De titiriteros a trabajadores de la cultura: 50 años de la huelga de actores que cerró todos los teatros

"Juntos deciden votar, Hay que pasar a la acción: 'por general decisión se suspende la función'. Después de tanto silencio, representan su papel. Llenos de polvo los pie, han puesto precio a su piel. Codo con codo se hará la cultura popular. Aunque les cubran de sal, la semilla crecerá. De nada vale el camino que nos marcaron ayer. Cuando no se tiene nada, ya no hay nada que perder. Nadie le va a regalar lo que no consiga él. Vale más morir de pie que ser el bufón de un rey".
Así puso banda sonora Víctor Manuel con su canción Cómicos a la huelga de actores y actrices que empezó el 4 de febrero de 1975 y que, durante nueve días, paralizó el mundo del espectáculo, dejó los teatros sin funciones y a punto estuvo de dejar a todo el país sin televisión (cuando solo estaba TVE). Un pulso contra el régimen, en los albores de la dictadura franquista, por la dignificación de una profesión vista con desdén y desprecio, pues ya entonces se les calificada de titiriteros.
El 4 de febrero de 1975, Madrid vivía una jornada histórica: ningún teatro subió el telón. 'Por incomparecencia de los actores, se suspende la función'. Era el inicio de una huelga que paralizaría la actividad artística en toda España durante nueve días. Lo que comenzó como una reivindicación laboral se convirtió en un auténtico desafío político, respaldado por figuras icónicas como, entre otras, Sara Montiel, Lola Flores, Juan Diego, Concha Velasco, Rocío Dúrcal, Juan Margallo, Tina Sáinz o Petra Martínez. Todos ellos arriesgaron su carrera, e incluso su libertad, por una causa que marcó un antes y un después en la lucha por los derechos laborales en el sector artístico. Entre las demandas, el pago de los ensayos, un día de descanso a la semana o la función única en lugar del agotador doble pase diario.
"Hasta después del Siglo de Oro no les enterraban en sagrado, como dice Rosa León. Siempre se usaba la palabra titiriteros de forma peyorativa. Eran como los bufones, pero con esta huelga se reivindicaron como trabajadores de la cultura", explica a infoLibre David Lara, uno de los productores de Mucha mierda, la película documental dirigida por Alba Sotorra que llega este viernes a los cines comerciales y que viaja medio siglo atrás en el tiempo para contar una de esas historias que no nos podemos permitir olvidar, por mucho que ahora resulten inverosímiles: "Hicieron la huelga para que se entendiera que esto es una profesión y son trabajadores como los demás, por lo que también tienen que tener unos derechos laborales y una dignidad. Tú ponte a hacer Calígula dos veces al día siete veces por semana, mentalmente eso no hay quien lo aguante".
Fueron primero quince teatros madrileños los que se vieron obligados a echar el cierre. Una comisión representativa de los actores y actrices pidió una reunión con el ministro de Relaciones Sindicales, Alejandro Fernández Sordo, mientras más y más gente se sumaba a la protesta: teatros de Barcelona y otras ciudades, los actores de TVE y más profesionales diversos. En un clima de tensión creciente y de lucha colectiva frente al régimen franquista, varios miembros de los comités de huelga fueron detenidos durante una reunión informativa en el Teatro Bellas Artes de Madrid, entre ellos José Carlos Plaza, Yolanda Monreal, Tina Sainz y Antonio Malonda, que tras ser acusados de piquetes violentos serían encarcelados.
"Tengo dos imágenes muy claras. Nada más instalarnos en el cuarto donde debíamos estar las primeras 72 horas en prisión preventiva, alguien, desde fuera, llamaba a la ventana. Cuando la abrimos, al otro lado de la reja dos chicas jóvenes, reclusas como nosotros, nos preguntaron '¿sois de orden público?' Esa pregunta me hizo tomar conciencia de que yo había desafiado el orden público", rememora para infoLibre Tina Sainz, quien tiene otro recuerdo grabado a fuego en su memoria de la salida de la cárcel de Yeserías: "Ahí estaba el coche de Juan Diego aparcado en el patio para recogernos, con todas las reclusas asomadas a las ventanas aplaudiendo nuestra salida".
Con Fernando Fernán Gómez y Adolfo Marsillach al frente, la comisión de actores y autores consiguió la puesta en libertad de los detenidos a cambio del cese de la huelga. Eso sí, no se pudieron librar de unas importantes multas que buscaban amedrentar y erradicar cualquier otro intento de propuesta, y que fueron pagadas colectivamente. Antonio Malonda, Yolanda Monreal, Tina Saiz y José Carlos Plaza fueron castigados con las multas más altas, de medio millón de pesetas de las de entonces, mientras que la de Enriqueta Carballeira se quedó en 250.000, y las de Flora María Álvaro Puig y Pedro Mari Sánchez fueron de 100.000 pesetas.
Como curiosidad, Rocío Dúrcal tuvo que pagar 200.000 pesetas, si bien no llegó a ser encarcelada por intercesión de Lola Flores en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol. "Se plantó allí y montó un espectáculo tremendo porque a su Rocío Dúrcal no había quien la tocara", señala Lara. Y es la propia Tina Sainz la que recuerda: "Las multas se pagaron gracias a la aportación generosa y solidaria del sector cultural. Directores, productores, empresarios, pintores, escritores, técnicos y actores. Gran parte de la mía la pagaron la familia Gutiérrez Caba y el actor Paco Martínez Soria".
No fue la victoria de máximos que el colectivo deseaba, pero sí se consiguieron importantes avances como poder cobrar los ensayos y los desplazamientos a lugares diferentes del origen de la compañía. Además, se logró la función única, en lugar de las dos diarias (y tres los fines de semana). "El régimen no iba a conceder lo que estaban pidiendo, no les iban a dejar crear un sindicato, cuando estaba toda la gente de CCOO en la cárcel con penas de quince años. No iba a ceder a eso, pero durante una serie de días echaron un pulso al régimen y lo pusieron contra las cuerdas. Y consiguieron de alguna manera dignificar la profesión, que se les tomara un poco más en serio, a partir de ahí ya no fueron los titiriteros, sino trabajadores de la cultura".
Para Tina Sainz, en aquellos días de lucha grupal se consiguió "la recuperación de la dignidad" y dar "visibilidad ante la sociedad de un colectivo asociado peyorativamente con gente que vivía de espaldas a la sociedad". Destaca, además, "la unidad de acción entre personas tan diversas de un colectivo en el que el ego suele empañar el sentido de clase". Porque, es verdad, a esta protesta se unieron participantes de todo pelaje y condición: prácticamente todos los actores y actrices de la época, aparte de los ya mencionados, muchísimos más como Lina Morgan, Marisa Paredes, José Sacristán, Esperanza Roy, Concha Velasco, Ana Belén, Gloria Berrocal, Pepa Flores (Marisol), Juanito Navarro o Paco Valladares. La lista es ciertamente interminable en este caso inédito de unión por un objetivo común.
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"Es algo inaudito, porque durante unos pocos días todo el mundo dejó a un lado su ideología para juntarse de la mano y luchar por los derechos laborales de toda la profesión", remarca Lara, agregando: "Lo explica muy bien Ana Belén en el documental. Ellos realmente lo que hicieron fue ver lo que estaba pasando ya en una sociedad donde por ejemplo ya había muchos movimientos estudiantiles en las universidades, mucha gente en la calle en las fábricas... los actores siguieron esa ola pero claro, ellos tenían el privilegio de estar todo el día en la tele, en las películas y el teatro, con lo que todo el mundo les conocía".
La huelga, que inicialmente era esencialmente laboral, se convirtió en un tema político, tal y como relata Lara, cuando realizadores como Pilar Miró o Fernando Méndez-Leite también se unieron al paro: "Si llegan a parar del todo TVE, el medio de difusión del régimen, sí que hubieran puesto en jaque a las autoridades y por eso ahí es cuando dijeron 'se acabó' y llegaron las detenciones del Bellas Artes, porque el régimen veía que se les iba de las manos. Al principio era en plan 'vamos a dejar a estos cómicos', pero van pasando los días y ya cuando Sara Montiel dice que se une, también Lola Flores, sale en los medios... así fue creciendo la bola".
Mucha mierda tiene su preestreno este martes 4 de febrero en Madrid, para llegar desde el viernes a las salas de cine. Eso sí, la distribución va a ser algo diferente y, como si de una gira teatral se tratase, aparte del estreno en salas comerciales "con no muchas copias", pues el género documental no tiene mucho espacio en ellas, el equipo de la película va a ir llevándola por toda España con "pases-evento" en los que estarán presentes algunos actores de antes y de hoy para fomentar el coloquio con los espectadores. "La película puede ser una herramienta de debate porque es totalmente memoria histórica y está más vigente que nunca tal y como está el mundo", defiende para terminar el productor, que adelanta citas en Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, Bilbao y otras ciudades. "Vamos cerrando cositas poco a poco", concluye.