Gracias (Alfaguara, 2025) es el nuevo libro de la autora Premio Nacional de las Letras Españolas Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948). Un relato personal sobre su trayectoria literaria a lo largo de medio siglo y sobre el oficio de la escritura. Una conversación, al mismo tiempo, con las lectoras y los lectores que le han acompañado durante todo este tiempo, mientras reflexiona sobre los mecanismos del acto creativo, la infancia como territorio de memoria, los paisajes que han inspirado su literatura —el mar, siempre el Mediterráneo— o las menudencias del mundo editorial. De todo ello y mucho más hablamos con la guionista, ensayista, profesora y silla 'n' de la Real Academia Española.
¿Qué es Gracias?
Es el agradecimiento que yo tengo a las personas que han leído mis libros durante estos cincuenta años, que se dice muy deprisa pero pasan muy despacio. Es también contarles un poco cómo es el taller de una manera muy sencilla, qué es lo que te inspira a escribir, qué temas son los que te interesan, cómo escoges los nombres de los personajes. Los trucos que utilizas, en definitiva.
Es a su manera una biografía, aunque no lo sea exactamente, repleta de reflexiones sobre el oficio de escribir.
No hay rasgos biográficos, aunque sí algunos elementos. Es más abrir el taller y explicar cómo lo haces de un modo sencillo. No está pensando para mis colegas de la universidad, ni mucho menos, sino para la gente que no es filóloga, que no le interesan tanto todos los aspectos de teoría literaria, sino simplemente las cosas normales de los escritores. Por eso, está escrito casi como una conversación entre amigos.
Estimular la imaginación y la curiosidad de los más pequeños es fundamental. Relata en el libro un pasaje personal muy divertido y un poco cotilla en el que escucha siendo niña al otro lado de la puerta algo sobre 'los cuernos de Albert Camus', que termina con el paso de los años inspirando una novela suya, La mitad del alma.
(Risas). Es que si no escuchas, si no tienes curiosidad, si no estás observando continuamente aunque no quieras, si no te llaman la atención los detalles que a lo mejor a los otros no les llaman, precisamente porque tienes esa capacidad de escribir... Y no porque seas superior, el colega que se cree que es superior porque es escritor me parece un pobre imbécil. Somos gente normal, pero quizá tenemos unas antenas abiertas que los demás no tienen abiertas. Pienso en Rosa Montero, que habla también de su curiosidad enorme al estar escuchando, pendiente de las cosas que se dicen. Y como tampoco en mi época había demasiados entretenimientos, escuchaba detrás de las puertas, que era lo más interesante del mundo (risas).
Escribir en catalán era ir contra el franquismo, y yo tengo el enorme lujo de tener dos lenguas, el catalán y el castellano, que son preciosas
Hay en Gracias una defensa a ultranza de la riqueza que supone para un país tener varias lenguas y de lo que ha supuesto para usted desarrollar su carrera literaria en catalán. Y eso que muchos le decían que no lo hiciera, que era cerrarse puertas a la hora de vender más ejemplares.
Cuando yo empecé a escribir, como otras autoras, pienso en Montserrat Roig, por ejemplo, el catalán no se enseñaba en la escuela. No diré que estuviera perseguido, porque ya no, pero no estaba bien visto. Por eso, para mí escribir en catalán era ir contra el franquismo, eso también. Suponía una toma de postura en este sentido, de ir a la contra, por eso lo utilizamos muchos de nosotros, aparte de que fuera la lengua familiar en mi caso. A partir de ahí, yo siempre digo que tengo el enorme lujo de tener dos lenguas, hasta el punto de que no sé realmente en qué lengua me expreso, si en catalán o en castellano, porque depende de la persona con la que estoy. Cuando me preguntan en qué pienso, no lo sé, en alguna de las dos, porque ambas son por igual mías, y las dos me parecen dos lenguas primas hermanas. No entiendo cómo los políticos son tan burros de enfrentarlas, porque podríamos, bueno, podemos, usar tranquilamente dos lenguas preciosas con una tradición literaria extraordinaria.
Escribir me ayuda a entender a través de las palabras este mundo tan complicado y horroroso, con tantos dramas, tanta desgracia y tragedia
La diversidad no gusta a los más conservadores. ¿Puede el auge de la ultraderecha propiciar un retroceso para las lenguas cooficiales y que vuelvan a estar más castigadas?
Claro, pero eso es un absurdo porque, insisto, las lenguas no compiten entre ellas, son los políticos los que organizan todos los tinglados en este sentido. Yo creo que un país es más rico cuantas más lenguas tiene, por eso estoy en todo lo contrario a la unidad y siempre estoy por la diversidad.
Ya que hablamos de los políticos, en el libro dice en un par de ocasiones que le sorprende no verles nunca leyendo o, por lo menos, con un libro en la mano.
Ah, sí, claro, ¿tú los has visto alguna vez?
Quizás en los suplementos de verano, donde siempre queda bien.
Debe ser que yo consulto poco esos suplementos de verano, porque no los he visto nunca (risas).
¿Quien no ha leído El Quijote está incompleto?
Sí, sí, esto lo decía Azaña. Que está mermado moralmente, concretamente. A mí me fascinó mucho esta frase y la he utilizado algunas veces. Pero si vosotros, que sois los periodistas, hacéis una encuesta preguntando un detallito de esos tontos a los políticos sobre El Quijote, ya verás como ninguno de ellos acierta, aunque te digan que lo han leído (risas). Y fíjate, además, los anticatalanes, diciendo que llegas a Barcelona y te atacan los bandoleros estarían al cabo de la calle, porque eso en El Quijote es verdad. Pero tampoco lo saben, ni lo han leído, ni se les ocurre.
Las letras de los libros desaparecen por las noches, el milagro se concreta cuando los abres y los lees (...) Si nadie lo lee, un libro es un trasto
No faltan reflexiones sobre el mundo editorial en Gracias. Los editores dicen que leemos más que nunca, pero usted lo pone en duda porque Ikea antes vendía tres tipos de estanterías para libros y ahora solo una.
Una, exacto, esto lo he probado yo, que a mí me crecen los libros en casa, se multiplican, y los tengo que poner en alguna parte, porque están por los suelos. Recuerdo cuando hace años organizabas tu biblioteca, ibas a una tienda de muebles, encargabas librerías... ahora es imposible. Eso quiere decir que no se lee, y la gente, como dicen que los libros crean polvo, los sacan de casa.
¿Un libro solo existe cuando se lee?
Por supuesto, si nadie lo lee, un libro es un trasto, claro. Yo es que además creo que por las noches las letras desaparecen y el milagro se concreta cuando coges el libro, lo abres y lo lees, y ves que las letras están ahí formando palabras y las palabras frases. Porque, si no, yo creo que por la noche están tan aburridos que, si no se leen, descansan.
¿El mundo editorial no vende literatura, solo libros de YouTubers?
Y de autoayuda, especialmente. Aparte de nosotros, los profesores que hemos enseñado y no lo hemos sabido hacer bien porque no hemos despertado el interés por la literatura, el papel del librero ha mermado mucho, porque antes cuando entrabas en una librería y pedías al librero que te recomendara un libro, él también te inducía el gusto hacia la literatura. Ahora las librerías son casi grandes almacenes de libros en los que lo que más se ve y más llama la atención son los libros de cocina, que evidentemente son muy útiles, o los de autoayuda o los de influencers, que también tienen ahí un papel muy importante. En ese sentido ha cambiado todo mucho.
El colega que se cree que es superior por ser escritor me parece un pobre imbécil
¿Cualquiera puede escribir un bestseller en un momento dado? ¿No es tan difícil?
Esto está claro. Las escuelas de escritura han enseñado unos rudimentos, y luego hay también editoriales que tienen una especie de departamentos en los que ayudan a estas personas. No voy a citar un caso muy conocido, que se convirtió en bestseller, que está hecho a base de taller de escritura y de ayuda editorial, pero eso se da también. Aunque, bueno, todo el mundo tiene derecho.
¿Por qué escribimos? ¿Para jugar a aplazar la muerte?
Mientras estás escribiendo un libro piensas que no te puedes morir, aunque te encuentres muy mal, porque tienes que terminarlo. Eso es verdad, eso nos ocurre creo que a todos. Esa es una buena receta porque yo misma ahora, por ejemplo, me podría morir pasado mañana porque no estoy escribiendo nada. Pero en cambio, incluso cuando escribía este librito, que es una cosa menor, pensaba 'tengo que terminar y ahora no me voy a morir'. Esa sensación está. Y, luego, en cuanto a por qué lo hago yo, por qué trato de escribir literatura, es porque me ayuda a entender a través de las palabras este mundo tan complicado y tan horroroso, con tantos dramas, tanta desgracia y tragedia.
¿Conectar de veras con un libro puede darle un nuevo sentido a nuestra vida?
Yo creo que sí, esto es importantísimo, por eso es importante leer. Es decir, es verdad eso que decía Azaña de El Quijote, que quien no lo ha leído está mermado moralmente. A mí, El Quijote me enseñó el manejo de la ironía, no solo para la literatura, sino para la vida, porque si no te enfrentas irónicamente con el espejo por la mañana, te mueres, porque la imagen que te produce es terrible. Pero, sobre todo, ahora que las cosas están tan enfrentadas entre el blanco y el negro, Cervantes utiliza la palabra baciyelmo, que a mí me parece estupenda, porque quiere decir que no es la realidad de Don Quijote ni la de Sancho, sino que se pueden extraer elementos importantes de las dos.
Si no te enfrentas irónicamente con el espejo por la mañana, te mueres, porque la imagen que te produce es terrible
¿Qué hubiera sido de Carme Riera sin la escritura y la literatura?
Sería otra, seguramente. Es decir, a mí también la literatura me ha salvado de muchas cosas, y lo que pienso, y siempre lo digo, es que Gracias es también gracias a haber nacido en la orilla del Mediterráneo, de la parte de arriba y no de la parte de abajo, porque si hubiera nacido en Argel, que está tan cerca de Mallorca, casi como Barcelona, seguramente sería analfabeta y seguramente llevaría, no sé si burka, pero por lo menos velo, y estaría considerada casi como un objeto, como les pasa a las mujeres de allí. Y gracias, por supuesto, a los lectores, que es lo que es este libro, ese agradecimiento que decíamos al principio. Y, además, fíjate que la palabras 'gracias', que yo la uso mucho y es una de mis predilectas, no tiene sinónimos. 'Gracias' es 'gracias' y punto pelota.
Para acabar por el principio de Gracias, no quiero dejar de comentar aquella firma de libros en la que la debutante Carme Riera firmó un solo ejemplar de Te deix, amor, la mar com a penyora (editorial Laia, 1975) en el Sant Jordi de hace cincuenta años. ¿Eso es de lo peor que le puede pasar a un escritor?
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Las monjas nos hablaban de las lecciones de humildad y, sí, para mí fue una lección de humildad terrible, que me ha pasado otras veces, no te creas tú que solo esta primera vez (risas). Pero recuerdo con cariño especial a aquella persona y que pensé 'bueno, por lo menos uno le he dedicado a este chico'. No recuerdo lo que le puse, porque yo ahora soy una tímida reciclada, pero entonces era timidísima, y sí que sentí un agradecimiento inmenso. Yo estaba, creo, al lado de Víctor Mora y de otro señor, un patriota catalán mayor, que sí firmaban libros, no muchos, pero bueno, se les acercaba gente y hablaban, mientras que a mí no se me acercaba nadie. Y el Sant Jordi entonces no era como ahora, una cosa masiva, era algo más normalito, y lo pasé muy mal por decirle al editor que había vendido y firmado un solo libro. Eso era muy triste.
¿Qué es el éxito después de cincuenta años escribiendo? Te deja "patitieso", asegura.
Sí, claro, mira lo que le pasó a Carmen Laforet, para ella fue terrible. Hombre, es mejor tenerlo que no tenerlo, eso sin duda. Para mí, el éxito es cuando alguien me para por la calle diciéndome 'qué bueno que he leído ese libro, que me ha ayudado mucho'. Eso me parece maravilloso. Yo estoy en contra de los manuales de autoayuda, pero cuando el mío se ha convertido casi en una ayuda es cuando me siento más feliz. Como anécdota, te diré que el otro día no tenía carnet de identidad y tenía que tomar un vuelo, por lo que no me dejaban embarcar hasta que vino la sobrecargo, me reconoció y dijo 'esta señora se marcha bajo mi responsabilidad'. O sea que mira tú para lo que ha servido (risas).
Gracias (Alfaguara, 2025) es el nuevo libro de la autora Premio Nacional de las Letras Españolas Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948). Un relato personal sobre su trayectoria literaria a lo largo de medio siglo y sobre el oficio de la escritura. Una conversación, al mismo tiempo, con las lectoras y los lectores que le han acompañado durante todo este tiempo, mientras reflexiona sobre los mecanismos del acto creativo, la infancia como territorio de memoria, los paisajes que han inspirado su literatura —el mar, siempre el Mediterráneo— o las menudencias del mundo editorial. De todo ello y mucho más hablamos con la guionista, ensayista, profesora y silla 'n' de la Real Academia Española.