LOS DIABLOS AZULES
'Historia del Arte en femenino' hace justicia con mujeres olvidadas: "Es como si nunca hubieran existido"
Laviana Fontana (1552-1614) fue una gran pintora del Renacimiento que destacó en el arte del retrato. Artemisia Gentileschi (1593-1656), una artista barroca, primera mujer del siglo XVII que pintaba a la vez temas religiosos y temas históricos, hasta entonces reservados a los hombres. Élisabeth Vigée Le Brun (1755-1842), por su parte, gran retratista del siglo XVIII.
Más cerca en el tiempo. Natalia Goncharova (1881-1962), una pintura rusa vanguardista que tenía tan solo 32 años cuando le dedicaron una retrospectiva en Moscú con más de 800 obras. Hilma af Klint (1862-1944), pionera del arte abstracto que pidió que se esperase hasta veinte años después de su muerte para que su obra se mostrase, consiguiendo un siglo después de sus primeras pinturas abstractas un éxito inmediato en grandes exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Estocolmo o el Guggenheim de Nueva York.
"La Historia ha sido escrita por hombres, no es algo específicamente del arte. Estamos ahora descubriendo mujeres artistas, científicas, etcétera", remarca a infoLibre Marion Augustin, guionista de Historia del Arte en femenino (Garbuix Books, 2025), una novela gráfica que saca a la luz la obra de mujeres artistas que vieron subestimado su talento e incluso robada la autoría de sus cuadros.
Para ello, la trama recorre varios siglos de la mano de Ben y Jo, un chico y una chica que visitan la Galería del Tiempo, el museo más grande del mundo, donde se dan cuenta de que la mujer está presente en todos los cuadros, pero como musa, porque no encuentran ninguna obra firmada por ellas. Algo tan sorprendente que resulta más pasmoso todavía si tenemos en cuenta que, tal y como remarca Augustin, "siempre hubo pintoras, simplemente no las conocemos". "Y hay muchas por descubrir", apostilla.
Coincide la dibujante Sara Colaone, para quien la Historia es "algo en lo que hay que indagar constantemente para sacar a la luz las cosas extraordinarias del pasado". "Que las hayamos olvidado no significa que no existieran", recalca la italiana a infoLibre, agregando: "Es un hecho que, a lo largo de la Historia, a menudo se ha perdido la información que devolvió fuerza e influencia al papel de las mujeres artistas, generando una sensación de vacío, como si nunca hubieran existido. En este sentido, los ciclos históricos, y en especial las emergencias como guerras y pandemias, son problemáticos porque tienden a nivelar y a resaltar solo unas pocas experiencias en comparación con la totalidad y la trascendencia de estas".
Y es que, desde el Renacimiento en Europa hasta nuestros días en todo el mundo, todas estas creadoras, a menudo vanguardistas, han contribuido a la historia del arte con genialidad. Como artistas visuales, pintoras, escultoras, fotógrafas y realizadoras de vídeo, han creado obras que dan testimonio de nuestra humanidad. Sin embargo, un patriarcado persistente en el tiempo y el espacio, como un ente que todo lo decide, les ha dado ido dando a todas ellas, sin prisa pero sin pausa, el empujón que no pidieron para sacarlas del foco.
Tuve que buscar profundamente en las páginas web de los museos, en los catálogos de exposiciones, para saber un poco más sobre la artista femenina
"Las mujeres, en general, no tuvieron acceso a las academias de Bellas Artes para aprender técnicas, no accedieron al mercado del arte y a las exposiciones en las mismas condiciones que los hombres hasta el siglo XX", explica Augustin. Eso provoca directamente, según destaca, que sus "archivos estén menos conservados y sus pinturas menos expuestas en las instituciones museísticas", relegándolas de facto al olvido pues, además, tampoco estaban a su alcance los géneros más apreciados por el público como la pintura histórica, el arte religioso, los desnudos y las escenas mitológicas.
Y todavía añade más detalles la historiadora francesa: "La mayoría de los maridos de las pintoras solían firmar los contratos de sus esposas, como Rachel Ruysch (1664-1750), una pintora holandesa del siglo XVII. No robaron especialmente sus pinturas, sin embargo, lo que es seguro es que muchos lienzos pintados por mujeres fueron posteriormente atribuidos a artistas masculinos famosos. Por ejemplo, las pinturas de Judith Leyster (1609-1660) fueron (y es posible que todavía se atribuyan) a otros pintores como Frans Hals".
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Por todo ello, Augustin encontró verdaderas dificultades en el proceso de investigación y documentación por, ni más ni menos, falta de información. "Se publicaron algunos libros en la década de los setenta, cuando la Historia del Arte en Estados Unidos comenzó a plantear la cuestión de la ausencia de mujeres artistas en las paredes de los museos", relata. "A veces solo había nombres... Tuve que buscar profundamente en las páginas web de los museos, en los catálogos de exposiciones, para saber un poco más sobre la artista femenina", continúa. "Durante la última década, los académicos están trabajando cada vez más en mujeres artistas", apostilla.
Remarca, asimismo, que el "movimiento más emblemático y todavía activo" que detecta la ausencia de mujeres artistas en las paredes de los museos es el de Gorilla Girls en la década de los ochenta. Además, tercia Colaone, han existido también en tiempos recientes galeristas, coleccionistas y críticos que "con su visión han influido y orientado en la comprensión de la modernidad del arte". "Un caso ejemplar es el de Peggy Guggenheim, a quien dedicamos un capítulo de nuestro libro. Esto garantiza el respeto a esa pluralidad de visión que debe ser la base del arte", añade la ilustradora.
Aparte de las citadas, hay otras muchas que fueron perdiendo el tren de la Historia por diferentes motivos, si bien Augustin puntualiza que "las mujeres artistas no guardaron silencio a pesar de todos los obstáculos que tuvieron que afrontar". "Estaban creando. Algunas de ellas fueron famosas y se ganaron la vida con el arte, como Rosalba Carriera (1673-1757), pintora italiana del siglo XVIII", subraya, o Sofonisba Anguissola (1532-1625) también en Italia o Rosa Bonheur (1822-1899) en Francia, señalando que, al mismo tiempo, "hubo épocas con más oportunidades para que la mujer trabajara como artista", como en la Francia del siglo XVIII, en la que "muchas mujeres eran pintoras". Los estudiosos, aclara, llamaron a este período "el paréntesis encantado entre 1750 y 1850".