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Cuando se ven las orejas al lobo

Rafael Sánchez Sánchez

Sin duda esta es la mejor frase para describir lo que ocurre en España desde la misma noche electoral del 10 de noviembre. Los resultados de las elecciones provocaron –como es natural– reacciones en todos los partidos. Unas, quizá precipitadas, como las del PP, tanto en boca de Pablo Casado, “nuestro programa es incompatible con el del PSOE”, como en la de su secretario general, Teodoro García Egea, cuando dijo aquello de “con Sánchez no vamos ni a la vuelta de la esquina”. Pedro Sánchez, por su parte, reiteró su compromiso de formar un gobierno progresista, compromiso al que en uno de sus últimos mítines de campaña puso plazo, “48 horas”.

Pero en lo que hay acuerdo es que el gran vencedor de las elecciones del 10 de noviembre fue Vox, y que es, sin duda, en este espectacular avance de la extrema derecha donde está la explicación de que Sánchez alcanzara con tanta celeridad un acuerdo con Unidas Podemos para formar un gobierno de coalición. Era evidente que había que dar una respuesta rápida para evitar que el fantasma de un nuevo bloqueo apareciera, y que se corriera el riesgo de que en España la derecha –a pesar del descalabro de Ciudadanos– alcanzara un acuerdo para formar gobierno. Los números en principio no daban, pero si Unidas Podemos se quedaba de nuevo en la abstención, no era descartable que en España se repitiera la fórmula de Andalucía y de Madrid.

Pero si la izquierda “vio las orejas al lobo” la misma noche electoral, la derecha se las estaba viendo apenas 48 horas después. Tras el acuerdo de gobierno de coalición suscrito por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, ya se están oyendo voces en el PP partidarias de facilitar la investidura de Pedro Sánchez, si renuncia a su acuerdo con Pablo Iglesias, e incluso la formación de un gobierno de concentración, PSOE, PP y Ciudadanos. En relación con el acuerdo de gobierno de coalición el líder del PP ha dicho también que “para este viaje no hacían falta alforjas”. Pero esta frase se le vuelve en contra, porque si ahora aceptara abstenerse para facilitar la investidura de Pedro Sánchez, podía haberlo hecho en julio y todos nos habríamos evitado este nuevo “viaje electoral”.

Ahora la clave de la investidura de Pedro Sánchez como presidente de este primer gobierno de coalición en la historia de nuestra democracia, está en manos de los partidos independentistas, tanto catalanes como vascos, cuya abstención resulta imprescindible para conseguir la investidura en segunda votación. La derecha derrocha hipocresía cuando acusa a Sánchez de sus acuerdos con el separatismo catalán para gobernar, se olvidan de que fue precisamente la falta de apoyo a los presupuestos de los partidos independistas catalanes y del propio PP, lo que provocó la convocatoria de las elecciones del 28A.

A pesar de las dificultades hay escasas dudas de que, de una forma o de otra, vaya a salir adelante el gobierno progresista de coalición. Pero hay que ser realistas, a pesar del acuerdo y de los compromisos de lealtad mutua entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, resulta evidente que hay piedras en el camino y que la estabilidad de este futuro gobierno está en la cuerda floja.

Unas breves reflexiones finales. Resulta cansino, por reiterado, el recurso al “insomnio de Pedro Sánchez” si hubiera ministros de Unidas Podemos en su gobierno. Hay que recordar que el mismo Pablo Casado que dijo aquello de que Pedro Sánchez era un "traidor", "felón", "incapaz", "incompetente", mediocre", "mentiroso compulsivo", "ilegítimo" y "okupa", y luego se dejó la barba para volver al centro y desvincularse del acercamiento a Vox que provocó su fracaso el 28A. En política las estrategias son cambiantes y la hemeroteca está llena de contradicciones en las declaraciones de los líderes políticos. El que esté libre de culpa en este sentido que tire la primera piedra.

Un último apunte, los medios de la derecha están estos días intentando recuperar los fantasmas internos del PSOE que intervinieron en 2016 en la operación que derrocó a Pedro Sánchez de la Secretaría General. Vano intento, porque la unidad en el partido de Ferraz está fuera de toda duda, pero esto demuestra la desesperación del PP al ver que, si nadie lo remedia, el PSOE en esta ocasión además de ganar las elecciones va a gobernar. Todos han visto “las orejas al lobo”, pero algunos un poco tarde. _______________

Rafael Sánchez Sánchez es socio de infoLibre y analista político.

Rafael Sánchez Sánchez

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