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Clara Sánchez: “He tenido una familia melodramática"

Clara Sánchez y Ángeles González-Sinde.

Como si de una senda ascendente se tratase, primero alcanzó el hito del premio Alfaguara (en 2000, con Últimas noticias del paraíso), después el Nadal (2010, Lo que esconde tu nombre), y ahora, en 2013, el Planeta. Justo lo contrario que su literatura, que Manuel Vicent describió como “una llanura de bajada”. “Es una escritora fiable, sólida, equilibrada”, añadió el novelista, encargado de presentar el laureado trabajo de Clara Sánchez, El cielo ha vuelto, en la gala de puesta de largo de los galardones, los más generosos en lengua española, dotados en su máximo reconocimiento con 601.000 euros y con 150.250 para la obra finalista. Este segundo premio, otorgado a Ángeles González-Sinde, fue presentado por el actor Antonio de la Torre, que alabó de El buen hijo, la primera incursión en la novela de la cineasta y exministra de Cultura, su emocionante representación de la idea del amor, “que puede ser un motor maravilloso frente a lo inevitable, que es la muerte”.

Casi tres semanas después de la ceremonia en la que se anunciaron los ganadores -las ganadoras- de esta LXII edición de los premios Planeta en la sede barcelonesa de la editorial, las escritoras comentaron sus respectivos trabajos en uno de los pabellones del ayer otoñal y soleado Retiro madrileño. En el acto, la que fuera ministra socialista entre 2009 y 2011 no abundó en la polémica desatada con el anuncio de la concesión de su premio respecto a la posible incompatibilidad de realizar profesionalmente las labores en torno a las que trabajó como cargo público, una coyuntura para la que existe una medida de dos años de espera. “La ley prevé que las actividades propias de la escritura se puedan desempeñar”, apuntó Sinde en Barcelona, a cuestiones de los periodistas. “Ha habido otros antecesores que ya lo han hecho, han escrito sus memorias. Es absolutamente legal y normal”.

"Normal" es igualmente el personaje que dibuja Clara Sánchez en su novela. Una modelo, Patricia, que encarna el ideal de belleza contemporáneo y cuya existencia es, simplemente, la de cualquier persona. “Te crees que no pasa nada, pero la novela te va envolviendo en una maraña de pequeños sentimientos, de hechos cotidianos. Empiezas a notar que allí hay vida: una vida sencilla”, señaló Vicent, que subrayó cómo el libro va adquiriendo volumen a través de la sugerencia de ideas relacionadas con la industria textil, como la de que mucha ropa se produce en países con mano de obra esclava. Para Sánchez, esa “solidez” de su obra que mencionaba el escritor se deba quizá a una experiencia vital opuesta. “He tenido una familia completamente melodramática”, dijo entre risas, “y eso me ha hecho fijarme mucho en la gente”.

Del protagonista de El buen hijo, De la Torre quiso remarcar su carácter entrañable: “Quiero ser como él”, aseguró el intérprete. Ideado “hace años”, el personaje no llegó a fructificar en formato cine porque, dijo Sinde, este es “mucho más constreñido y más delimitado, más sujeto a convenciones, mientras que en la literatura puedes ahondar más en la persona y en el pensamiento”. A partir de una pregunta –“¿Es bueno seguir las reglas?”-, su Vicente irá descubriendo aspectos de sí mismo y de los demás que hasta el momento le habían pasado desapercibidos. Completan el imaginario de la novela temas como la soledad, las relaciones familiares o la pérdida, que a la autora, cuyo padre murió siendo ella niña y su hermano menor hace dos años, le ha “impactado de manera notable, especialmente en cómo ver las relaciones afectivas y valorar el tiempo”.

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