Supersticiones
En Casa Manolo cabe casi todo el mundo, “casi” por quienes rechazan acudir como clientes por propia voluntad. Así, no es extraño que en una misma reunión alguien pida Larios con cola y alguien Seagram’s con Royal Bliss, aunque en el segundo caso deba conformarse con Larios y Schweppes. A pesar de que en las tertulias cotidianas ganan por goleada quienes se posicionan a la izquierda, los de derechas ejercen con plena libertad su derecho a rezar los argumentarios aprendidos en los medios, las redes sociales o los púlpitos dominicales, a veces con un espíritu digno del martirologio más rancio de la patria.
Las paredes de la taberna, desnudas de afiches con escenas taurinas, señoritas sexualizadas, nazarenos, patronas o dioses de la farándula y el deporte, recogen una variada gama de mensajes fuera de la botella. Palestina libre, Stop desahucios, Salvemos el planeta o Espacio seguro para mujeres, alternan con Se cuidan personas mayores, Se dan clases particulares, Cuarteto Casare Clarinetes o Mesa redonda: La Desbandá. También albergan esporádicas exposiciones de pintura o fotos de algún colega. El reloj de “cu–cu” traído de Suiza por Manolo no desentona, excepto en caso de que se celebre algún concierto íntimo para un aforo máximo de cincuenta personas o un recital de poesía que, aunque raros, no se descartan.
Con la partida a un “cu–cu” de acabar (las seis y veinte), Manolo y Antonio están a punto de que Rosalía y Eli les endosen un mandil (*) ante la expectación de un corro de mirones que parecen disfrutar con la humillante derrota. Están en juego nada menos que una reputación ganadora y tres rondas de cafés y copas que ascienden al capitalazo de 38 €. Dice Eli cerrando a doses: “Ya decía mi horóscopo que hoy es mi día para dominar el mundo”. Antonio se interesa mientras baraja las fichas: “¿Tú crees en el horóscopo?” Y, antes de que conteste, pregunta Manolo: “¿Dónde lo lees?”. Rosalía abre con el cuatro tres y responde por su pareja: “Ya no se lee, se lo escuchamos al Bardo Leonardo en TikTok”.
Con el fascismo en plena expansión, lo ha vuelto a hacer: crisis tras crisis, el capitalismo ha creado una situación de total desesperanza, oscurecida aún más por el ambiente prebélico en Europa, que es el lugar del mundo donde las posguerras son más rentables. Rosalía y Eli están hundidas en la pobreza a pesar de tener trabajo. Una es administrativa en una empresa de construcción, la otra limpia casas y da media jornada en la subcontrata de la ayuda a dependientes. El alquiler y los gastos mínimos no permiten a Eli emanciparse y Rosalía comparte piso con un comercial y una camarera pagando 350 € por la habitación.
Crisis tras crisis, el capitalismo ha creado una situación de total desesperanza, oscurecida aún más por el ambiente prebélico en Europa, que es el lugar del mundo donde las posguerras son más rentables
Como miles de personas, ellas buscan explicación y soluciones a su situación en cosas aparentemente dispares como las supersticiones y los populismos. El sistema que las aboca a la precariedad y la desesperación, también les señala culpables de sus desgracias, personas en peor situación: emigrantes, gitanos, parados… y sindicalistas, y comunistas… Están en contra de estos colectivos porque se niegan a ser las parias del sistema y creen con fe ciega que la Providencia, el Cuponazo y el Horóscopo las sacarán del pozo.
Antonio cierra a unos. Cuentan los puntos y se anotan tres. Se han salvado del mandil. El “cu–cu” de las seis y media pone fin a la partida y ellas se despiden con prisas. Rosalía, que sale de mantilla dentro de tres horas, le ha echado el ojo a otra mantilla de la cofradía. Su horóscopo la anima: “Esta semana es clave para dar rienda suelta a tu pasión, no la desaproveches”. El capataz del paso de Nuestra Señora de la Soledad es su jefe, que derrocha fe y dinero para dar el máximo esplendor posible a la procesión.
(*) En el juego del dominó, se llama mandil al hecho poco frecuente de que una de las parejas finalice la partida sin anotar ningún punto.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.