‘Los ensayos’, un presupuesto descomunal para una broma épica

Llamar broma a lo que ocurre en la segunda temporada de Los ensayos, disponible en Max, es quedarse muy corta. Nathan Fielder, creador, jefe y protagonista de todo el lío tiene una tesis: los copilotos de vuelos comerciales no se atreven a hablar francamente con los pilotos durante el vuelo poniendo en juego la seguridad. 

Afirma que la mayoría de accidentes aéreos podrían haberse evitado si el o la copiloto se hubieran sentido seguros para expresarse ante una situación preocupante. Se invierte en máquinas más seguras, pero no se trabaja en la relación entre las dos personas que deben solucionar los problemas en la cabina del avión.

Comedia desde el desconcierto

A partir de aquí comienzan seis episodios que toman los derroteros más insospechados para tratar de mejorar este problema. Dicho así parece sensato, pero la forma de explorar el dilema de Fielder provoca un desconcierto casi unánime. 

Pasa por organizar un concurso de talentos musicales en el que copilotos reales tienen que dar la mala noticia de que no han sido seleccionados a los aspirantes eliminados. Así se descubrirá quienes tienen mejores dotes comunicativas.

Sin límites para la experimentación

Pasa por replicar la biografía de Chesley Sullenberger, el piloto que aterrizó su avión de emergencia en el neoyorkino río Hudson sin víctimas porque había preguntado su opinión al copiloto antes de la maniobra de emergencia. Y pasa por otros lugares que es mejor no mencionar a quien quiere ver la temporada para que pueda saborear la sorpresa. 

La primera entrega de Los ensayos, también muy recomendable, ya mostró un proyecto en el que el compromiso de Fielder con sus ideas es espectacular. Destaca el presupuesto que el cómico invierte en carpintería. 

Ensayos para desenvolverse en la vida

Todo es poco para construir decorados en los que practicar sus ensayos. Su lema es que la seguridad se adquiere con la práctica, y en la realidad no tenemos posibilidad de ensayar.

Si la tuviéramos llegaríamos a las situaciones que nos importan con control, con aplomo y no tendríamos que lamentarlo después como ocurre tantas veces en esa improvisación que llamamos vida.

Tampoco escatima gastos en actores y actrices que colaboran en esos ensayos que tienen lugar en los gigantescos platós creados al efecto. Y la verdad es que a veces no está del todo claro quienes son intérpretes y quienes son quienes dicen ser.

Situaciones llevadas al extremo

Porque el tipo de comedia de Nathan Fielder es la del desconcierto. Aquí no hay chistes, hay situaciones llevadas al límite. Situaciones que suelen parecer descabelladas, pero de las que acaba asomando un sentido. Ver como encuentran su lógica proporciona una gran parte de la diversión.

El canadiense Nathan Fielder practica un humor alternativo. Pertenece a la tradición de cómicos que muestran un rostro imperturbable. En Estados Unidos, hace cien años se acuñó el término deadpan, cara de muerto, que se ajusta más a su caso que el de cara de póker.

Humor neurodivergente

Ha alcanzado una cumbre en ese sentido. Su “personaje” tiene una gestualidad tan hierática que podría considerarse neurodivergente. Cualquier persona que se relaciona con él tiene que hacer frente a una situación extraña que contribuye a ese desconcierto de la serie, al humor por la incomodidad.

Sus ensayos de la primera temporada han servido a terapeutas que trabajan con personas en el espectro autista para practicar situaciones que les pueden resultar estresantes y reducir la ansiedad cuando las encuentren en el mundo real.

Cambiar la aviación desde un programa de humor

En estos seis episodios Fielder encuentra a una figura de la aviación que comprende su preocupación, John Goglia, experto en seguridad aérea. En una entrevista conjunta de cómico y experto a CNN, Goglia explica que el tema resonaba en él antes de que Nathan Fielder le contactara por primera vez. Ahora, en la escuela de pilotos de Nueva York en la que da clase les pone la serie.

Sin embargo, la Federal Aviation Administration, la institución gubernamental de Estados Unidos para la aviación, no reconoce el problema y opina que las relaciones entre pilotos y copilotos están suficientemente tratadas en su formación.

Tradición en el absurdo

Fielder está acompañado en esta serie por los guionistas Carrie Kemper y Eric Notarnicola con los que ya había trabajado en la serie Nathan for you. Esta serie aprovechaba la carrera de empresariales de Fielder para dar consejos a empresas nacientes. Compartía con Los ensayos el gasto desproporcionado para demostrar un punto hasta llevarlo al absurdo.

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La guionista Kemper vuelve a colaborar con Fielder en su serie de ficción The curse, en Skyshowtime. Este título sigue a una pareja que pretende encarnar los valores ecológicos y es puesta a prueba mientras protagonizan un programa de televisión. 

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A pesar de contar con el propio Fielder y la oscarizada Emma Stone, el guionista no llega a los mismos excelentes resultados que consigue en una serie como Los ensayos, en los que dudar entre qué es verdad y qué no contribuye al encantamiento de la audiencia.

Quienes busquen el peculiar espíritu de esta serie pueden encontrarlo en How to with John Wilson, también en Max, en la que Fielder fue productor ejecutivo. El cómico que da nombre al título proyecta una mirada única a la locura y la poesía del mundo cotidiano. Entre tantas series de fórmula, Los ensayos y How to conservan intacta la capacidad de romper los esquemas.

Llamar broma a lo que ocurre en la segunda temporada de Los ensayos, disponible en Max, es quedarse muy corta. Nathan Fielder, creador, jefe y protagonista de todo el lío tiene una tesis: los copilotos de vuelos comerciales no se atreven a hablar francamente con los pilotos durante el vuelo poniendo en juego la seguridad. 

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