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'Maquis': cine comprometido con la memoria y las colas del hambre

Vecinos trabajando en la despensa solidaria de Aluche.

El compromiso con la memoria de un pasado que no se debe olvidar y este presente de crisis económica y pandémica se unen gracias al empeño del cineasta Rubén Buren (Madrid, 1974) y el movimiento vecinal madrileño. Porque desde este 10 de diciembre y hasta el día 16 puede verse en los Cines La Vaguada de Madrid la película Maquis, con toda la recaudación de taquilla destinada a ayudar a las colas del hambre del Barrio del Pilar y de Aluche.

Ambientada en 1949, grabada en blanco y negro y con la presencia de únicamente personajes femeninos, Maquis quiere dar voz a las mujeres de la posguerra de una España dividida. Y ahora, en pleno 2021, también quiere ayudar a atiborrar las estanterías de esas despensas solidarias que cada semana se llenan gracias a la generosidad del vecindario. Voluntarios y voluntarias que, de hecho, estarán a las puertas del cine en las horas de proyección de la película recogiendo donaciones y alimentos.

Concretamente, en esta iniciativa colaboran desde el sur de la ciudad la Red de Apoyo Mutuo de Aluche y la Asociación de Vecinos de Aluche (AVA), mientras que desde la zona norte participan el Centro Social Autogestionado La Piluka y la Asociación Vecinal La Flor, ambas del Barrio del Pilar. Además, los Cines La Vaguada harán una aportación y se ha abierto una fila cero que estará operativa hasta el 31 de enero con el siguiente IBAN: ES7001280056540100055235 (el concepto de las aportaciones tiene que ser #maquisconlascolasdelhambre). Para cualquier duda al respecto, puede escribirse a maquis.lapelicula@gmail.com.

"El arte tiene que ser social, comprometido, algo para todos. Y las colas del hambre siguen estando ahí todavía, aunque no salgan en los grandes medios", apunta a infoLibre el cineasta, guionista, dramaturgo y músico Rubén Buren, biznieto además de Melchor Rodríguez, el llamado ángel rojo, último alcalde del Madrid republicano que salvó de la muerte a 11.000 presos políticos.

Y prosigue: "Yo me crié en Aluche y he vuelvo a vivir allí veinte años después. Así me encontré con las colas del hambre. Hablé con las asociaciones de vecinos de hacer un documental y, empezando a grabar, pensé en que había que hacer cosas para recaudar dinero. Así se me ocurrió mover la película, inicialmente pensando en los centros culturales del barrio, pero apuntamos finalmente a La Vaguada y dijeron que sí. Ahora están encantados con el proyecto. De manera que ahí estamos una semana al lado de los grandes estrenos y todo lo que saquemos lo destinamos a las despensas solidarias".

El presidente de la Red de Apoyo Mutuo de Aluche (RAMA), Rogelio Poveda, insiste también en que "las colas del hambre siguen estando ahí" y el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por la derecha, "ha hecho poco o casi nada". Así, apunta que hace tres semanas desde el consistorio les hicieron llegar 7.000 kilos de albóndigas de pollo, una cifra que contrasta con los más de 720.000 kilos que RAMA ha podido repartir desde la primavera de 2020 entre los más necesitados gracias a la generosidad colectiva.

"Ahora mismo nosotros tenemos en torno a 400 familias en las colas del hambre, una semana tras otra. Nosotros dependemos de las ayudas y las donaciones de los vecinos y las empresas que colaboran. El Ayuntamiento tendría que poner medios, pero está evitando que ayudemos a la gente", denuncia, al tiempo que lamenta que desde el consistorio no se les deje temporalmente algún local para guardar todos los alimentos que reciben.

Por su parte, Pablo Rude, de La Piluka, explica que en su despensa solidaria hay ahora mismo algo más de treinta familias, con la particularidad de que todas ellas colaboran en las recogidas, consiguiente así que sea un proyecto participativo y no caritativo: "Tienes que participar para solucionar el problema y generar comunidad. Por eso, la iniciativa de la película nos viene muy bien para que la gente conozca más lo que hacemos. Vamos a estar en las puertas de La Vaguada y nos sirve de mucho apoyo, aparte de todo lo que se pueda recaudar de alimentos y de dinero para luego comprar más. Porque sigue habiendo muchísimas familias en los barrios que no llegan a fin de mes, aunque algunas tengan trabajo".

Tras nueve años de investigación y desarrollo de una narrativa propia en otros formatos como el teatro o la literatura, Maquis aparece como una película que quiere utilizar la ficción para hablar de una época olvidada y de un contexto complejo: la rebelión en los montes durante la posguerra y la red de ayuda que se creó entre los guerrilleros y las mujeres de los pueblos. Una situación que de alguna manera se recrea en la actualidad en las despensas solidarias de las colas del hambre.

"Todos somos guerrilleros", concede Buren, quien echa en falta más redes de ayuda en estos tiempos difíciles. "Se está perdiendo mucho con las redes sociales y tanto teléfono móvil. En Aluche se vivía en la calle con los vecinos en un ambiente de hacer las cosas en común, pero ahora veo que no bajamos a ayudar al vecino. Siempre hay voluntarios, pero no hay tanta gente que quiera hacer cosas. Los chavales están muy preocupados de sí mismos y es una pena porque en realidad están deseando hacer cosas, pero no saben los mecanismos personales o colectivos para hacerlas", destaca.

Plantea en este punto que "estamos todos un poco liados siempre metiéndonos con los políticos cuando en realidad no les necesitamos para nada, porque los vecinos tenemos suficiencia para hacer muchas cosas". "Como esperemos a que nos solucionen los problemas los políticos, hay más gente que no come", afirma, y añade: "En vez de estar en el sofá, hay que levantarse y hacer cosas. Eso es lo que estamos haciendo con Maquis, una película que es un ser vivo, tan vivo como queramos".

Buren anima, asimismo, a acercarse a La Vaguada a colaborar con la iniciativa, aunque alguien no quiera ver esta película, que aporta una visión muy femenina y anima a ser "críticos con la izquierda y con la derecha". "Por supuesto, hay que ser críticos con la dictadura horrible que tuvimos aquí, pero las mujeres de derechas también perdieron libertades. De eso hay que hablar, porque nuestras abuelas son de todos. Yo tenía una abuela, la hija de Melchor, que era anarquista, y luego otra que fue monja, estuvo veinte años de misiones en Venezuela y que cuando volvió colgó los hábitos y se casó con mi abuelo. Yo me he criado en ese respeto y en escuchar", explica.

La gente piensa que tiene la culpa de lo que está ocurriendo, pero no es así. La culpa no la tienen los trabajadores, aquí todo viene de arriba

Por eso, Maquis es un homenaje a nuestras abuelas, que tanto lucharon durante la posguerra y ahora se mueren de coronavirus en soledad, como le ocurrió precisamente a la abuela monja de Rubén Buren. Es en esta conexión entre pasado y presente donde Rogelio Poveda encuentra la relación que existe entre "los años negros anteriores y el momento actual con tantas necesidades de alimentos y otros muchas cosas", y que resume con estas palabras: "La gente piensa que tiene la culpa de lo que está ocurriendo, pero no es así. La culpa no la tienen los trabajadores, aquí todo viene de arriba. Estamos en pandemia, pero se ha juntado con la crisis económica de antes que viene desde 2008".

Tras anunciar que en estos días están recogiendo juguetes para que todos los niños del barrio de Aluche tengan algún regalo, explica Poveda que actualmente tienen once grupos de trabajo: El que va a hablar con las tiendas para conseguir donaciones, el que las recoge, el transporte que recoge en los centros comerciales las donaciones de los vecinos, los que se responsabilizan de la organización de las colas, otros que llevan la comida a la gente que está más fastidiada y así sucesivamente. Una infraestructura totalmente autogestionada para la que cualquier ayuda es poca y que por eso recibe con los brazos abiertos su alianza con el cine de la mano de Maquis, una película que, por cierto, se estrenó el pasado verano en Filmin, y que llega ahora por primera vez a la pantalla grande.

"Con estrenarla en Filmin yo era feliz, pero lo importante ahora es la iniciativa que tenemos con las colas del hambre", remarca Buren, quien subraya la necesidad de "devolver" algo a la sociedad a través de ella. "La idea es llevarla a más sitios, estamos hablando para hacerlo en la cárcel de Segovia. Yo creo que después de esto volveremos a la idea de los centros culturales, para que la gente vea que las películas también sirven, como las canciones", apunta sobre esta cinta, premiada en festivales de Nueva York, Sacramento, Los Ángeles y España.

Para terminar, Pablo Rude pone en valor un detalle que une a las colas del hambre con la película: que en las despensas solidarias es mayoritaria la participación de las mujeres. "La parte femenina que se ve en la película está ligada al contenido de nuestra despensa porque, al final, de estas más de treinta familias que tenemos nosotros, la gran mayoría de las que participan son mujeres, que son las que se encargan más de los cuidados y el hogar". Y remata con una reflexión a modo de resumen: "Vivimos en un presente en el que parece que todo cambia muy rápido, pero en realidad nada cambia mucho. Y las necesidades básicas de la gente siguen siendo las que son. Comer, tener una casa y vivir".

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