'El origen del mundo' de Courbet: sí en el museo o en la portada de un libro, no en las redes sociales

'El origen del mundo'.

Ni remotamente podría Gustave Courbet haber imaginado que El origen del mundo, el controvertido (y emblemático) cuadro que pintó allá por 1866, pudiera seguir siendo epicentro de discusiones en pleno 2022. Porque es evidente el impacto que ha generado a lo largo de tantos lustros, pero desde 1995 puede disfrutarse en el Museo d'Orsay de París: un reconocimiento definitivo aunque, oh sorpresa, aquí llegan las redes sociales con un capítulo más en su extenso historial de polémicas.

"Elegí esta imagen de El origen del mundo intencionadamente, no es casual, como un ejercicio de activismo anticensura y de libertad de expresión", reconoce a infoLibre Ana Valero, autora del libro La libertad de la pornografía (Athenaica Ediciones), cuya portada con una fotografía de la obra de Courbet ha sido cancelada en Instagram, Facebook y Twitter. 

No es, por tanto, una imagen para las redes sociales, pero sí para las estanterías de las librerías o colgar en las paredes de uno de los más famosos museos del mundo, en cuya página web se explica que el uso de la pintura que hace Courbet "excluye la propia categorización del cuadro como pornográfico", según Valero, escritora y profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Y explica: "Pornográfico es un término que ahora asociamos con un determinado tipo de pornografía mainstream que indudablemente denigra a la mujer en muchísimos de sus géneros, pero el término pornográfico es subjetivo no solo por parte de quien lo emplea sino del momento en que lo emplea. Ha sido pornográfico mucho material artístico de valor indiscutible como Madame Bovary, el propio Courbet o la Olympia de Manet, que en su momento fueron calificados como obscenos o pornográficos".

Admite por tanto la autora que no le sorprende esta situación de cancelación, pues ya en 2011 Facebook cerró la cuenta a un profesor de arte de un instituto francés (el caso llegó a los tribunales) que publicó una imagen de El origen del mundo. "Y este señor no era Pedro Almodóvar, a quien le pasó algo parecido hace unos meses por mostrar un pezón el cartel de Madres paralelas. Con su nombre se hizo la excepción del valor artístico por su poder mediático", apostilla.

En este punto, pasa a poner luego poner el foco en las normas internas de unas plataformas sociales que tienen una "capacidad de divulgación y de incidencia en la sociedad ya lamentablemente casi mayor que los medios de comunicación convencionales".

Por eso, remarca que si leyéramos la propia normativa que aceptamos cuando entramos a formar parte de una red de estas características, en última instancia nos están pidiendo que señalemos a quienes contradigan dichas normas: "Si uno lee atentamente las normas ve que el algoritmo está configurado de tal manera que lo que pretende salvaguardar es el pretendido pero inexistente derecho a no ser ofendido, que tan en boga parece estar sobre todo en las redes sociales". 

"Esa especial sensibilidad de que todo aquello que pueda resultar ofensivo para nuestra identidad deba quedar fuera de las redes sociales o de la escena pública con carácter general", apunta, para luego puntualizar: "Las redes sociales al final las hacemos nosotros con nuestra especial sensibilidad o con esta mojigatería o nueva moral que nos está conduciendo en términos generales a una infantilización de la sociedad bastante preocupante".

¿Qué es la pornografía?, ¿debe ser prohibida?, ¿es moralmente objetable?, ¿debe ser sometida a restricciones legales?, ¿su producción y consumo causa daño real a las mujeres?, ¿debe ser censurada, regulada o protegida como una forma de libertad de expresión? Estas son algunas de las preguntas a las que intenta encontrar respuesta Valero en su ensayo.

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En un reciente tuit una vez desatado el debate, Valero escribe que "el desnudo femenino sigue siendo incómodo, pero la pornografía denigrante para la mujer campa a sus anchas". "Es que eso es muy contradictorio", argumenta, poniendo en valor que el prólogo del ensayo lo hace Erika Lust, cineasta que hace "pornografía alternativa o feminista".

Así, defiende que no se trata de censurar la pornografía o considerarla como "algo dañino en sí, sino de evidenciar que hay determinado tipo de pornografía que puede ser dañina para la mujer". "La respuesta no debe ser la cancelación, sino hacer un porno distinto, no denigrante. Una pornografía donde la sexualidad y el placer sexual de la mujer no tenga por qué ser objeto de tabú, y donde se pueda explicar otro tipo de sexualidad a los jóvenes que cada vez acceden en edades más tempranas a este tipo de pornografía tan nociva", defiende, al tiempo que propone desarrollar la pedagogía afectivo-sexual en las escuelas.

Por último, aclara que en términos jurídicos no es lo mismo cancelar que censurar, pues el "concepto constitucional de censura" está vinculado a su ejercicio por parte de las autoridades públicas: "Este es un gran debate que tenemos los juristas entre manos acerca de cuál es la naturaleza, a priori privada, de las redes sociales, pero que es cuestionable ya en el sentido de que no están actuando estrictamente como empresas privadas porque tienen una capacidad de incidencia en derrocar regímenes políticos, influir en resultados electorales y en el ejercicio de la libertad de expresión de las personas". "Mi libro es una profecía autocumplida", concluye.

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