionalistas y, que en la UE, se intenta acotar frenando su expansión e impidiendo democráticamente su acceso al poder. 

Un riesgo latente, que los “cordones sanitarios” ideológicos preventivos no siempre garantizan,  siendo como es, la eficacia de estos: dependiente en buena medida, de la actitud responsable y autocrítica de los ciudadanos y del buen quehacer político de los partidos que los representan. Elementos básicos de la cohesión del entramado institucional de poderes legítimos que constituyen la clave de bóveda del equilibrio del sistema democrático.

Quizás la peculiaridad española, sea fruto de la aquiescencia del PP frente al rebrote del tardofranquismo larvado que hibernaba en el subconsciente ideológico de una parte, en absoluto despreciable, del hasta no hace mucho, pero hoy inexistente, centroderecha nacional. Reubicado como ha sido gracias al sectarismo retrógrado de sus líderes, en territorios lindantes con el proto fascismo marginal ocupado por Vox.

Lo dramático es, que, en este proceso de involución ideológica, los coqueteos de Pablo Casado… y el PP con la ultraderecha, han dilapidado la menguante credibilidad democrática de ambos. Con el agravante añadido, de que, las alternativas al liderazgo del primero son bien escasas o… nulas. Si el PP, con Casado desacreditado, el partido sumido en una cruenta “guerra civil” por el poder entre el líder nacional y… la lideresa de “Madrid-es-España” pretende recuperarla, lo tiene muy difícil.  

El don de la ubicuidad ideológica es imposible. No se puede gozar de credibilidad democrática en situaciones ambivalentes que se excluyen democráticamente. Y ante las que solo cabe una actitud y un compromiso democrático ineludibles. Si no, que se lo pregunten al rey de la yenka ideológica que era Albert Rivera. Una circunstancia que Casado, encerrado en su delirio, debe ignorar no sé si de forma voluntaria o inconsciente. 

No se puede ofertar a última hora como hizo Casado en abril de 2019 la entrada de VOX en su presunto y frustrado gobierno y a renglón seguido, un año después, negarle el pan y la sal intentando marcar diferencias con aquel y justificar la falsa centralidad del PP. Para finalmente, quedar maniatado políticamente y a los pies de los caballos de VOX tras las recientes elecciones en Castilla y León del pasado día 13.

Además, la alternativa a Casado en este enfrentamiento fratricida del PP deja mucho que desear, y tampoco tranquiliza. Vistas las manifiestas limitaciones intelectuales y políticas de Isabel Ayuso. Un ensayo de populismo huero y barato, realizado artificialmente en el laboratorio ideológico del PP por Miguel Ángel Rodríguez, alquimista del partido, y padre político de la criatura. 

El intento de elevar a Isabel Ayuso a la categoría de mito nacional, a pesar de sus evidentes carencias y su sintonía con Vox;  alejan al PP del tan necesario y hoy inexistente espectro político de centroderecha. Circunstancias que la incapacitan para el cargo por más que se empeñen en pulirla y auparla al estrellato: MAR y algunos barones de Génova. Como decía mi madre, mujer sabia donde las haya: “Donde no hay mata… no hay patata”.

Y qué decir de Núñez Feijóo… la gran esperanza, con sordina, del partido. El eterno mirlo blanco gallego del PP: ¿continuará instalado confortablemente en su aparente moderación sostenido por la fidelidad de su templada y conservadora mayoría nacional-galleguista? o… viendo el desolador panorama en el seno del PP, este zorruno gallego: ¿se arriesgará como parece, a perder su privilegiada posición política tirándose a la piscina donde chapotean los barones y baronesa del partido? 

Sus siempre calculadas moderación y taimada actitud frente a los conflictos del PP no son sostenibles, cuando el nudo gordiano del dilema puesto sobre la mesa, no son en mi opinión: las presuntas corruptelas o espionajes dentro del PP, un problema endémico irresuelto… ¡nada nuevo que no supiéramos!... si no los pactos o alianzas con VOX. De momento imprescindibles, en el intento del PP por recuperar el poder con el apoyo, o la exigencia de compartirlo con este. Aquí, ya no vale ponerse de perfil ni recurrir a una calculada indefinición intentando escurrir el bulto del núcleo del dilema: abrir o no la puerta del poder a Vox.  

Una complicidad manifiesta y activa con VOX como la deseada por Ayuso, o voluble como la de Casado, son democráticamente indefendibles. Pero también lo es, cuando es utilizada como sugiere ladinamente Feijóo de forma indirecta y pasiva, como forma de chantaje político para involucrar al PSOE en la solución de un desastre creado dentro de las filas de su propio partido, sin la mínima autocrítica por parte de ninguno de los lideres del PP.

Casado, Ayuso y… ¿Feijóo?... al paso y en la dirección equivocada, siguen tambaleándose en precario equilibrio a lomos del borrico del PP. A sus espaldas, desde el horizonte del pasado, Abascal, ibérico Cid Campeador pata negra, se le acerca trotando despatarrado a lomos de VOX, un pura sangre español. Lo que sitúa al PP finalmente a los pies de los caballos de este, y frente a su particular y temido Rubicón: aceptar o ignorar la entrada de VOX en cualquier gobierno sea este local, autonómico o nacional.

Los tres deben decidir si traspasarlo o no. En el primer caso, podrían desencadenar una cascada de consecuencias inevitables e imprevisibles para la democracia en nuestro país. En el segundo, solo reconociendo la radical deriva ideológica adoptada por el partido, su degradación democrática y tras un lento proceso de rehabilitación autocrítica, podría reubicarse de nuevo en el espacio político de centroderecha abandonado por el partido, y recuperar su perdida credibilidad democrática.

Pero mucho me temo, que viendo la actitud y las aptitudes de las que nuestra clase política de derechas sigue haciendo gala, y muy a pesar nuestro; como ciudadanos, y como país… ¡lo vamos a seguir teniendo crudo!  Lo que, en ningún caso, debiera alegrarnos. Ya que una mala noticia como creo que es esta, para todos, no puede ser nunca motivo de alegría. No es lo que quizás muchos ciudadanos nos merezcamos, pero lamentablemente… Nos guste más o menos, de momento es lo que tenemos.

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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